sábado, 25 de enero de 2014

La cuesta de Enero y las cuestas de siempre

     La cuesta de Enero tiene muchos tantos por ciento de pendiente. A sus rampas se agarran penosamente los que sufren la crisis que no cesa. Y ahí también se tambalean los que no han salido todavía del empacho del turrón y de la moña de las burbujas del cava. Cuesta recuperar el paso de la normalidad. La cuesta de Enero nos trae el ejemplo de las imágenes de nuestra geografía más inmediata. La legendaria cuesta del Zulema, por ejemplo, o la cuesta de los Teatinos, al otro lado, suavona, o la del Gurugú, la de la Vera Cruz, la de la ladera del Chorrillo, San Ignacio, la de los puentes sobre la vía y bajo la vía. O las cuestas de Los Santos de la Humosa, las de Torres –la ‘dura’ y la ‘blanda’–, la de Valverde de Alcalá en sus dos vertientes, la de Paracuellos… Nuestro entorno exhibe un variado muestrario de cuestas. Son las cuestas que nos sacan del plano, de la monotonía, y nos exigen y apremian. Podemos incluso entrar en el misterio de sus gibas. Ahí vamos.

     La cuesta del Zulema es el paradigma de las cuestas complutenses. Levantisca, engallada, abrupta. Los ciclistas que lo fueron y lo quieren ser han de probar su hosquedad. Allí toman la alternativa. El Zulema es monte adosado y auxiliar del monte grande, San Juan del Viso, en cuya cima empezó todo. La deliciosa leyenda del Zulema, de trama arábiga, está entreverada de historia y fantasía.




Inicio de la cuesta del Zulema con su monte al fondo.



     Dicen que Tárik, el moro que manda las tropas musulmanas que penetran en España y que derrotan a don Rodrigo, exigió información sobre el paradero de la joya hebraica de La Mesa del Rey Salomón. Pertenecía al templo que dicho rey había levantado en Jerusalén. Era de oro maciza con miles de piedras preciosas engastadas. Dicen que tenía tantas patas como días el año. Era la mesa cabalística que compendiaba toda la sabiduría. Contenía la fórmula de la creación y el Nombre Verdadero de Dios, el Shem Semaforash, oculto por Salomón en una fórmula jeroglífica de alfabeto sagrado. La palabra sola de Dios contiene el impulso de la creación, que sólo a Dios pertenece.  Aquel gran Tesoro fue enviado a Roma por Tito, destructor del templo, y será después trofeo de guerra del rey godo Alarico en el saqueo de Roma, acabando, después de largo periplo, en Toledo, la capital de la Hispania de los godos.



 

La Mesa del Rey Salomón, que es Zulema en el habla árabe, se halla según la leyenda en la entraña del monte alcalaíno.

     Cuando los árabes logran entrar en España, tras la batalla de Guadalete, la corte de Toledo, sabedora de la codicia sarracena, movió el sitio de su Mesa, que estuvo en Medinaceli, y por fin encontró su mejor arca secreta en una profunda cueva de arcilla sellada  del monte Zulema, que se llamó primero Gebel Tarac, lugar secreto arrancado con oficio por Tárik a un cristiano importante. Hay un monte aquí que llaman del Moro Encantado que es dicen, testigo ejemplar de quien pretendió incursiones en tierras temerarias. Dicen que la Mesa sigue intacta en el vientre oscuro del Zulema, cuya palabra viene de Salomón, que es Suleyma en lengua mora, y es Zulema en nuestro habla. Dicen que antes que la crisis nos devore a todos en este valle putrefacto, habremos de volver a la cima del monte de poderes refulgentes. 
          
     La cuesta de los Teatinos es un suave remonte que sube al Campo del Ángel, antes a extramuros, e impensable paraje al que un día llegara tan rotunda la ciudad. La ermita del Ángel Custodio, inquilino pionero del Campo, le dio nombre a aquella predominante meseta. Recuerdo de aquel recalcitrante alcalaíno que al no poder erradicar las humedades de los bajos de su casa exclamaba: “¡Si ya lo decía mi padre: Alcalá la tenían que haber hecho en el Campo del Ángel!” 

 

Convento de Gilitos, cuya primitiva ermita del Santo Ángel
debió dar nombre al Campo del Ángel. Foto Canichu.

 
     Por allí se tomaba el camino de las Camarmas. Por allí venían las mujeres descalzas de rostro velado que cumplían promesa al Cristo de Rivas. Por allí pasaron los Franciscanos Descalzos de Gilitos, por allí pululaban los frailes misioneros que llamaban Teatinos, y a los Jesuitas andariegos del Colegio Máxijmo les sucedieron en los años cincuenta del siglo pasado sus colegas de negro, cuando se construyeron un caserón ladrillar que dominaba el terrado del Ángel como un galeón en alta mar. Y llegaron los Pasionistas y ya no pasaron, se quedaron en la misma cuesta de Teatinos, y a su vera pusieron escuela de escuelas.

     Pero uno no sube la cuesta si no abre la almendra de la palabra ‘teatinos’. ¿De dónde viene? Resulta que la Orden de Clérigos Regulares, que tuvo Colegio universitario en el de Caracciolos fue fundada en Roma en pleno Renacimiento italiano por un tal Cayetano. Pronto se agregó otro tal Carafa, el cual había sido obispo de una provincia de los Abruzos, cuya denominación latina y título episcopal tenía por referencia a Teate. De donde los monjes fueron vulgarizados como Teatinos. Sobre todo cuando el teatino Carafa fuen nombrado papa con el nombre de Paulo IV en 1555.  El teatino Carafa era un pre-papa, al igual que lo fue el jesuita Bergoglio, el cual profesó en el ladrillar rojo. Como se ve, al Campo del Ángel le rondan los papas que van a ser.

     Y Juan de la Cuesta acometió en su imprenta de la cuesta de Atocha de Madrid la impresión de los dos Quijotes, el del hidalgo y el del caballero. Las primeras aprobaciones de la Segunda parte del Quijote llevan fecha de quince de febrero de 1615. Lo que quiere decir que en este año 14 de hace cuatrocientos años, el alcalaíno Cervantes está acabando su obra y se le está muriendo Don Quijote, quien recobra la razón al morir. Es, pues, el 14 un año de corduras, a tenor de este insigne alcalaíno que conocía la leyenda del Moro Encantado de la cuesta del Zulema, que refiere, el camino que desde Alcalá le llevaba a la viña de su abuela Elvira en Arganda.
 
     Y a mí se me muere el papel de mis cuestas.

José César Álvarez
                                                                  www.josecesaralvarez.com
 


   (Pies de de las ilustraciones de Javier Darío - http://darioarte.blogspot.com.es/)
 

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