sábado, 30 de julio de 2016

Oracion al Apóstol Santiago



 Santiago peregrino de Juan de Juni

Oración al Apóstol Santiago

     A ti, Santiago el Mayor, hijo del Zebedeo, hermano de Juan el evangelista, a ti, patrono de España, tú que cabalgas sobre la loma del ardiente Julio, queremos que disculpes nuestro olvido de la fecha redonda, octogenaria, del 18 de julio, la fecha gloriosa de nuestra extra, que sigue y no falte, porque el hecho histórico que guarda es piedra pendiente de cristalización, piedra fallida de reflejos bipolares, piedra de escándalo, piedra de los que largan y piedra de los que callan. Cuando el cañón de la luz se proyecta sin recato sobre la fosa fratricida de las dos Españas, a uno se le hiela el corazón de un lado y otro, aunque el corazón vaya en el lado izquierdo, habiendo de tropezar con razones que son y no son. Danos, pues, Apóstol, algo de la luz de tu monte Tabor, donde estuviste con Simón Pedro y tu hermano Juan, para que un día podamos citar sin estridencias el 18 de Julio de nuestra historia. Ilumina nuestras mentes para que conozcamos su origen y significado, sepamos de donde surge el 18 de julio, si fue una espada levantada contra una República, que “fue el período más democrático y modélico de la historia de España”, o si fue una espada levantada contra una República que era una casa de putas, con perdón, Apóstol, con perdón. Porque las dos espadas, bien distintas, nos han pintado estos incansables peregrinos de la historia, monocordes, monotemáticos, inagotables.

     Estos peregrinos de la media historia que han ocupado las canonjías de la villa de Madrid, estos peregrinos de medio pelo de la media España están arrancando de sus calles la nomenclatura de la media España, de la media historia del pueblo al que dicen servir. Solo vale su media historia cuando en las guerras que han sido, de aquí y de fuera, figuran generosamente los vencedores y vencidos. Tú, Santiago y Jacobo, que viste resucitar a la hija de Jairo,  recupera los signos vivientes de nuestra historia muerta y conserva en los muros de tu patronazgo los nombres preclaros que la conformaron.  

     Tú, Santiago el Mayor, que diste nombre a la segunda calle de la ciudad vieja de Alcalá de Henares y que quedó transida de tu sonrisa larga y apacible, esa calle que es espalda abierta,  y paralela al costillar de su calle Mayor. Resguárdala de las afrentas que la afearon, hoy cicatrices de su rostro, como el edificio de la Telefónica, como el Sanatorio Vallés, como las ventanas cegadas y rejas arrancadas del Museo Arqueológico, como también, ay, la iglesia de tu santo nombre, toda ella erradicada a cuajo, perdón Apóstol, con las pinturas de Laredo y sus molduras barrocas. Eran los días corrientes de nuestro feroz urbanismo y fue parroquia expoliada con uso de razón y de solvencia, sobre el solar más ecuménico de su historia, el que fue sinagoga, mezquita e iglesia de tu nombre imborrable, el que siempre iluminará la calle de tu templo abatido y profanado. Te lo prometemos hoy, Señor Santiago.

     Tú que recibes a diario el abrazo de miles de peregrinos sobre los hombros de tu imagen de Compostela, tu campo de estrellas, guía a los jóvenes peregrinos alcalaínos que cruzan Alemania para participar en la XXXI edición de la Jornada Mundial de la Juventud, y que pusieron con temor su pie en Munich el día 23, llévales a su destino junto al Papa Francisco, donde piensan confluir un millón de jóvenes de 137 países y fundirse en la alegría contagiosa de su fe. Cúbreles en su retorno. Tú que participaste en el cenáculo orante por la venida del Espíritu Santo, infunde en la JMJ las lenguas de fuego de su entendimiento. Tú que asististe a la pesca milagrosa del lago Tiberiades goza en Cracovia de la pesca de tu palabra apostólica.

     A ti, Santiaguiño entrañable, que pescaste en el lago de Genesaret y que quisiste ser pescador de hombres, asiste a Mariano, ese junco que nació en el compostelano sitio donde tú yaces, hoy confuso como un jurel acosado, enséñale a echar sus redes sobre los hombres de sus pactos y consensos, para hacer posible el gobierno de la barca de la que tú eres su Patrón. Ayúdanos, pescador Santiago, a retomar el rumbo de nuestra barca y no zozobrar al albur de los vientos nacionalistas.

     A ti, Santiago, que te vieron luchar con denuedo sobre un caballo blanco en la batalla de Clavijo contra los moros, te pedimos nos preserves del fanatismo contra Charly Hebdo, Bataclan, Bruselas, Niza, el tren de Wurzburgo.  Tú que fuiste degollado por orden de Herodes Agripa, preserva del martirio a los cristianos perseguidos e innombrados de Irak, Pakistán, Siria, Somalia…  
José César Álvare www.josecesaralvarez.com

domingo, 24 de julio de 2016

ATEMPORA



 ATEMPORA
     Este es el nombre que recibe la magna exposición que acoge la catedral de Sigüenza, a donde me llevó en su flamante ‘Porsche Cayenne’ mi amigo Gerardo Pareja. Pero antes me dio una vuelta por el paraíso guadalajareño, pudiendo comprobar que en los montes alcarreños de Ciruelos y Luzón, a donde llegó aquel infame incendio que arrasó en julio de 2005 todos sus pinos, además de once vidas humanas, están ahora rebrotando en sus dehesas los marojos y chaparros autóctonos, junto a la jara y las carrascas. Los marojos y los chaparros son la versión arbustiva del roble y de la encina, también presentes. Ha vuelto, pues, el paisaje de Chindasvinto y de Sisebuto, el de Rodrigo Díaz de Vivar y el de Alfonso VIII. El alma vieja rebrota con su fuerza secular. A los que impiden el desarrollo del suelo político español en este delicado momento de la formación de un gobierno, a los que enmarañan su verdad “a día de hoy”, se les podría decir mirando al monte alcarreño: “Reduce el suelo invasivo de tus especies extravagantes y desubicadass, y facilita el asomo de tu auténtico chaparral, tu suelo cálido y generoso. Aparta de tus pies la trama excluyente de bloqueos y rayas rojas y pisa el humus del bosque de la España posible y múltiple.”
     ATEMPORA significa ‘sin tiempo’, sin tiempo por medio entre los eventos y personajes que allí se amasan, es decir, que lo atemporal viene a ser lo contemporáneo. Como lo son, Cervantes y Shadespeare, allí juntos para lo que haya de venir, en una misma vitrina, con el libro de las Obras Completas del dramaturgo inglés y la novela de 1605 del alcalaíno en su edición de Lisboa (la segunda parte del Quijote es una edición inglesa de 1620), haciéndoles corro la obra y los autógrafos de Garcilaso de la Vega, Santa Teresa, Lope de Vega… Nada menos que 320 obras de 33 instituciones y particulares se dan cita en el restaurado claustro y sus ricas capillas. Pero la ‘atemporalidad’ de Cervantes y Shadespeare, junto a su compaña, es sólo un pretexto, es una gloriosa excusa del calendario, para exhibir la joya escondida de la ciudad, propiedad de la catedral, principio de investigación y de esta genial exposición de la ciudad hermana y ribereña: la bandera del galeón de Drake, ahora que se recupera el color y el valor de su historia.

     Pero esto hay que explicarlo. Felipe II de España e Isabel I de Inglaterra andaban encontrados en una guerra de intereses (1585-1604), sobre todo desde que Felipe había pasado a heredar Portugal. El prior Antonio de Crato, primo de Felipe II, aspiraba a ser nombrado rey de Portugal con la ayuda de Inglaterra y de su coaligada Holanda, quienes costeaban el asedio naval a España, aportando el Prior de Crato las joyas robadas al tesoro portugués. La expedición naval inglesa estaba dirigida por el antiguo pirata y corsario Francis Drake, ayudado por Norris, al mando de una flota de 150 buques y 25.000 hombres en su mayoría voluntarios inexpertos. La invasión naval constaba de tres objetivos sucesivos: entrar en Santander, en cuyos astilleros se estaban reparando 102 barcos de la Armada Invencible y que era preciso destruir de antemano. Pero Drake, discutido por los suyos, no se atrevió a entrar. De allí se dirigió a La Coruña, lo que no estaba previsto, donde creía el pirata que se ocultaba un gran tesoro y que era lugar de provisiones. Allí, aunque causó gran mortandad al principio, el propio pueblo supo rechazarlo con valentía y María Pita fue la heroína coruñesa. Pero la catástrofe naval, comparable al desastre de la ‘Invencible’ española, tuvo lugar entre Lisboa y las Azores. Lisboa, segundo objetivo de la reina de Inglaterra para entronizar al prior de Crato, defendida por la flota hispano-lusa a las órdenes de Alonso de Bazán, hermano del insigne almirante, infringieron un severo castigo a los ingleses, sobre todo cuando llegaron las galeras de Padilla. Drake, que quiso después cumplir el objetivo de apoderarse de las Azores, fue destrozado por la flota hispano-lusa y las tormentas.

      “Fue gran promisión y milagro del Señor no vino el Enemigo derecho a Lisboa sin tocar a La Coruña que si assy fuera sin duda ninguna tomara la Ciudad” (BN, Relación, 1589) Esta es la cita que refiere el libro, vendido en la exposición como catálogo histórico, titulado “Contra Armada. La mayor catástrofe naval de la historia de Inglaterra” (2011), de Luis Gorrochategui, un coruñés, profesor de Filosofía en un Instituto de Betanzos, que ha desplegado un enorme esfuerzo a través de instituciones españolas para reconstruir los datos inconexos de la verdadera historia, superando la falsa versión inglesa que llegamos a hacer nuestra. Si España no hubiera recuperado su hegemonía en los mares, las relaciones marítimas con las Indias hubieran sido imposible, y siguieron con normalidad, aunque siempre bajo el peligro corsario.      
     Una doble sala del claustro habla del Cervantes soldado y allí se expone la bandera que los españoles arrebataron al corsario Drake como trofeo de guerra, y también la que el pirata quitó a los portugueses y le fue arrebatada cerca de Cascais en 1589. Sancho Bravo y Arce de Laguna, sobrino nieto de Martín Vázquez de Arce (el Doncel de Sigüenza), se las donó a la Catedral. Hoy adquieren significado pleno. Ambas se exhiben junto al pendón de la batalla de Lepanto (1571), en la que Cervantes fue herido y que conserva el Museo de Santa Cruz de Toledo. La bandera de Drake se ha restaurado y preside la magnífica atemporalidad seguntina de una batalla bien ganada.
    


                              Pacto de Londres de 1604. Contra Armada

     A Fernando Meza, el guía ‘filósofo’ de la exposición, colombiano, le dije en una transición que en su tierra, en Cartagena de Indias, los ingleses de las leyendas negras de España, llegaron a acuñar moneda por la ‘victoria’ falsa, en la que les sacudió Blas de Lezo. Se reía.

José César Álvarez

Puerta de Madrid, 23.7.2016

domingo, 17 de julio de 2016

Las tormentas de verano


                   
                    Las tormentas de verano



     Rayos y truenos hemos tenido abundantes en lo que va de julio.  Las tormentas de verano se inician con la condensación de la humedad prendida en el suelo. El astro solar se las va llevando desde mayo y junio para su gran almacén del cielo, igual que las gotas de agua se acumulan en la tapadera de nuestra cacerola puesta al fuego. Cuando las capas de aire polar descienden y se superponen a nuestra tapadera evaporada, entonces se producen zonas de inestabilidad y puntos de presión. Las gotas en suspensión se rozan y al estar cargadas de electricidad producen los truenos y relámpagos, que es una misma y doble recepción sensorial de un mismo fenómeno. Es Zeus tronante, mítico, indómito, el que responde. Es el firmamento quien parece caérsenos en la cabeza. El hombre del progreso se siente tan inane como el hombre del primer día de tormenta. Nada que hacer ante la ira del cielo.



     La lluvia extensa del 26 de junio cayó sobre España con desigual fortuna e insuficiente concentración. Su humedad se ha condensado hacia un cielo de fenómenos eléctricos y curvas de presión de resultados imprevisibles. El firmamento político está fuera del dominio humano. Por eso no aciertan en su previsión los hombres del tiempo político. En el cielo socialista de Levante y Cataluña, donde domina el mistral, quieren hacer presión junto al viento PODEMOS. Otros quieren dejar de soplar para que el aire del PP sea el dominante como dice Felipe. Otros dicen que jamás dejarán de soplar. Se anuncia un largo verano de tormentas cargadas de aparato. La verdad está clara: si no resulta un viento dominante se clausura el cielo.  



     Rascando en la historia de Alcalá encontré una tormenta de verano. La Real Orden de 1770 califica el uso de la capa larga y el sombrero de anchas alas o chambergo por parte del personal académico de la Universidad de Alcalá de “indecente y nada conforme a la debida circunspección de las personas, proporcionado solamente a las acciones oscuras y no pocas veces delinquentes”. Porque decir esto en términos generales, puede pasar. Pero decir a bocajarro a los ssacerdotes del templo del saber que son “de acción oscura” y “delincuentes” debió causar una real tormenta en la docta casa, que recibió del rey además el apelativo de “indecente”, igualito que Rajoy lo recibió de Sánchez.




     Pero es que ya llovía sobre mojado. El motín de Esquilache tuvo lugar en 1766, y al año siguiente el Conde de Aranda expulsaba a los jesuitas de España. Las Santas Formas, las 17 lámparas de plata y lo más principal de su formidable iglesia de la calle de Libreros, pasaba a la Iglesia Magistral. El conde de Aranda, inspirado por el enciclopedismo francés, de quien Voltarire había dicho que “con media docena de hombres como éste se transformaría España” retiraba de la enseñanza a los jesuitas y los sustituía por maestros. Con mano izquierda consiguió lo que el destituido Esquilache no consiguió con un pueblo amotinado. Les convenció de que era más higiénico cortar una cuarta las capas y sustituir el chambergo por el tricornio o sombrero de tres picos. Sólo dejó con esas prendas al personaje odiado del verdugo.

      Pero cuatro años después del hábil encauzamiento del motín de Esquilache, cuya ira había arrancado las lumninarias públicas de Madrid, modernizada por el ministro italiano, la Universidad de Alcalá seguía sujeta al inmovilismo de las costumbres, plantando cara al gobierno ilustrado de Carlos III. La docta casa, ya decadente, quería continuar anclada en la imagen espectral ya desusada en Europa, como un gesto acendrado en defensa de sus tradiciones. Pero no se daban cuenta que era una moda traída por los austrias en tiempo de Carlos II, apenas hacía un siglo, venida de la corte de Viena y que a su vez  había sido importada de Flandes, y que las prendas que proponían en su sustitución eran realmente las tradicionales. El desplante complutense propició la censura nominal de la Orden Real en sus expresiones hirientes.



     En el fondo de la protesta iracunda del pueblo en el motín de Esquilache está la subida del precio de los productos básicos como el pan y el tocino, pero al cortarles el largo de una capa que consideran suya, porque arrastra la ignominia de la calle, les entra entonces el subidón patriótico y arremeten contra los extranjeros representativos de aquel momento (Nápoles era español y Aranda había estudiado en Bolonia): piden la expulsión de Esquilache y su familia y la bronca incendiaria llega al ministro Grimaldi y al arquitecto Sabatini. Surge el nacionalismo patrio, el excluuyente, el cavernario e irracional, en el que derivan los regionalismos a ultranza, el mismo al que llegaron los cantonalismos. Es el mismo orgullo hueco y retumbante de los habitantes de Villatempujo: “Nosotros somos la leche, somos los mejores”. Y no les da vergüenza su mirada perpetua al ombligo, ni su amenaza y chantaje perpetuos.



José César Álvarez

Puerta de Madrid, 16.7.2016

sábado, 9 de julio de 2016

Ser o no ser, esa es la cuestión



Ser o no ser, esa es la cuestión



     Esta es la frase más famosa de la literatura universal, principio del conocido soliloquio de Hamlet. Nosotros quizás queramos compararla en fama con la de “En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme…”,  la cual es principio de nuestra primera obra literaria. Aunque don Quijote se echó al campo “una mañana de Julio”, con Hamlet nos metimos en este ferruginoso Julio, que es el de siempre, el de los incendios, el del Tour de Francia, el de los sanfermines, el de los aires acondicionados y el de los helados de sabores que no cesan. Como no han cesado los teatros ni las series de penaltis de este mundo empatado.



     La oportunidad de este título nos la ha brindado el Hamlet en la versión y dirección de Miguel del Arco, que se representó dos veces en el Teatro Salón Cervantes el último día de junio y primero de julio, como a caballo fue escrita la obra entre el siglo XVI y XVII, como a caballo es el “ser o no ser” existencial de su protagonista. Fue una versión amable, sin convulsiones, lejos de las atormentadas versiones de que venimos. Los cinco clásicos actos se suceden con transiciones dulcificadas, elipsis agradecidas y un juego ingenioso de cortinas que a la vez son pantallas mágicas de luminotecnia. Del patetismo de la tragedia se pasa a la jocundia de la comedia, sin perder la esencia. Israel Elejalde, el actor protagonista, junto con sus compañeros, no declama, dice con precisión, y no hay atisbo de divismo en sus ademanes. Podría discutirse alguna valiente incorporación, pero pesa más el todo, ese Hamlet de un tirón, confitado y desespinado, que fue un placer degustar.  



     Ser o no ser, esa es la cuestión que debe abordar España para ser gobierno y no ser un gobierno en funciones. España necesita un gobierno que sea. España debe pasar del no ser al ser. Pero es compromiso de España, no de Rajoy. La urgencia de un gobierno es de responsabilidad  nacional y empeño de todos. Porque si nos mantenemos en el no-ser, en el veto continuado, vamos a la vergüenza nacional y a la mayoría absoluta del PP en una tercera convocatoria a las urnas. La tendencia prioritaria de un país merece el respeto, sin exigir la  devoción.



     El príncipe Hamlet de Dinamarca representa la conciencia universal. Su tío Claudio vertió veneno en el oído de su padre cuando dormía en el jardín y le usurpó el reino y la mujer, su madre. Hamlet urde la venganza para alcanzar la dignidad. En la parodia nacional, el veneno por el oído va a en forma de palabra hablada. “No podemos apoyarr a Rajoy en el Congreso, ni menos sus medidas nefastas” dirá al unísono toda la oposición. Al final, admitirán la abstención a cambio de que Rajoy acepte sus medidas, las ‘buenas’, las zapateriles. Querrán que los que ganaron ejecuten las medidas más ideológicas de los que perdieron. El PP lógicamente habrá de negarse de cara a su electorado. Entonces volveremos a la tercera convocatoria de elecciones, y los que perdieron volverán a echar la culpa a Rajoy. Pero como el pueblo no es tonto, Rajoy volverá a salir reforzado. De momento, seguiremos entre el ser y el no-ser.



     “¿Somos o no somos?” se preguntará ‘SOMOS Alcalá’, la marca blanca de PODEMOS, que en las elecciones del 26-J ha obtenido en Alcalá 21.001 votos, que son 431 menos que en el 20-D, cuando su perspectiva de fusión con IU, no sólo contemplaba la suma sino la multiplicación. Pero fue resta, fue no-ser. Porque la suma, ‘el ser’ se lo llevaron el PP con +3.110 (total 34.037 votos) y el PSOE con +276 (total 22.524 votos). En la cuesta descendente del no-ser se coloca ‘Ciudadanos’ de Alcalá con -1.993 votos (total: 17.768 votos).



     Los vecinos de la Plaza de España de Alcalá de Henares —antigua plaza de toros—, oyeron decir a SOMOS de Alcalá que aquel era territorio suyo y que cambiarían su nombre por ‘Plaza del Pueblo’. Ese es el tópico marxista tan viejo y repetitivo que ya se oye y no se escucha, es tabarra monocorde y cansina, pero inútil. ¿Son normales aquellos a quienes les da erisipela el sólo nombre del país? En un restaurante del que dicen que es su terreno encargaron una cena de 250 comensales para celebrar su gran éxito el día 26 de junio. Sólo cumplieron su compromiso 50. Los demás debieron quedar desganados ante el resultado. El restaurante hubo de quedarse con los excedentes de jamón de Jabugo y el marisco de Isla Cristina, productos del pueblo.



     La armonía arquitectónica se dio cita en el patio de Santo Tomás de Villanueva, cuando comenzaron sus obras en 1617 bajo la traza de Gómez de Mora. Se suceden tres pisos: los dos primeros en el orden toscano con arcos de medio punto, y el superior de orden corintio de arcos rebajados. La armonía musical de ‘Clásicos en Alcalá’ se dio cita en dicho lugar sucediéndose en esta ocasión la espléndida armonía de tres espléndidos pisos de orgullo alcalaíno: La Banda Sinfónica Complutense, la orquesta ‘Ciudad de Alcalá’ y la ‘Schola Cantorum’, sin olvidar, claro, el acto estelar de la Gala Lírica Operastudio.



     Felicitamos a Carmen Cerezo Monsó, alcalaína de pura cepa, porque el día 12 se sucederán en ella noventa julios de armonía, por poetisa, soprano, directora de coro y buena gente. Es el triunfo del ser.



José César Álvarez

Puerta de Madrid, 937.2016

sábado, 2 de julio de 2016

El hombre, medida de todas las cosas





El hombre, medida de todas las cosas
    
      La frase es del sofista Protágoras, siglo V antes de Cristo, a quien Platón dedicó uno de sus más celebrados ‘Diálogos’ y que el otro día, bajo los soportales, frente a la casa de Cervantes, un poco más allá, nos recordaba en plena deambulación Tomás Ramos Orea, a golpe de sombrerazo de paja, como corolario a las más dispares situaciones humanas que veníamos comentando. Y hasta hubimos de sufrir su cita latina y griega que viene a cifrarse en ‘Mensura homo’.  “Cuando nos explicaba de chavales esto nuestro profesor de Filosofía don Eusebio Palenzuela —decía—, no lo entendíamos. Ahora, sin embargo, lo vemos claro, quiere decir lo que dice, ni más ni menos”.
     
       Pero yo, sin embargo, no tengo claro su significado. De hecho las interpretaciones de la frasecita han sido varias. “El hombre es la medida de todas las cosas”, pero ¿de qué hombre? ¿Del hombre concreto o del hombre genérico como interpretaba Goethe y Aristóteles? Porque si se trata del hombre concreto, tenemos tantas perspectivas humanas como hombres son. Caemos entonces en el relativismo, en la subjetividad, huyendo de ‘la verdad’, aquella que buscaba con ahínco la Grecia antigua, y cuyo hondo prestigio llega hasta la superficie del propio Alexis Tsipras.
     Yo lo que entiendo, creo que junto a mi amigo del soportal, es que el hombre da la talla para ser santo y demonio, héroe y traidor, honrado y ladrón, borracho y astemio, glotón y templado, facha y rojo, promiscuo sexual y célibe, votante del PP y de Bildu, seguidor acérrimo de ‘san pedro’ y de ‘san pablo’ (Sánchez e Iglesias), cuyo orden en el santoral español no ha habido que invertir el pasado domingo según había anunciado el profeta. Se respeta el orden canónico: ‘san pedro y san pablo’, no al revés.
    
      El hombre da todas las tallas, “es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto que son, y de las que no son en cuanto que no son”. Y el hombre británico ha sido capaz  de ser la medida de la cosa que no era y que ha sido: dar una patada contumaz en el culo de Europa y, eso sí, que Europa no conteste, porque, claro, es una decisión democrática. Por cierto, que la talla más contestataria contra Europa —ello ha sido noticia—, la ha dado nuestra ciudad hermana de Peterborough, en cuyo acto de hermanamiento colaboramos en nuestros tiempos concejiles en 1986, gracias a la generosidad del entonces alcalde de Alcalá Arsenio Lope Huerta, con motivo de la invitación de la hoy ciudad contestataria a la conmemoración del 450º Aniversario de la muerte de la alcalaína Catalina de Aragón, sepultada en la Catedral-Abadía de Peterborough, sobre cuya tumba Arsenio y yo depositamos un ramo de flores en un acto emotivo. ¿Qué ha pasado? ¿Dejamos las flores torcidas? ¿Ha resucitado la cólera de Enrique VIII? Lo cierto es que Catalina, la mujer pro-europea, la princesa del humanismo renacentista, la mecenas de Tomás Moro y Erasmo de Rótterdam, la han alejado de Europa zanjando una frontera a su tumba, también nuestra.


Retrato de Juan de Flande s de Juana de Aragón a los 11 años
 
      Los españoles han vuelto a dar la medida de su talla en América. Los que en otro tiempo hollaron su continente de norte a sur dejando la huella misional indeleble de su aportación social y lingüística, inapelable, que no quieren ver los que se enrocan en lo negativo, han vuelto a hollar de este a oeste la ampliación del Canal de Panamá, en otra grandiosa empresa. 



     ‘La villana de Getafe’, obra en verso de Lope de Vega, que se puso en escena en el Teatro Salón Cervantes el pasado sábado es la medida de la villanía de la Compañía Nacional de Teatro Clásico al adulterar con alevosía el patrimonio inmaculado del teatro clásico tal como el que echa agua sin tino a un bote de pintura original y la revuelve con un palo, dale que dale, donde todo se mezcla y ya no se sabe lo que era y lo que es. Y lo que es y no era es un autocar que va a Getafe, ‘La toledana’, unas niñas de minifalda, unos ejercicios de yoga, unos bailes de ‘rap’ y unas rimas de Getafe con gafe. Todo eso en el siglo XVI. Un respeto, villanos.



     Y el hombre español le ha dado su medida a Rajoy, por encima de las medidas interesadas de todos los encuestadores previos. El caballo ganador ha sacado al segundo caballo 52 guarismos, aumentando así la distancia de los 33 que ya poseía en la carrera anterior. Todo apunta a que la medida de la gobernabilidad de este pueblo está más cerca. “Bueno, amigas y amigos”.





José César Álvarez

Puerta de Madrid, 2.7.2016