domingo, 5 de julio de 2015

JCA. premio de novela JUAN VALERA 2015



 JOSÉ CÉSAR ÁLVAREZ, ganador del ‘Premio de novela JUAN VALERA’ 2015



     El premio de novela Juan Valera fue creado en 1933 y es por lo tanto uno de los concursos literarios más antiguos de España. Lo convoca el Ayuntamiento de Cabra, ciudad donde nació el escritor decimonónico, juntamente con la ‘Fundación Cultural Valera’. El premio lo viene editando la Diputación Provincial de Córdoba, integrando cada título a una colección de novela cuidada, que se convoca en años alternos –un año, novela; otro, ensayo valeriano–. La Universidad de Córdoba, a través de su departamento de Literatura Española, interviene con su solvencia en el fallo literario. Es un premio que se mantiene en el panorama literario con el prestigio de su solo nombre y de su colección.

     
En la edición de este año se presentaron 31 novelas, 28 venidas de distintos lugares de España, y otras tres llegadas de Argentina, Venezuela y Suecia.


     En el bello parque Alcántara Romero de la ciudad egabrense, en torno a la estatua de Juan Valera se desarrolló el acto de entrega del Premio literario, conmemorando así la onomástica del escritor egabrense.  Presidía el acto el alcalde de la ciudad Fernando Priego Chacón y el nuevo concejal de Cultura José Luis Arrabal Maíz, quien presentó a Carmen Serrat-Valera, biznieta del escritor, quien hizo una exhaustiva relación de los fondos valerianos de los archivos del conde de Puñonrostro, enumerando una abrumadora relación de cartas con los personajes más importantes de España y del mundo en su tiempo. Carmen, que dirige en Madrid un gabinete de Psicología y es esposa del conde de Puñonrostro, agradeció la defensa que el ayuntamiento de Cabra hace del legado de su insigne antecesor.


Lectura del acta

     El Secretario de la Corporación leyó el Acta de concesión del Premio de novela Juan Valera 2015, cuyo jurado estaba compuesto, además de por el alcalde y primer teniente de alcalde, por el patrono de la Fundación Cultural Valera, un Cronista de la ciudad, por los representantes del Instituto Felipe Solís, de la Real Academia de Córdoba de Ciencias y Bellas Artes, y un representante del Departamento de Literatura Española de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Córdoba, quien emite un informe  por el que de las treinta y una  novelas presentadas al certamen resultan finalistas tres de ellas:


  1. Un cobarde valiente
  2. Voz de bajo
  3. Como la zarigüeya


     El Jurado, tras amplia deliberación, decide por unanimidad otorgar el Premio de Novela “Juan Valera” 2015 a la obra VOZ DE BAJO por la originalidad de la trama, la creatividad manifestada en la historia relatada, la precisión de su técnica narrativa, el carácter estructurado y bien armado de la obra , destacando la riqueza del léxico empleado y la adecuada utilización de los recursos y figuras literarios. Abierto el sobre con el lema correspondiente al trabajo premiado resulta ser su autor D. José Cesar Álvarez García.

Al autor galardonado, que integraba la presidencia al lado de la biznieta, el alcalde le hizo entrega de una placa y le ofreció la tribuna.

Palabras del galardonado


     “Antes de hablar de mi libro, quiero hablar de vosotros. Nadie puede encarar con garantías el futuro, si antes, como vosotros, no conoce el pasado. Por eso sois ejemplares al volver la vista atrás y homenajear con tanto entusiasmo a vuestro hijo predilecto, a vuestro hijo preclaro Juan Valera. Es de bien nacidos este orgullo que manifestáis al alumbrar vuestro pasado. Los niños de mi generación cuando llegábamos a la lección de don Juan Valera, allí en la novela del XIX junto a Benito Pérez Galdós, la Pardo Bazán y José María Pereda, allí, con Valera, los niños de España aprendíamos dos palabras nuevas: ‘polígrafo’ y ‘egabrense’. Lo de polígrafo le venía por su universalidad de los géneros tratados: el género epistolar del que los ‘guasag’ y los ‘emilios’ nos quitaron la costumbre, pero que las epístolas ejemplares de don Juan Valera las alberga esa Fundación Cultural que ampara su colosal legado, y de las que nos ha dado buena cuenta Carmen. “


     “Y cultivó también la crítica literaria, junto con su buen amigo Menéndez y Pelayo, con quien compartió lo de ‘polígrafo’, además de la tertulia en su casa valeriana de la cuesta de Santo Domingo en Madrid. Y fue sobre todo periodista, y filósofo krausista que vivió en Alemania, y autor teatral, y poeta, y sobre todo novelista de factura femenina, como el gran seductor que fue, autor de Pepita Jiménez, de Juanita la Larga, de doña Luz…”

   “Y fue universal don Juan Valera por los distintos lugares del mundo donde desplegó su diplomacia de carrera, hasta en diez distintos lugares: Washington, San Petersburgo, Rio de Janeiro, Viena, Dresde, Lisboa… Y estuvo en Nápoles junto al Duque de Rivas. He venido al menos un día antes para sorber los aromas del autor que desde hoy llevaré conmigo. Y estuve ayer en el patio de suelo de mármol blanquinegro del Casino con sus dieciséis arcos subrayados de hiedra y el chapoteo de su surtidor, vuestro Círculo de la Amistad, el mismo día al que se refiere en Pepita Jiménez en cartela apostada en el muro. Era la víspera de San Juan cuando aquel patio –decía– se llenaba de forasteros, y aunque en esta ocasión sólo estábamos los forasteros de mi hijo y yo, me pareció que éramos aludidos.”
    



El patio del Casino de Cabra mantiene vivas las esencias valerianas de Pepita Jiménez, su obra más celebrada, donde la sensualidad y el erotismo no necesitan descripciones. Las palabras llevan prendido el aroma.

     “No lo pensé dos veces. Cuando vi la convocatoria del certamen literario Juan Valera, pensé enseguida meter mi novela en ese estuche. Yo soy de los que creen que los nombres de las cosas hacen a las cosas, y que el nombre de Juan Valera impregna y tiñe una obra. Don Juan Valera difería de la forma de novelar de don Benito Pérez Galdós. Mientras que para éste la novela debía ser fiel correlato de la realidad, Valera pensaba que la realidad, la hosca realidad, estaba para ser transida, edulcorada, sublimada. Y yo estoy con Valera. Por eso mi novela que aquí traigo trasciende la realidad. VOZ DE BAJO tiene por protagonista a un hombre de voz excesiva, un profesional  de la polifonía clásica, llamado Lotario, quien no encuentra espacio para su voz. La vecina le da con los nudillos en la pared cuando Lotario ensaya, no aguanta su voz de petróleo, ni la aguanta el vecindario, aunque él tenga que sufrir la bullanga festivalera de su radio. No tiene ya el espacio de la iglesia, porque los curitas modernos han expulsado de la iglesia a Bach, Perossi, Palestrina y Victoria, sustituyéndolos por dulzonas peroratas vertebradas a golpe de guitarra. Es así que Lotario busca lugares apartados para el ejercicio de su voz en una ciudad que llamo Santiuste la Vieja. En esa búsqueda errante de soledades, a Lotario le ocurren aventuras sin cuento, hasta llegar a entrar en contacto con las estatuas de la ciudad que por la noche se bajan de sus altillos y departen en animada tertulia. Asiste a la dialéctica de los protagonistas de la historia. Son las estatuas de Cervantes, el Cardenal Cisneros, el Empecinado, San Ignacio y Azaña. Son noches idílicas las que aquí traigo, noches mágicas entre lo inverosímil y lo verosímil, entre la fantasía y la realidad, entre lo onírico y lo consciente, que acabo haciendo verosímil realidad.”

     “Mi novela, pues, es de base histórica y rigurosa, con ingredientes de humor, de filosofía, de música, de lengua y… de los fundamentos literarios que importan y que ha sabido ver el jurado a tenor del acta leída.”

      “Estoy acabando. Quiero agradecer vuestra acogida. vuestra histórica acogida. Acogisteis a Averroes cuando aquí vino a refugiarse huyendo de los integristas musulmanes. Acogisteis a Miguel de Cervantes cuando aquí vino a refugiarse, con los justicias tras de sus talones,  a la casa de su tío Andrés de Cervantes, que en aquel 1568 era alcalde Mayor de Cabra, y al lado de su primo Rodrigo, a quien bien conocía de la época escolar de Sevilla. A aquel Miguel de Cervantes que le hervía la sangre de sus 21 años, había sacado su espada en los sitios de los alcázares madrileños, donde hoy está el palacio de Oriente, e hirió a Antonio de Sigura. Sacar la espada en terrenos del rey estaba muy castigado. Aquí esperó la sentencia, según Astrana Marín. La condena fue gorda: la corta de la mano derecha y diez años de exilio. Aquí salvasteis en principio su mano derecha para que fuera posible El Quijote.”

    “Pues bien, los que acogisteis a Averroes y a Cervantes, hoy, salvadas las infinitas distancias, habéis acogido mi prosa errante, tan errante como la voz de bajo de mi protagonista. Gracias. “


     Final del acto


     Cerró el acto oratorio el joven alcalde de Cabra, quien puso marco literario a la obra de Juan Valera y a su valoración de conjunto, volviendo a la cita inevitable cervantina.  La banda municipal de Cabra obsequió a los presentes con un concierto del que destacaron pasajes de la zarzuela española, concluyendo con los himnos andaluz y español, escuchados de pie. Inmaculada obsequió a los representativos del acto con un ramo de flores que sirvió de ofrenda floral al ciego de Cabra y señor de las luces. Posteriormente se dirigieron al Casino, donde fueron obsequiados con un refrigerio de la cocina egabrense.

Semanario ‘Puerta de Madrid’, 3.7.2015
 

En el bello patio de aromas valerianos del Casino de Cabra, de derecha a izquierda, el cronista de la ciudad y filólogo clásico don Julián García y García; el nuevo concejal de Cultura, José Luis Arrabal Maíz; Carmen Serrat-Valera, biznieta de Juan Valera; el joven alcalde de Cabra Fernando Priego Chacón, PP, que acaba de alcanzar una mayoría absoluta que ha tronado en Andalucía; y José César Álvarez, el autor alcalaíno premiado. Atrás, el Secretario de la Corporación; Inmaculada, la activa secretaria de Cultura, y el entusiasta concejal de Agricultura, Turismo y Deporte.     







Carta abierta a Rita Maestre




Carta abierta a Rita Maestre

      
     Te desnudaste, Rita, en la capilla de Somosaguas, e injuriaste mis creencias y convicciones. Viniste al templo de los que ponemos la otra mejilla. Eres cobarde, Rita. No me digas que sólo perseguías el laicismo que atenúa la presencia de cualquier religión, cuando, en el fondo, lo sé, disfrutarías más si alguna de las otras religiones llegara a ahogar a la católica religión que tanto odias. Y, en ciertos momentos, reivindicas la igual presencia (¿) de las otras.



     Ah, ya, es que tu protesta es porque no quieres que el espacio religioso acapare el académico. Eres de una justicia clarividente. ¿Te echamos cuenta, Rita, de los espacios universitarios tomados a cuenta de inventario por tus tropelías, por la ocupación de tus desmanes, por tus cartelas y pintadas, las de los tuyos, por el sitio de tus broncas y amenazas, por los ribazos de tu insulto y agresiones, por la iglesia de tu guerra y de tu odio, por los expolios de toda índole practicados en las aulas de tu pensamiento único? ¿Tiramos la cinta métrica, Rita?



     ¡En qué mal momento se reanima el fuego de tu delito, el juicio contra tu odio al sentimiento religioso! ¡Te imputan ahora que eres portavoz del equipo de gobierno del ayuntamiento de Madrid! ¡Qué fastidio! ¡Pero si eso ya lo sabía la jefa! –dices–. ¡Pues, claro! Por eso te puso donde te puso, Rita, a ti que te desnudaste junto con otras mujeres y gritabas: "vamos a quemar la Conferencia Episcopal", "el Papa no nos deja comernos las almejas", "menos rosarios y más bolas chinas", "contra el Vaticano poder clitoriano", "arderéis como en el 36" y "sacad vuestro rosarios de nuestros ovarios". Ahí va tu línea programática. Ese es el vademécum de tu portavocía, ese es el currículum de valoración ante la jueza Carmena, la de ‘jueces para la democracia’ y ahora la de ‘alcaldes para la democracia’. No es que te haya salido una china inoportuna en el zapato, es que tú eres la china, Rita. Lo de dimitir por estar imputada es para los perversos que tienen cuentas en Suiza, no las cuentas de una capilla, que no llega a ser iglesia ni menos catedral. Pero ¡qué bobada es esta! –dirás, tú, vestida ahora de digna, tocando el techo de tus delirios. “Yo soy Rita y lo que se da no se quita”.



     
     Y el fuego del 36 se ha vuelto contra ti, Rita. ¡En qué mal momento se reanima este fuego! Porque es el momento más negro que nunca ha tenido la Iglesia Católica. Es ahora hacer llover sobre mojado. Estamos ahora en el cenit histórico de su persecución y de su martirio. Se amontonan ahora los mártires cristianos de Somalia, de Irak, de Pakistán, de Nigeria, del Congo… ¿Sabes, Rita, que los niños católicos de Irak, los que todavía no han sido sacrificados desde sus batas naranjas, se preparan con serenidad para el martirio? ¿No sabes que los han pillado hablando sobre cuál habría de ser su último grito antes del martirio? Los cristianos, Rita, son valientes y tú, cobarde, no sabes respetar el sentimiento religioso del héroe que los cristianos llevan dentro. Tú los agigantas. Debes comprender, Rita, que ahora morir bajo tu grito de portavoz resulta geográficamente excesivo. Aplaza tu voz, Rita.



     ¿De qué tu odio al cristianismo, si tú misma no puedes borrar la identidad de tu huella cristiana? Tú, Rita Maestre, llevas en tu nombre el fragor de las rosas de Santa Rita de Casia, la santa italiana y medieval, la de los panes que se hacen rosas, como a San diego de Alcalá. Aunque tu apellido Maestre pendule entre el ‘gran maestre’ de las órdenes militares que lucharon por los santos lugares y ‘el gran maestre’ de la masonería, como un eco de su nombre estás tú ante la santa de tu nombre, la fiel hija de Dios, estás tú, la apóstata de tu santo origen, la infiel desnuda ante el capellán zarandeado y los alumnos orantes. Tú que quieres, no puedes raspar, sin embargo, la historia inviolable de tu santo nombre, como no podrás raspar, tú que quieres, la huella cultural de una civilización secular cristiana. Tú, Rita, para ponerte de frente debes cambiar de cara, hacerte un lifting existencial, tú que descansas en los domingos, días del Señor, y celebras tu onomástica, o cambias tu looking o me entra la risa floja, nena.

   
     
     Te desnudaste, nena, en el ámbito sacrosanto del nombre que más quiero: complutense. Tú no sabes lo que eso significa, como tampoco lo han sabido los tres últimos rectores de tus aulas. Nosotros, aquí, en Alcalá de Henares, junto al río, raspamos con nuestras manos nuestro viejo suelo –no para borrar como tú, sino para alumbrar– y descubrimos el mosaico de nuestro pasado romano: Complutum. Somos complutenses. Y tuvimos la Universidad del Siglo de Oro Español, la ‘Complutense’, cuya fachada renacentista la remata una cruz y la enmarca un cordón franciscano, el del Cardenal Cisneros, su fundador. En el expolio de 1836 se llevaron la universidad a Madrid y alguien raspó hace cuarenta años para encontrar su verdadero nombre: Complutense, el nombre eclesial de tu verdadero ámbito, el nombre profanado por tu desnudez y por tu grito, el nombre de mi suelo escarnecido.



     No anuncies la originalidad de tu verano, Rita, con los comedores para los niños que no tienen, porque no encontrarás un niño que no haya tenido bocado que llevarse a la boca. Eso, bonita, lo viene solucionando hace años, en el silencio contrario de tu grito, en la humildad contraria  de tu protagonismo, esa iglesia a la que odias, que se te adelanta por los siglos de los siglos, no con la solidaridad como consigna, sino con la caridad cristiana de su dimensión trascendente.



José César Álvarez


Puerta de Madrid, 3.7.2015