Es el momento
cumbre del Tenorio, de la declaración de los enamorados, la famosa escena del
sofá, donde Doña Inés, cercada por el aliento susurrante de Don Juan, de sus
brazos acechantes, y abrumada por la
espléndida cadencia del entorno sensorial que enhebra la voz enamorada de don
Juan, entre vocativos suspirantes –paloma
mía, estrella mía, gacela mía– hace que la novicia estalle por fin así: Don Juan, don Juan, yo lo imploro de tu
hidalga compasión: o arráncame el corazón o ámame porque te adoro.
La resultante es una disyuntiva o
dilema, en la que la primera opción es un imposible que hace necesario el
cumplimiento de la segunda opción: O
arráncame el corazón o ámame. Ámame es toda la solución. Y el amor
necesario de Zorrilla se ha erguido necesariamente en treinta y una ocasiones sobre la ruina
romántica de nuestro patrimonio histórico, desde que José Antonio Rivero lo
pusiera en marcha hasta la versión última de Eduardo Vasco, director alcalaíno
que ha repetido este año la versión de 2003, muy aplaudida por el numeroso público
que aguantó estoico de pie las dos noches del pasado fin de semana en la Huerta del Obispo.
‘Don Juan’ es, después
de ‘Don Quijote’, el principal personaje de nuestra literatura, también
religado a Alcalá, ya que Tirso de Molina, autor del personaje en El burlador de Sevilla fue alumno de su
Universidad. Desde entonces el personaje arquetípico de Don Juan se ha dilatado
en la historia de la literatura universal en un centenar de obras de todo tipo,
entre las que están las mejores plumas y batutas: Molière, Corneille, Mozart, Pushkin,
Dumas, lord Byron, Bernard Shaw, Richard Straus, Valle-Inclán, Gregorio Marañón…
La exigente
disyuntiva ‘o arráncame el corazón…’ se prodiga en el trasunto variopinto de
nuestros días: O arráncame el corazón o no me rompan España te digo a ti,
presidente, seas quien fueres, tú, Mariano, déjate de complejines y fustiga a
los sedicentes, a los levantiscos, a los golpistas que quieren romper la nación
más vieja de Europa, reúnete con los hombres de ley que quedan y que la
justicia encarcele a los insurgentes de ‘la pela’, al Arturo de esa otra
disyuntiva: “O me das ‘el cupo’ o verás la que te espera”. Arrancar un trocito del cuerpo de España, sea
el que sea, es un dolor que repercute en el centro vicario del corazón de cada
españolito. Evita, tú, presidente, ese dolor colectivo, y ahuyenta ese sufrimiento que persiguen sus
iniquidores.
Tú, presidente, has
sido dador de la palabra contra esa sedicente ‘república catalana’. Cuando la
palabra se ajusta a los labios y se ajusta a la acción, se dice que hay
sincronía. Pero cuando la palabra va sola, se produce un desajuste, una espera,
un vacío, un desasosiego. Sé tú sincrónico con todos nosotros, presidente, en esa
acción de la integridad de España.
Cuando el avión
llegaba a la isla de Lesbos del mar Egeo, se veían sus playas pintadas de un ignoto
color tomatina. Cuando el cooperante pisó sus playas se percató de que eran superficies
que formaban los chalecos salvavidas. Una niña de cuatro años lloraba
desconsolada, gemía a gritos desandando el camino sobre la alfombra de los
chalecos. O arráncame el corazón o busca a su madre perdida, tú, cooperante, tú
que has intentado tomarla en brazos y ha pataleado contra ti y contra el mundo,
busca a su madre, búscala entre esa humanidad en desbandada, fugitiva, que
vuelve a ser nómada. Los cooperantes han dado hilo y aguja a las mujeres y han
empezado a fabricar las colchonetas que faltan con los chalecos que sobran. La
historia del mundo ha vuelto a comenzar en las playas de Grecia, puntada a
puntada.
O arráncame el
corazón o no le quites la nutrición, enfermero, no te lleves del árbol de
hierro, niquelado, su fruta colgante, dásela, tú, bata blanca, diácono del
alimento divino, no le niegues la limosna nutricional a la pobre mujer,
asediada por la maldita recidiva de las anillas de sello, dale limosna, hombre,
o arrancarás el corazón de una familia. Sólo tú harás posible la opción
imposible de este Diario.
José César Álvarez
Puerta de Madrid, 26.11.2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario