miércoles, 8 de agosto de 2012


El alcalde de Getafe

Era la medianoche cuando apareció en la pantalla de la caja tonta el alcalde de Getafe en entrevista de fondo bajo el título ‘Sin tapujos’. El entrevistador le provoca llamándole ‘señorito del barrio de Salamanca’, metido a alcalde de Getafe. Él se defiende diciendo que es de Santander, y que era diputado madrileño cuando oyó decir a Esperanza Aguirre que necesitaba alcaldes candidatos para el sur, y que él se ofreció.

El entrevistador le dice que por qué criticó las palabras del obispo de Alcalá, Juan Antonio Reig Pla, sobre la homosexualidad, y el trasplantado alcalde le contestó algo así como que no se puede hacer un juicio civil desde una instancia religiosa, que no es cierto que todos los homosexuales se prostituyan, y que el obispo faltó a la caridad.

El entrevistador sacó papeles buzoneados en su dominio getafense, en donde le acusaban de ser homosexual. Él dijo que la asociación firmante no existía y que aquel panfleto no tenía otro objetivo que desacreditarle. El entrevistador insistió en aclarar algunas frases entrecomilladas de aquel papel acusador, y el alcalde se plantó  tajante, negándose a seguir por ese derrotero que consideraba difamante.

La entrevista continuaba, y su conductor le preguntó que cómo podía entenderse que le hubiera impuesto la medalla de oro al anterior alcalde, Pedro Castro, el que había insultado a sus propios votantes, “tanto tonto de los cojones que vota a la derecha”. Contestó con argumentos cuantitativos sobre el tiempo del lenguaraz en la alcaldía y de que cogió un Getafe de 114.000 habitantes y lo llevó hasta los 180.000. (Sin embargo, en el último censo figuran 164.000 y es siempre la sexta población satélite en el número de habitantes) Dijo también que no se consideraba de derechas, sino de centro-derecha, lo cual le permitía valorar la acción de su rival político.

La tele del plasma vivo, antes caja tonta, cobraba interés. La noche  despertaba cuando el alcalde centrista, montañés-madrileño-getafense, declaró que se consideraba orgulloso de ser alcalde de la primera ciudad más importante de Madrid, después de Madrid. Y enumeró sus méritos: es una ciudad de verdad y no una ciudad dormitorio, tiene Universidad, es sede episcopal y tiene un equipo de fútbol en primera división.

Está claro que el alcalde de Getafe, Juan Soler-Espiauva, no puede irse de rositas en este alto julio de altas fiebres. He llegado hasta pensar que al alcalde no le avizora el obispo de Alcalá sino la propia Alcalá. En aquella homilía trazó una panorámica realista del pecado de nuestros días, incluyendo a aquellos jóvenes que experimentan sexualmente y llegan a prostituirse. Por lo tanto, no se refiere a todos los homosexuales, sino a ‘ciertos jóvenes’. ¿Dónde está el tratamiento civil del asunto cuando lo aborda desde la perspectiva del pecado y de su infierno? ¿No es lícito señalar el pecado redimido en Viernes Santo? Y allí hubo más que caridad, hubo misericordia. Era un Viernes sobre un Jueves. Relea, señor alcalde.

Debemos, sin embargo, hacer pública contrición del pecado de suplantación de ‘su ciudad’ por los que hemos llamado a Alcalá de Henares ‘la ciudad de Madrid’. Lo hicimos, señor alcalde, usted perdone, porque Madrid tiene a gala ser villa y corte, otros lugares son ‘sitio real’, y a Alcalá le concedió el título de ciudad Carlos II, habiendo sido también ciudad estipendiaria romana con el nomgre de Compluto. Comprenda usted que teníamos la historia de nuestra parte, porque la Universidad y la sede episcopal no fueron gracias de los nuevos tiempos, sino que nuestra Universidad fue la del Renacimiento español –¡todo el Siglo de Oro en sus aulas!– y nuestros obispos complutenses datan del siglo IV.  Nos pudo la historia, alcalde.

Nos llamamos ‘la ciudad de Madrid’, usted perdone, con el permiso de Chinchón y Colmenar de Oreja, a las que Alfonso XIII les dio título de ciudad, pero nada sabíamos de Getafe. Es el fútbol  – usted lleva razón– el verdadero rey del momento, el que nombra y renombra ciudades, el que adquiere imperios. No se hable más. Ante tal montaña de hormigón y fanatismo me da vergüenza sacar, a favor de Alcalá, sus títulos de ‘ciudad patrimonio de la Humanidad’ y ‘cuna de Cervantes’. No me atrevo, señor alcalde.

Le pido, pues, excusas por la acuñación de la frase ‘Alcalá, la ciudad de Madrid’, porque es Getafe la ciudad que yergue su alargada sombra por la capital madrileña. Es la ‘Universidad Getafense’ la que da carácter a la Ciudad Universitaria. Es la ‘Puerta de Getafe’ –mírala, mírala– el símbolo urbano de Madrid, y es la calle de Getafe la más chulapa y la más larga de cuantas pueda ver, alcalde.

   —¡No arrempujes, tiña! –gritó uno de los personajes de Pereda de su Santander lejano, y yo le renuevo el grito, alcalde, desde la Alcalá de siempre.
                                                                                 
                                                                     José César Álvarez
                                                                     ‘Puerta de Madrid’,  28.7.2012