El alcalde de Getafe
Era
la medianoche cuando apareció en la pantalla de la caja tonta el alcalde de
Getafe en entrevista de fondo bajo el título ‘Sin tapujos’. El entrevistador le
provoca llamándole ‘señorito del barrio de Salamanca’, metido a alcalde de
Getafe. Él se defiende diciendo que es de Santander, y que era diputado
madrileño cuando oyó decir a Esperanza Aguirre que necesitaba alcaldes
candidatos para el sur, y que él se ofreció.
El entrevistador le dice que
por qué criticó las palabras del obispo de Alcalá, Juan Antonio Reig Pla, sobre
la homosexualidad, y el trasplantado alcalde le contestó algo así como que no
se puede hacer un juicio civil desde una instancia religiosa, que no es cierto
que todos los homosexuales se prostituyan, y que el obispo faltó a la caridad.
El entrevistador sacó papeles
buzoneados en su dominio getafense, en donde le acusaban de ser homosexual. Él
dijo que la asociación firmante no existía y que aquel panfleto no tenía otro
objetivo que desacreditarle. El entrevistador insistió en aclarar algunas
frases entrecomilladas de aquel papel acusador, y el alcalde se plantó tajante, negándose a seguir por ese derrotero
que consideraba difamante.
La entrevista continuaba, y
su conductor le preguntó que cómo podía entenderse que le hubiera impuesto la
medalla de oro al anterior alcalde, Pedro Castro, el que había insultado a sus propios
votantes, “tanto tonto de los cojones que vota a la derecha”. Contestó con
argumentos cuantitativos sobre el tiempo del lenguaraz en la alcaldía y de que
cogió un Getafe de 114.000 habitantes y lo llevó hasta los 180.000. (Sin
embargo, en el último censo figuran 164.000 y es siempre la sexta población
satélite en el número de habitantes) Dijo también que no se consideraba de
derechas, sino de centro-derecha, lo cual le permitía valorar la acción de su
rival político.
La tele del plasma vivo,
antes caja tonta, cobraba interés. La noche
despertaba cuando el alcalde centrista, montañés-madrileño-getafense,
declaró que se consideraba orgulloso de ser alcalde de la primera ciudad más
importante de Madrid, después de Madrid. Y enumeró sus méritos: es una ciudad
de verdad y no una ciudad dormitorio, tiene Universidad, es sede episcopal y
tiene un equipo de fútbol en primera división.
Está claro que el alcalde de
Getafe, Juan Soler-Espiauva, no puede irse de rositas en este alto julio de
altas fiebres. He llegado hasta pensar que al alcalde no le avizora el obispo
de Alcalá sino la propia Alcalá. En aquella homilía trazó una panorámica
realista del pecado de nuestros días, incluyendo a aquellos jóvenes que
experimentan sexualmente y llegan a prostituirse. Por lo tanto, no se refiere a
todos los homosexuales, sino a ‘ciertos jóvenes’. ¿Dónde está el tratamiento
civil del asunto cuando lo aborda desde la perspectiva del pecado y de su
infierno? ¿No es lícito señalar el pecado redimido en Viernes Santo? Y allí
hubo más que caridad, hubo misericordia. Era un Viernes sobre un Jueves. Relea,
señor alcalde.
Debemos, sin embargo, hacer
pública contrición del pecado de suplantación de ‘su ciudad’ por los que hemos
llamado a Alcalá de Henares ‘la ciudad de Madrid’. Lo hicimos, señor alcalde,
usted perdone, porque Madrid tiene a gala ser villa y corte, otros lugares son
‘sitio real’, y a Alcalá le concedió el título de ciudad Carlos II, habiendo
sido también ciudad estipendiaria romana con el nomgre de Compluto. Comprenda
usted que teníamos la historia de nuestra parte, porque la Universidad y la sede
episcopal no fueron gracias de los nuevos tiempos, sino que nuestra Universidad
fue la del Renacimiento español –¡todo el Siglo de Oro en sus aulas!– y
nuestros obispos complutenses datan del siglo IV. Nos pudo la historia, alcalde.
Nos llamamos ‘la ciudad de
Madrid’, usted perdone, con el permiso de Chinchón y Colmenar de Oreja, a las
que Alfonso XIII les dio título de ciudad, pero nada sabíamos de Getafe. Es el
fútbol – usted lleva razón– el verdadero
rey del momento, el que nombra y renombra ciudades, el que adquiere imperios. No
se hable más. Ante tal montaña de hormigón y fanatismo me da vergüenza sacar, a
favor de Alcalá, sus títulos de ‘ciudad patrimonio de la Humanidad’ y ‘cuna de
Cervantes’. No me atrevo, señor alcalde.
Le
pido, pues, excusas por la acuñación de la frase ‘Alcalá, la ciudad de Madrid’,
porque es Getafe la ciudad que yergue su alargada sombra por la capital
madrileña. Es la ‘Universidad Getafense’ la que da carácter a la Ciudad Universitaria.
Es la ‘Puerta de Getafe’ –mírala, mírala– el símbolo urbano de Madrid, y es la
calle de Getafe la más chulapa y la más larga de cuantas pueda ver, alcalde.
—¡No arrempujes, tiña! –gritó uno de los
personajes de Pereda de su Santander lejano, y yo le renuevo el grito, alcalde,
desde la Alcalá
de siempre.
José César Álvarez
‘Puerta de Madrid’, 28.7.2012
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