martes, 29 de abril de 2014

El firmamento de nuestro paraninfo



 
El firmamento de nuestro paraninfo



 La dueña del bar de ‘La abuela’ de la calle Cervantes, desde un lugar esquinado y dominante, observaba a los clientes, y se disgustaba porque nadie miraba el fantástico frontal del mostrador de su propiedad, donde en bella azulejería se exhibían las maravillas del mundo. Todos los clientes, sin poderlo evitar, miraban sedientos a los vidrios de la encimera y no encontraban oportunidad de posar los ojos sobre el muro que sustentaba sus copas. La señora arrendadora se lamentaba de ello a los que abandonaban el fallido museo de su propiedad.

     Nosotros los alcalaínos somos también cedentes propietarios de los lugares del Premio Cervantes, y si nos sentimos orgullosos de nuestro marco, hacemos también parecidas observaciones a las de la propietaria de ‘La abuela’. Muchos, muchos de los que se congregan en el Paraninfo se van sin mirar su artesonado, auténtica maravilla. Cuando uno lo descubre dentro de la ceremonia se lleva un sobresalto, un espeluzno. Sobre una techumbre en artesa se desarrolla una asombrosa filigrana mudéjar de lacerías de rojos y dorados formando casetones de estrellas y hexágonos, en cuyo fondo de azul intenso se incrustan flores o atauriques dorados en profusa iluminación. Es un minucioso barroquismo que acompaña al vestido indígena de Juchitán de Elena Poniatowska, ahora que habla desde la cátedra, que ella llama púlpito. Como el relieve de los ramilletes  dorados que decoran verticalmente esa copa efervescente que contiene a la homenajeada y a donde todos miran sedientos de palabra. O los rojos y dorados de los maceros municipales, cuyos blancos penachos de sus plumeros se acompasan también con la cabellera de la octogenaria escritora.

     Es en la espera cuando uno puede mirar la techumbre. Por desocupación, por relajación. Después, es más difícil. Las formas educadas de tan selecta concurrencia no te permiten mirar distraídamente a Babia, sin atender lo que se dice. Podría haber llegado el momento de volar la vista cuando, al principio, sonaron las músicas del Himno Nacional en versión renacentista, o cuando, al final, sonaron las del Gaudeamus igitur, en disonante modernismo. Pero, no; si las reglas de educación no permiten mirar a atrás, cuando alguien habla, tampoco hacia arriba, cuando las músicas vienen de la alta tribuna. No está bien visto. Así es como el cielo del Paraninfo puede pasar inadvertido.

     Pero conviene concentrarse. Alude la escritora a sus antecesoras de su Premio: María, Dulce María y Ana María, cuya virginidad rompe doña Elena. Y dice que son cuatro mujeres galardonadas, cuando los hombres son 35. Es una confrontación de género que doña Elena no quiere pasar por alto. Está en su línea. Y dice citando a Octavio Paz lo que él aquí dijo en 1981 bajo este mismo artesonado: “Sin el mundo indio no seríamos lo que somos”. Decir esto aquí es cuando la frasecita adquiere valor, es grito de rebeldía. No me extraña que doña Elena se acordara. Porque aquí se simboliza la unión. Porque aquí es desde donde Cisneros envió pautas espirituales y potencial humano al Nuevo Mundo. Y después, ella, desde la copa efervescente –el estrado de Cisneros– se pregunta si los conquistadores llegaron a saber quiénes eran los conquistados”. Y otro vendrá desde allí algún día a citarla. No deja de ser también una confrontación, seguida de los silencios de los púlpitos.

     Uno conoce México. Uno conoce el grito de la presencia española, el grito imperial, el grito de la obra jesuítica, el grito de los templos franciscanos, el grito de los topónimos españoles, el grito de su cultura y tradiciones… Y uno conoce también el silencio mexicano ante lo evidente. Y si te atreves a hacer alguna observación sobre su origen, es impertinencia, bagatela inoportuna. Por lo que en este Premio Cervantes vivo los silencios como el retorno clamoroso de la ubérrima cosecha que propició la semilla cisneriana. Eso que nadie dice ni se puede decir, me lo digo yo a mí mismo.





     “Recuerdo mi asombro cuando oí por primera vez la palabra “gracias” y pensé que su sonido era más profundo que el ‘merci’ francés”. Mientras Doña Elena sigue hablando, mis ojos recorren las letras doradas de los nombres egregios que orlan el espacio del paraninfo al ritmo de sus balcones. Es un recorrido prudente que no exige la maniobra de cuello de la bóveda. Ahí están los santos: Francisco de Borja, Ignacio de Loyola, Juan de Ávila, José de Calasanz. Ahí están los escritores: Lope, Calderón, Quevedo. Y distintos humanistas: Arias Montano, Morales, Mariana, Flórez, Jovellanos. Todos pasaron por aquí. He leído hace poco de un académico que es esta una selección de nombres insignes de la época. ¡Mentira! Son alumnos y profesores de esta Universidad. ¡Todos! Convivimos en un río rápido de inexactitudes y medias verdades.

     Elena Poniatowska cierra su vibrante discurso con un emocionado recuerdo a su marido, que era astrónomo y que ella le llama estrellero. Esta mañana se ha notado su ausencia, porque yo creo que doña Elena se ha marchado sin tener la oportunidad de mirar las estrellas del firmamento de nuestro paraninfo.
                                                                 
José César Álvarez
Puerta de Madrid, 3.4.2014

viernes, 25 de abril de 2014

Romance de ladrones









Romance de ladrones
(del Guadalquivir al rey Arturo)

     Por fin se ha alzado el telón del gran teatro burlesco: los cursos de formación de los fondos europeos. Andalusíes de ingenio, andalusíes ingenuos, os ha pillado la poli  con dos mil millones de euros. Y la igualdad ya se extiende sin distinciones de género, que así habló la consejera: “Yo por ética no vengo”. Yo vengo de mi Giralda, de torre del Oro vengo, de la toma de ‘Graná’, de la catedral que quiero, de la Atlántida que guardo, yo con chiquitas no juego. Por el Consejo de Indias es por donde yo navego: mi Guadalquivir de Américas me da querencias y vértigos, camino de Potosí y de Santa Fe de México. Por tener Sierra Morena me creíste bandolero, soy príncipe democrático con ademanes serenos, ya es leyenda mi trabuco y mi trote galopero.





     Ya se ha abierto el gran melón de los cursos del empleo, andaluces generosos del veinticinco  por ciento –un veinticinco ‘guardaba’ el funcionariado austero–, en tanto que el treinta y tres ‘retenían’ tierra adentro. El veinticinco en los sures y el treinta y tres en el centro. Cuando venían los cursos brotaban raudos los centros, brotaban los formadores como si supieran serlo. No canten los trovadores ni los cordeles de ciego, ni los cronicones cuenten lo que parece un suceso, pues fui rumboso en la quita, distraído en el correo. Soy andaluz señalado y hay más gente en el talego.

     Ya nos expulsan de Europa por no poder devolverlo, que es poner la pica en Flandes dos mil millones de euros. Yo que lo he esparcido todo, ya no puedo recogerlo. Que nos echen, que nos echen, que ya no quiero ni verlos, que me viene la galbana y se me quiebra el aliento.  Ay, catalanes altivos del soberano esperpento, nos veremos todos juntos fuera del templo europeo. Vosotros por dos motivos: por soberanos soberbios y soberanos ladrones como lo somos el resto; vosotros por dos chinitas, nosotros por solo un pelo; vosotros por empinados, nosotros por pordioseros, que dineros no encontramos para poder devolverlo.

     Vosotros sois como el grano que entallece en el granero por olvido de su amo sin que le busque trasiego. A esa soledad del grano llamáis nación por derecho, cuando el grano entallecido es comida de los cerdos. Nosotros somos nación y vosotros fundamento. Nosotros dos nación somos aunque echéis a los toreros. No cabe en cabeza humana que pongáis un parapeto, cuando hemos sido los mismos con distinto verborreo. Los dos vamos al exilio como dos distintos pueblos que no jugarán ‘el clásico’, que ya nunca jugaremos.

     Quiero dar a Arturo Mas un pertinente consejo: al levantar la muralla que lleváis en entrecejo tenéis que cavar duro para forjar los cimientos, tenéis que romper las rocas que unen los dos terrenos. Está la roca indeleble del español de milenios, la roca de procesiones de Vírgenes, Nazarenos,  la saeta que se canta como si cayera un trueno, el cante que te enardece como sede del flamenco y una historia, codo a codo, de cara a los mismos vientos, de cara al francés intruso con igual temperamento e igual idea de patria para así salir enteros. Y al volver Colón de América, mostrando el descubrimiento ante los reyes de España, atraca en tu mismo puerto. Y me queda por decirte, Arturo, este secreto: has de romper la cueva de los ladrones a cientos, una cueva que nos une por debajo de este suelo.

     Rompe, Arturo, el español como rompiste toreros, rompe ladrones, rompe el cante y el comercio, rompe historias milenarias, el fútbol y el baloncesto, rompe de un lado y del otro recíprocos sentimientos. Y si no cavas la fosa no habrá muralla en tu reino, y si no tienes muralla, no levantarás tu cetro. Rey de ladrones serás desde los suelos ibéricos. 





     Trileros y sacamuelas en despachos de diseño, tunantes y sanguijuelas en camisas de alto cuello, patriarcas sindicales, sotas de oros y euros, yupis de eres y de eras como hurones de huroneo. Toda España está minada, socavada de sabuesos, bandoleros de corbata y pelotazos de éxito. Toda España está minada, pero Andalucía es récord . Y toda España ha sacado a sus Cristos de paseo, y a sus Cristos del perdón cantan: “Perdona tu pueblo, y perdónale, Señor”. Sube en Sevilla el lamento, Cristos de Misericordia, Vírgenes de sufrimiento, Cristos de manos atadas y tapados andariegos con los ojos que te miran y sus rostros que no vemos. Los penitentes tapados arrastrando su misterio. Procesiones del perdón en la España de trileros. 

     Son andaluces barrocos sin que se quiera entenderlos, barrocos en su perdón, barrocos por su talento, ellos no rompen la roca del sistema celtibérico, ellos son roca enrocada, con algún desprendimiento.
 
                                                                                    
JOSÉ CÉSAR ÁLVAREZ
Semanario Puerta de Madrid,
12.4.2013

domingo, 13 de abril de 2014

Romance del Cristo de la pedrada

                                                                                      
            Romance del Cristo de la pedrada                                             
                                                              
                                                                      
                                                                       



(Crónica de un autobús)


     Un cordón umbilical de Alcalá a Madrid llegaba, iba y venía de Alenza desde los tiempos de Wamba. Era la Continental quien nos metía en su panza, quien nos llevaba y traía de la capital de España. Si completaban asientos, el pasillo siempre estaba para fundirse de pie con el humo a bocanadas y los vaivenes del firme y el cobrador que pasaba. Eran Setras y Mercedes y los llamaban ‘el Lancia’, porque fueron los primeros de Mayor y de dos plantas. ¡Qué emoción de temblequeo sobre la parte más alta! Quedó querencia de buses en su sitio de la plaza, de cuando Julián Huguet los motores calentaba, arrastrando la primera y explotando la mañana.

     Hubo estación en Libreros de la que sólo es nostalgia, que a la calle de Brihuega para siempre nos echaran, Y a la calle echan a todos en esa calle malvada. Echan humos a vecinos de las narices ahumadas, echaron a la peseta, echaron al que cobraba,  echaron a taquilleras y a coches que estacionaban, a la Continental-Auto echaron y vino ALSA. ¡Arsa! la que armaron cuando ya no había máquina que condujera los buses, por lo que echaron en falta el echar a conductores que sus cuentas mejoraran. Y de echar echaron mano a las cuentas de su paga, y se han echado a la huelga y se ha armado la tangana, descansando las narices que quedaron afectadas y enojados los viajeros que rugen en las paradas, que pagan con su billete y pagan la inocentada, que se apiñan en pasillos, como en los días de marras, resguardados de las piedras que llegan a las ventanas.

     Los ediles concentrados no le encuentran alternancia a la calle de Brihuega, una vergüenza sin tasa, un servicio a la intemperie y una calle reocupada, con viajeros entre ruedas, con esperas sin bancada, con vecinos asfixiados y concejales sin garra: los más dan la puta calle, otros dan tejacabana en el antiguo ferial de la inútil explanada.
                                       
     Dos polos tiene mi cuerda: uno la calle citada, el otro Madrid-América, uno sale de una caca y arriba al emporio fausto de una ciudad renovada. Los ediles de Alcalá de estación pasaron página , mientras los viajeros sueñan con una estación de hadas, donde una voz microfónica por megafonía hablara: “Señores viajeros”, y ‘ero’,‘ero’, ‘ero’ retumbara sobre la festiva cúpula de la estación ensoñada. Dos polos tiene mi cuerda, dos pelos tiene mi barba, dos polos de punta a punta, que nunca se tocan nada.

                                                                      
                                                                              

     

     Ay, la calle de Brihuega, la línea centro de ALSA, principio y fin de una línea de umbilical cordonada que también une con Torres, Dagamzo, Meco, Camarma, Algete,  Zulema, Hueros, Ajalvir, Guadalajara… Un cordón roto que unía y ya no le da la gana. En tiempos de la peseta nunca te pasaba nada. Hubo más humos que nunca, el Consorcio no mandaba, pagaban los jubilados y nunca pasaba nada, salvo los lobos de noche que al conductor asaltaban. 

     Ahora hay lobos por el día que la toman a pedradas, desde el puente Canillejas a Iván le rompen la cara. Es Iván un conductor que lleva un coche de ALSA, le entró de frente la piedra y cortaron su mirada. O cumple servicios mínimos o Iván es de libre andada, que esquiroles sois vosotros, los que presentan batalla y fuerzan la libertad, los traidores a mansalva, los que queman convivencia y lo que tocan arrasan, piquetes que picotean los cimientos de una casa, que te funden el puchero y zarandean tu cama, y te niegan lo que han hecho en tus mismísimas barbas. Volantistas levantiscos, maniobra temeraria, que vais hablando con otro y exigís la intemerata.  

      Ahora ya lo sé, lo sé: que la empresa negociaba por seguridad de todos reduciros la jornada, y que el sueldo requería una merma equilibrada por reconversión de tiempos y operativos en danza. Ahí estabais negociando correctamente a dos bandas, hasta que vosotros mismos habéis roto la baraja, al ir a por los vehículos y lanzarles la pedrada. La pedrada ha rebotado contra vuestra propia entraña: haabéis roto muchas lunas contra viajeros en marcha, habéis pinchado las ruedas, chafarrinado pintadas. Ya no sois dignos de entrar en vuestra antigua morada: pegasteis a vuestros coches y pegasteis al que os paga. ¿Cómo volver ante jefes y clientes, con qué cara? Eran tres patas de un banco, ya sólo quedan dos patas. Dejad la calle Brihuega que la tenéis bloqueada, es para el transporte público, no para cosas privadas.  

     Nos hemos ido a la RENFE, le hemos cogido la tranca. Adiós, la calle Brihuega;
adiós, lobos; adiós, ALSA. Ya sólo queda la empresa, ya sólo queda una pata.
    
     A Iván le hicisteis un cristo al pie de Semana Santa, y es Iván ya nuestro Cristo, el Cristo de la pedrada.

                                                José César Álvarez                                                                                                     
'Puerta de Madrid', 12.4.2014











martes, 1 de abril de 2014

La hora de los Judas traidores




 La hora de los Judas traidores

     JOSE MARÍA GARCÍA

     Resulta que el cartel de ‘Inter Movistar’ que apareció este tiempo atrás en el balcón central del Ayuntamiento, además de una publicidad privada gratuita, es el nombre del equipo, del que es propietario Jose María García, la prepotente voz aflautada de tantas noches de radio. Su equipo de fútbol-sala resultó vencedor de la ‘Copa de España’ y fue recibido en el recinto sagrado del huerto de los olivos alcalaíno, esto es, el Salón de Plenos, y ocupó el balcón principal, desde cuyos sitios se mofó de los alcalaínos y exigió sus denarios, aunque diga que no quiere subvenciones.

     El intrigante radiofonista nocturno que nos vino aquí de día no ha sido tan siquiera replicado. Se ha ido de rositas como en tantas noches de insidia. El nombre hace las cosas, y el nombre de Alcalá no figura en la denominación de su equipo. Luego es sólo ‘su’ equipo, al que esta ciudad le pone la afición –a la que él llama “la mejor de España”– y le pone el pabellón Cajamadrid. Y, como se ha visto, le dan también acogida institucional e incluso publicidad ¿qué más quiere?

     Pues se permite el lujo de insultar a los alcalaínos en la persona de su Concejala de Deportes en términos irreproducibles. Como otro Judas ha vendido a su Maestra por treinta palabras vergonzantes. No se ha molestado ni en saber el nombre del alcalde. Como no ha habido ningún futbolista llamado Bello, pues no lo tiene asimilado, y lo llama Veloso o algo así. Que se vaya con su mala baba a otro sitio. Del fútbol no necesitamos sucedáneos y menos al auténtico ‘super garcía’.   

     

                                  El beso de Judas, de Giotto, en Padua

 ARTUR MAS

     El traidor a la Constitución Española, el Judas de la confianza depositada en la diversidad de las tierras de España, el secesionista en acción que ha malbaratado los caudales de la nación, Artur Mas, se vino a la capilla ardiente de Adolfo Suárez, y allí dijo del  finado que “tuvo una gran visión, autentico sentido de Estado, mucha audacia, mucho coraje político, y generosidad”, y que no miró por su bien personal ni por el de su partido. «Figuras así hay pocas y como hay pocas, tenemos que aprender de ellas». «Esto hoy hace más falta que nunca» Y destacó el reconocimiento del retorno de Tarradellas desde el exilio, un año antes de aprobada la Constitución.

     Olvida  el traidor que Tarradellas fue exquisitamente respetuoso con el Estado y con Adolfo Suárez, al que él no le respeta ni en estado de cuerpo presente.

     Vino, pues, Artur Mas, a dar su beso de Judas al Maestro, en tanto le está vendiendo su obra de la transición, donde entra esa constitución que nos dimos todos, también los catalanes. Vino Artur desde los páramos de la Constitución, por él fumigada, para entregar un beso que sirviera de puyazo a Rajoy. Artur es un 
 Judas hiperactivo.
  
                                                               
                                                               


                                             Judas, el rostro de la traición
  
 
                                                            
WILLY TOLEDO

     “Judas, entonces, tomando la patrulla, entró allá con faroles, antorchas y armas”. Los esbirros de Judas Toledo arrasaron cafeterías y establecimientos públicos conocidos, levantaron del suelo adoquines para arrojarlos contra los guardias, a quienes abrieron la cabeza, hiriendo a un centenar de ellos. La alcaldesa de Madrid ha valorado los daños en más de 655.000 Euros y se anuncian más desmanes. La manifestación reventada por violentos careció de la garantía de seguridad de los organizadores. Pero Judas Toledo, lector del manifiesto, estuvo al día siguiente al pie de los Juzgados de Castilla, erigiéndose, por si había dudas, en caudillo de la turba apresada. Allí dijo que la policía del PP quiso salir en el telediario de la noche y la acometió contra una manifestación de cerca de dos millones de personas, donde iban desde niños de tres meses hasta ancianos de noventa.

     Judas Toledo, allí, en el Pretorio, entre escribas y fariseos, clama por crucificar la verdad, y  traiciona la dignidad andariega, cuando a él no le queda ya dignidad alguna.

     VLADIMIR PUTIN  

     Vladimir Putin ha cercado con su patrulla el monte de los olivos de la península de Crimea y le han echado de la última cena del G-8. Allí se mantienevigilante, porque el enemigo acecha. Es aquel un sitio de vigilia donde dicen que nada valen los referendos. El maestro Obama le ha dicho que salga del huerto. Pero Obama no quiere pasar por un Getsemaní de sudores de sangre.  Quiere que le aparten ese cáliz.

     El sanedrín del huerto del Maresme mira sin pestañear al huerto de Crimea, por si se mueven fronteras o se cumplen referendos.

José César Álvarez
                                                                  Puerta de Madrid, 5.4.2014