viernes, 25 de abril de 2014

Romance de ladrones









Romance de ladrones
(del Guadalquivir al rey Arturo)

     Por fin se ha alzado el telón del gran teatro burlesco: los cursos de formación de los fondos europeos. Andalusíes de ingenio, andalusíes ingenuos, os ha pillado la poli  con dos mil millones de euros. Y la igualdad ya se extiende sin distinciones de género, que así habló la consejera: “Yo por ética no vengo”. Yo vengo de mi Giralda, de torre del Oro vengo, de la toma de ‘Graná’, de la catedral que quiero, de la Atlántida que guardo, yo con chiquitas no juego. Por el Consejo de Indias es por donde yo navego: mi Guadalquivir de Américas me da querencias y vértigos, camino de Potosí y de Santa Fe de México. Por tener Sierra Morena me creíste bandolero, soy príncipe democrático con ademanes serenos, ya es leyenda mi trabuco y mi trote galopero.





     Ya se ha abierto el gran melón de los cursos del empleo, andaluces generosos del veinticinco  por ciento –un veinticinco ‘guardaba’ el funcionariado austero–, en tanto que el treinta y tres ‘retenían’ tierra adentro. El veinticinco en los sures y el treinta y tres en el centro. Cuando venían los cursos brotaban raudos los centros, brotaban los formadores como si supieran serlo. No canten los trovadores ni los cordeles de ciego, ni los cronicones cuenten lo que parece un suceso, pues fui rumboso en la quita, distraído en el correo. Soy andaluz señalado y hay más gente en el talego.

     Ya nos expulsan de Europa por no poder devolverlo, que es poner la pica en Flandes dos mil millones de euros. Yo que lo he esparcido todo, ya no puedo recogerlo. Que nos echen, que nos echen, que ya no quiero ni verlos, que me viene la galbana y se me quiebra el aliento.  Ay, catalanes altivos del soberano esperpento, nos veremos todos juntos fuera del templo europeo. Vosotros por dos motivos: por soberanos soberbios y soberanos ladrones como lo somos el resto; vosotros por dos chinitas, nosotros por solo un pelo; vosotros por empinados, nosotros por pordioseros, que dineros no encontramos para poder devolverlo.

     Vosotros sois como el grano que entallece en el granero por olvido de su amo sin que le busque trasiego. A esa soledad del grano llamáis nación por derecho, cuando el grano entallecido es comida de los cerdos. Nosotros somos nación y vosotros fundamento. Nosotros dos nación somos aunque echéis a los toreros. No cabe en cabeza humana que pongáis un parapeto, cuando hemos sido los mismos con distinto verborreo. Los dos vamos al exilio como dos distintos pueblos que no jugarán ‘el clásico’, que ya nunca jugaremos.

     Quiero dar a Arturo Mas un pertinente consejo: al levantar la muralla que lleváis en entrecejo tenéis que cavar duro para forjar los cimientos, tenéis que romper las rocas que unen los dos terrenos. Está la roca indeleble del español de milenios, la roca de procesiones de Vírgenes, Nazarenos,  la saeta que se canta como si cayera un trueno, el cante que te enardece como sede del flamenco y una historia, codo a codo, de cara a los mismos vientos, de cara al francés intruso con igual temperamento e igual idea de patria para así salir enteros. Y al volver Colón de América, mostrando el descubrimiento ante los reyes de España, atraca en tu mismo puerto. Y me queda por decirte, Arturo, este secreto: has de romper la cueva de los ladrones a cientos, una cueva que nos une por debajo de este suelo.

     Rompe, Arturo, el español como rompiste toreros, rompe ladrones, rompe el cante y el comercio, rompe historias milenarias, el fútbol y el baloncesto, rompe de un lado y del otro recíprocos sentimientos. Y si no cavas la fosa no habrá muralla en tu reino, y si no tienes muralla, no levantarás tu cetro. Rey de ladrones serás desde los suelos ibéricos. 





     Trileros y sacamuelas en despachos de diseño, tunantes y sanguijuelas en camisas de alto cuello, patriarcas sindicales, sotas de oros y euros, yupis de eres y de eras como hurones de huroneo. Toda España está minada, socavada de sabuesos, bandoleros de corbata y pelotazos de éxito. Toda España está minada, pero Andalucía es récord . Y toda España ha sacado a sus Cristos de paseo, y a sus Cristos del perdón cantan: “Perdona tu pueblo, y perdónale, Señor”. Sube en Sevilla el lamento, Cristos de Misericordia, Vírgenes de sufrimiento, Cristos de manos atadas y tapados andariegos con los ojos que te miran y sus rostros que no vemos. Los penitentes tapados arrastrando su misterio. Procesiones del perdón en la España de trileros. 

     Son andaluces barrocos sin que se quiera entenderlos, barrocos en su perdón, barrocos por su talento, ellos no rompen la roca del sistema celtibérico, ellos son roca enrocada, con algún desprendimiento.
 
                                                                                    
JOSÉ CÉSAR ÁLVAREZ
Semanario Puerta de Madrid,
12.4.2013

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