La quedada
Y así fue que este año nos presentamos en el día
de la Constitución
con el dolor reflejo de un golpe mortal en la cabeza y del bazo
reventado. Pero es que el día de la Inmaculada duraba todavía el sabor flotante del
río de la ciénaga. Ya no hay guerras ni guerrillas, ni batallas ni batidas,
sólo el fútbol nos enfrenta.
Sólo el fútbol tiene
fronteras pintadas que son asaltadas por hombres que se baten entre sí,
envueltos en los gritos más enardecidos que nunca se oyeron. Si en esa gritada
infesta no se purgan todas las tensiones de la semana, entonces habrá que
reinventar el fútbol.
Ya ni al Arturo ese le hacen
guerra, que ya es decir. Sólo queda la guerra del fútbol. Desde que se borraron
o aliviaron las fronteras y aduanas de las naciones, éstas ya no cuentan. Desde
entonces, se dibujan y desdibujan las naciones sin la silueta precisa de sus rayas. Y así comenzó el
baile de los Kosovo y los Québec y de las Escocias y Cataluñas que se van y que
se vienen.
Pero el éxito del fútbol está en la plástica rotunda de sus rayas limpias. Ahí están las confrontaciones pasionales y las conquistas de los nuevos imperios, ahí están los asaltos a los castillos de sus trofeos relucientes. La ley de banderas de su redondo constitucionalismo son las únicas que flamean ante el edificio único del fútbol. Ya no quedan otros gallardetes, ni cruces ni emblemas. Y en los campos ya no hay templarios ni almogávares que corran por patrias ideales. A Arturo Mas se le ha quedado viejo el juego.
Sólo queda el gol del
fútbol. Pero aquí el fútbol no es problema. Aquí el fútbol no sustituye los
cafés de la mañana por los tercios de la tarde. En esta ciudad futbolera de
tercera, donde se pierde en casa con el Alcobendas y no pasa nada, y donde los
rojillos son leyenda, su juego de baja intensidad no nos pone en el peligro de fractura
encefalo-craneal, a Dios gracias, aunque el río lleve más fuerza. Quiero decir
que para buscar una quedada nos tenemos que descolgar en el tiempo.
En la lejana historia de
Alcalá, el biógrafo de Cisneros Alvar Gómez hace referencia a alguna ‘quedada’
entre estudiantes y alcalaínos. Fueron encuentros sangrientos, pedreas lívidas,
sin descontar la estocada nocturna. Alcalá fue capital de la picaresca, del
Buscón don Pablos y del Guzmán de Alfarache, donde los estudiantes ponían el
ojo en hornos y bodegas, huertas y
corrales, hermanas y mujeres. El honor alcalaíno saltó con violencia en
múltiples ocasiones en defensa de su privacidad: los alcalaínos desde los
soportales de la plaza, los estudiantes del otro lado, a cantazo limpio, en el
medio el muladar del canal infecto de la plaza del Mercado.
Las ‘quedadas’ de la
historia de Alcalá fueron monumentales. Tanto que en varias ocasiones quiso
liquidarse la Universidad
por estas cuitas insalvables. A la muerte del Cardenal Cisneros, los monjes jerónimos
de Lupiana, ya establecidos en el Colegio Trilingüe, quisieron adquirir el
Colegio de San Ildefonso para monasterio por considerar la Universidad liquidada
después de una ‘quedada’ sangrienta. Así se refería Quevedo a aquella Alcalá de
su tiempo, caterva de estudiantes, rufianes, pícaros y su cortejo de daifas:
Dios perdone al “padre”
Ezquerra,
pues fue su
paternidad
mi suegro más de
seis años
en la “cuexca” de
Alcalá
en el mesón de la
ofensa,
en el palacio mortal
en la casa de más ‘cuartos’
de toda la cristiandad.
Dicen que la del Manzanares fue una quedada a mano limpia. Las quedadas entre grupos no suelen cumplirse en sus modos. La quedada entre Esquerra Republicana y Convergència i Unió es una quedada tramposa para separarse de España, a la que se ha ‘desquedado’ Oriol Junqueras, quien tiene que mirar al partido de Arturo Mas como un partido de derecha casposa que guarda putrefacta hasta su propia sede.
La quedada de los jueces a
favor de Santi Potros ha sido una artimaña de precisión relojera por la que han besado las aguas del río
corrompido las víctimas sufridas de los silencios ominosos. Una gracia más de
sus graciosas señorías.
La Comisión de investigación
del Ayuntamiento de Alcalá ha querido hacer ‘quedada’ con el alcalde y el equipo de gobierno. La
comisión pretende erigirse en Alto Tribunal, y el alcalde y equipo de gobierno,
que quisieron fuera investigada y aclarada su gestión municipal en su relación
con Choferil y Walter Music, se negaron a ser sometidos a un
juicio público o Causa general, declarando por escrito como los funcionarios. La Presidenta de la Comisión, al ver truncado
el gran circo, les llamó “cobardes” e “indecentes”. Ya dijo Quevedo de Alcalá
que era “el mesón de la ofensa”.
José César Álvarez
Puerta de Madrid, 13.12.2014
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