Julio,
mes de fuego
Lleva el mes de Julio el nombre de
Julio César, quien le dio los 31 días en el calendario romano al mes en que había nacido. Es
un mes de vacaciones, de sanfermines y de revoluciones. Sus días acogen el
asalto a la Bastilla, el alzamiento del General Franco, la revolución
sandinista, las independencias de los Estados Unidos, de Venezuela, de Colombia,
de Argentina, de Chile, de Perú, de Cuba. Es el fuego de Julio.
El fuego de Guadalajara
Pero un fuego más cercano, más íntimo,
nos ha abatido este julio enardecido, por incendiar las tierras guadalajareñas
y largas donde limitan las nuestras, breves. Una raya administrativa dicen que
nos separa, pero nuestra campiña va a la suya, mientras nos viene media
población de la provincia de Guadalajara y habita entre nosotros. Son rayas que
no se ven y su fuego nos ha llegado junto a su dolor y su espanto.
Dos incendios: el de la zona de
Cogolludo y el del municipio de Bustares. El primero se reactivó cuando ya se
creía apagado. El segundo arrasó gran parte de la Sierra Norte de Guadalajara.
El pavor se adueñó de los pueblos de Gascueña, Prádena de Atienza, Fraguas,
Monasterio, a donde la gente samaritana acudió a evacuar a sus habitantes. Los
agricultores, que miraban al monte incandescente, trazaban con el tractor con
vertedera unos livianos cortafuegos por ver de detener al monstruo. Los aviones
anfibios quitaban de la cabecera del Sorbe y de nuestros grifos, no importa, el
agua que se tragaba la imponente montaña de humo que se divisaba a treinta
kilómetros a la redonda. Brigadas de retenes solidarios sin regatear esfuerzo
abordaban el bosque restallante. El fuego consumía los enebros y sabinas, los
robles, las encinas, la jara y la retama.
Julio, precisamente, se llama el
alcalde de Bustares, quien volvía consternado de presenciar el horror de los
pinares de la barranca del ‘Alto Rey’, la montaña sagrada de 1.484 metros de
altura, coronada por la ermita ancestral, a donde llegaron a tiempo los
retenes. Julio revivía este fuego con el maldito recuerdo de haber perdido un
hijo en el retén de Cogolludo que fue a sofocar aquel fatídico fuego del
Condado, ahora hace nueve años.
Guadalajara, antigua hermana nuestra
en Castilla la Nueva, es ese paraíso hermano por donde se pasea, insolente e
inmisericorde, el dios Fuego, y cuya ira vecina repercute sobre todos nosotros.
Las palabras incendiarias rescatadas por Ripoll
Gracias a la intervención del concejal de ‘España 2000’,
Rafael Ripoll, en el último Pleno Ordinario, hemos podido conocer la letra
completa, los coreos y consignas de la manifestación del Día del orgullo ‘gay’
que el 28 de junio transcurrió desde la Puerta de Mártires a la Plaza de los
Santos Niños en su nomenclatura oficial. Esa letra incendiaria contra
instituciones y personas convenía conocerla para saber el ideario adjunto de
los concejales que la apoyaron, y permitieron que la bicha, conducida por
ellos, profanara la espina dorsal de la que es modelo de ‘Civitas Dei’ y ciudad
santa. Tan hiriente y procaz sarcasmo invierte los primeros términos de
comprensión y tolerancia aquí expuestos a favor del colectivo convocante. La
exposición del Sr. Ripoll en el Pleno resultó incontestable, y un silencio
cobarde siguió a su irrefutable exposición.
Sólo un concejalito le contestó en
segundo turno, para así abortar su réplica, con el argumento de la democracia.
Aquella manifestación fue democrática. Pero la democracia no ampara la
responsabilidad, amigo, sino que la magnifica. ¿Dónde está la responsabilidad
de los concejales cómplices del escarnio y de las graves ofensas proferidas? El
concejal Ripoll les daba una oportunidad para matizar su presencia. Pero fue
despreciada. La ética y la dignidad son principios insobornables, no admiten el
voto. Se tienen o no se tienen. Si los resultados son imprevisibles, hay que
apechar con ellos en su desenlace. ¡Cuántos crímenes se cometen en nombre de la
democracia y de la libertad! Hay concejalitos que, envueltos en la capa
polivalente de la democracia, pretenden así tapar todas sus vergüenzas. Creen
que la democracia es un chicle que se estira y se encoge a su capricho. Vale
ya, tíos.
El misil contra el avión malasio
Horrible, alucinante, llovían cuerpos
humanos del cielo. Mariano Rajoy pronunció con rotundidad estas palabras: “El
mundo tiene derecho a saber quién es el autor de esta salvajada.” Sus palabras
eran firmes. Pero era la frase cabal que las víctimas del 11-M –gran parte de
ellas– estaban esperando oír de su boca, de la boca de un presidente del
Gobierno. Y la han oído ahora, pero no era para ellos, a quienes también les
llega el aguijón de la salvajada. No era para ellos, que están más cerca y
llevan clavado su propio aguijón desde hace diez años y cuatro meses.
"El Gobierno quiere transmitir
y ya lo ha hecho a través de sus gobiernos amigos, su solidaridad, su afecto y
su cariño y quiere estar al lado de los familiares y de todas las personas
allegadas a las víctimas de este gravísimo suceso", ha destacado en rueda
de prensa el presidente.
Y los del 11-M también hubieran
querido esas palabras para ellos. A eso se llama querer apagar un fuego y
provocar otro.
José César Álvarez
Puerta de Madrid, 26.7.2014