Las tormentas de verano
Rayos y truenos
hemos tenido abundantes en lo que va de julio. Las tormentas de verano se inician con la
condensación de la humedad prendida en el suelo. El astro solar se las va
llevando desde mayo y junio para su gran almacén del cielo, igual que las gotas
de agua se acumulan en la tapadera de nuestra cacerola puesta al fuego. Cuando
las capas de aire polar descienden y se superponen a nuestra tapadera evaporada,
entonces se producen zonas de inestabilidad y puntos de presión. Las gotas en
suspensión se rozan y al estar cargadas de electricidad producen los truenos y
relámpagos, que es una misma y doble recepción sensorial de un mismo fenómeno.
Es Zeus tronante, mítico, indómito, el que responde. Es el firmamento quien
parece caérsenos en la cabeza. El hombre del progreso se siente tan inane como
el hombre del primer día de tormenta. Nada que hacer ante la ira del cielo.
La lluvia extensa
del 26 de junio cayó sobre España con desigual fortuna e insuficiente
concentración. Su humedad se ha condensado hacia un cielo de fenómenos
eléctricos y curvas de presión de resultados imprevisibles. El firmamento político
está fuera del dominio humano. Por eso no aciertan en su previsión los hombres
del tiempo político. En el cielo socialista de Levante y Cataluña, donde domina
el mistral, quieren hacer presión junto al viento PODEMOS. Otros quieren dejar
de soplar para que el aire del PP sea el dominante como dice Felipe. Otros
dicen que jamás dejarán de soplar. Se anuncia un largo verano de tormentas
cargadas de aparato. La verdad está clara: si no resulta un viento dominante se
clausura el cielo.
Rascando en la
historia de Alcalá encontré una tormenta de verano. La
Real Orden de 1770 califica el uso de la
capa larga y el sombrero de anchas alas o chambergo por parte del personal
académico de la
Universidad de Alcalá de “indecente y nada conforme a la
debida circunspección de las personas, proporcionado solamente a las acciones
oscuras y no pocas veces delinquentes”. Porque decir esto en términos generales,
puede pasar. Pero decir a bocajarro a los ssacerdotes del templo del saber que
son “de acción oscura” y “delincuentes” debió causar una real tormenta en la
docta casa, que recibió del rey además el apelativo de “indecente”, igualito
que Rajoy lo recibió de Sánchez.
Pero cuatro años después del hábil encauzamiento del motín de Esquilache, cuya ira había arrancado las lumninarias públicas de Madrid, modernizada por el ministro italiano, la Universidad de Alcalá seguía sujeta al inmovilismo de las costumbres, plantando cara al gobierno ilustrado de Carlos III. La docta casa, ya decadente, quería continuar anclada en la imagen espectral ya desusada en Europa, como un gesto acendrado en defensa de sus tradiciones. Pero no se daban cuenta que era una moda traída por los austrias en tiempo de Carlos II, apenas hacía un siglo, venida de la corte de Viena y que a su vez había sido importada de Flandes, y que las prendas que proponían en su sustitución eran realmente las tradicionales. El desplante complutense propició la censura nominal de la Orden Real en sus expresiones hirientes.
En el fondo de la
protesta iracunda del pueblo en el motín de Esquilache está la subida del
precio de los productos básicos como el pan y el tocino, pero al cortarles el
largo de una capa que consideran suya, porque arrastra la ignominia de la
calle, les entra entonces el subidón patriótico y arremeten contra los
extranjeros representativos de aquel momento (Nápoles era español y Aranda
había estudiado en Bolonia): piden la expulsión de Esquilache y su familia y la
bronca incendiaria llega al ministro Grimaldi y al arquitecto Sabatini. Surge
el nacionalismo patrio, el excluuyente, el cavernario e irracional, en el que
derivan los regionalismos a ultranza, el mismo al que llegaron los
cantonalismos. Es el mismo orgullo hueco y retumbante de los habitantes de Villatempujo:
“Nosotros somos la leche, somos los mejores”. Y no les da vergüenza su mirada perpetua
al ombligo, ni su amenaza y chantaje perpetuos.
José César Álvarez
Puerta de Madrid, 16.7.2016
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