Nombre se paga con nombre
Alcalá de Henares
como ciudad universitaria fue declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad un 2 de
diciembre de 1998 porque su vieja Universidad había servido de modelo en otras
partes del mundo. Hace tiempo, mi hijo Javier, que anda por esos mundos, me
mandó unas fotos de la ciudad de Antigua en Guatemala y de su vieja Universidad
fundada por los franciscanos, a quienes había servido de modelo la de Alcalá,
donde ellos habían estudiado. La sorpresa fue, según me contaba Javier, que
allí, al enseñar sus venerables piedras, recibió a quemarropa y sin aviso el
nítido nombre de de ‘Alcalá de Henares’, y que allí se explicaba su historia con
el orgullo de su origen complutense. Y el alcalaíno de la maternidad de O’Donnell
aprovechaba para reprenderme: “¡Si es que no sabéis hasta donde llega Alcalá!”
Es cierto, estamos emperrados en que no pasa del Torote y de la Venta de Meco, y bien viene que
en este cíclico dos de diciembre, aniversario de su declaración, nos entre
siquiera sea un vaho cierto de esa humanidad patrimonial dispersa y difusa, un
testimonio del nombre de Alcalá tomado vivo a pie de obra en el ‘antiguo’ lugar
de manera espontánea, que no de otra manera.
La ciudad que hoy
se llama Antigua y popularmente Antigua Guatemala tuvo por nombre el de Santiago de los Caballeros de Guatemala durante
la época colonial, cuyo título oficial e histórico es el de ‘Muy Noble y Muy Leal’, es cabecera del
municipio homónimo y del departamento de Sacatepéquez. Se ubica a
aproximadamente a 45
kilómetros al oeste de la actual capital, y fue la
capital de la Capitanía General
de Guatemala entre 1541 y 1776, año en que la capital fue trasladada a la
ciudad de Nueva Guatemala de la
Asunción, después que los terremotos de Santa Marta arruinaran la ciudad por tercera
ocasión en el mismo siglo, y que las autoridades civiles utilizaran eso como
excusa para debilitar a las autoridades eclesiásticas —siguiendo las
recomendaciones de las reformas borbónicas emprendidas por la corona española
en la segunda mitad del siglo XVIII—
y obligando a las órdenes
regulares a trasladarse de sus majestuosos conventos a frágiles estructuras
temporales en la nueva ciudad.
A partir del traslado la ciudad
pasó a llamarse «arruinada Guatemala», «Santiago de Guatemala antiguo» y la
«antigua ciudad». Fue abandonada por todas las autoridades reales y
municipales, y en 1784 por las dos últimas parroquias, quedándose también sin
autoridades eclesiásticas. Tras la independencia de 1821 recuperó la categoría
de ciudad y fue nombrada como cabecera del departamento de SacatepéquezFue designada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1979.
En el siglo xxi es un importante destino turístico guatemalteco por su bien preservada arquitectura renacentista y barroca española con fachadas del barroco del Nuevo Mundo, así como un gran número de ruinas de iglesias católicas, incluso aún después de que sus estructuras fueran severamente dañadas por el abandono en que estuvieron entre 1776 y 1940, y por los terremotos de 1874, de 1917 y de 1976. También es reconocida por las solemnes procesiones de Semana Santa que se han realizado anualmente desde antes del traslado de la capital a la Nueva Guatemala. Su actual población ronda los cuarenta y cinco mil habitantes.
Aquel nombre nuestro pronunciado lo pago hoy devolviendo su nombre, el suyo.
José César Álvarez
Puerta de Madrid, 3.12.2016
www.josecesaralvarez.com
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