domingo, 26 de junio de 2016

El retablo de las maravillas



El retablo de las maravillas



     Este es el título del famoso entremés de Cervantes, a cuya representación asistimos la pasada semana en el Teatro Salón Cervantes, dentro del programa de ‘Clásicos en Alcalá’. Fue una excelente representación de ‘Morfeo Teatro’, dotada de un gran elenco que encabezaba y dirigía Francisco Negro y que resultó un gran éxito. El texto de Cervantes gozó  de los aliños y aderezos de la época, magnificando lo que convenía, con los requiebros mágicos de sus cómicos y la prosapia de los personajes cazurros de los mandatarios. El texto de ‘entremés’ cervantino, breve, fue seguido de una ‘coda’ o prolongación de por libre, mezclando textos cervantinos de aquí de allí —reconocí entre otros La elección de los alcaldes de Daganzo—, hasta salir del fondo del retablo el propio autor, un Cervantes convincente en las maneras de Joan Llaneras, que hilvanaba en alucinante transversal textos prologados y novelados hasta convertirse en el mismo don Quijote. Fue un retablo alargado y sin aviso, donde se sentían finales fallidos por rotundos, aunque no se quisiera el fin. Sólo sobró la morcilla del “Sé fuerte”, espetada al concejal tesorero. La ficción debe resultar hermética, sin que escapen poros personales. Porque en justicia, la misma que allí se buscaba, pueden ofrecerse poros de todos los colores. 



     El genial entremés merece ser saboreado. Retablo es el tingladillo de madera que llevan los cómicos para títeres de guiñol, cuyo principal es un gran cajón. Los dos cómicos, el Chanfaina y la Chirinos, llegan al pueblo y abordan al gobernador y alcaldes del lugar, ofreciéndoles una función de su ‘retablo de las maravillas’, construido por el sabio Tontonelo, natural de Tontonela, donde se verán imágenes inauditas, pero, es lo principal, sólo vistas por los cristianos viejos y nacidos  con honra, es decir no la verán ni los conversos de aquel tiempo ni los bastardos. Se corren las voces, no sólo los mandatarios sino que mucha gente acude a la función para ver a toda costa y en público lo que haya que ver aunque no se vea. Chanfaina anuncia al propio Sansón y la Chirinos lo propaga, los encandila, mueve la sala. Miran al cajón los espectadores dando gritos de que no tire las columnas porque los aplastará a todos. “Téngase, señor Sansón” gritaban.



     Y cuando Chanfaina anuncia la presencia del mismísimo toro que mató en Salamanca al ganapán, el público lo celebraba y citaba al toro a quien veía astifino. Y chillaban cuando anunció la manada de ratones y prometió leones y osos colmeneros. Las mujeres chillaban como posesas y los interrogados personalmente reafirmaban lo que veían y no veían. Cuando llegó la lluvia del agua del Jordán todas se bañaban y el gobernador dijo que tenía los bigotes mojados. Hasta que al lugar llegó el soldado Furrier preguntando por el gobernador a quien le pidió alojamiento para treinta soldados. El gobernador cree que es obra del sabio Tontonelo y no le cree. Furrier es invitado a ver una doncella herodiana que baila y dice que no ve nada. Los espectadores entonces le dicen: “¡Uno de ellos es!” Él se manifiesta como cristiano viejo. El público entonces le increpa así: “¡Hijo de puta es!” Lo cual le corean los espectadores. Furrier se ve obligado a desenvainar la espada contra ellos. Esta es la crítica mordaz que Cervantes hace a la hipocresía de la época. Ser bastardo o converso suponía no tener aspiraciones en aquella sociedad.  



     La campaña de las elecciones que acaba parecen ser obra de Tontonelo, nacido en la Tontonela. Los espectadores de los mítines miran la cajonera del Chanfaina de turno y dicen que ven lo que les cuentan. Los distintos cómicos llevan imágenes distintas. Cada cual dice lo que le interesa, la imagen más celebrada, la más contumaz, la más redonda, la que provoca mayor ruido. La verdad de los cómicos electorales no está en la cajonera, está tras ella, no se vocea. Su cajonera es evidente que está vacía y que sólo el artificio de sus voceadores, el Chanfaina y la Chirinos de turno, lo llenan con su magia equívoca. Todos los espectadores están en la mentira, el público no quiere saber la verdad, aunque la tenga delante. En esta historia sólo un personaje dice la verdad que ve, sólo Furrier no ve nada y lo manifiesta en alto contra todos, defiende su evidencia. Furrier es la realidad porque está anclado en la realidad. Pese a ser insultado, pese a la insistencia coreada del insulto, Furrier dice lo que ve, el vacío. Los demás, el resto de la sala vocinglera, están llenos de ‘maravillas’, anclados en la mentira, siervos de su condición, de su clase inconformista. En estas elecciones, al igual que en la época de Cervantes, hay que liberarse de nuestros ancestros y complejos, para ser libres y votar a aquel que sea nuestro personaje real, aquel que huye de las maravillas de su cajonera.    



José César Álvarez

Puerta de Madrid, 25.6.2016





‘Las Cervantas’, de Inma Chacón y José Ramón Fernández, se presentó como estreno absoluto y resultó un éxito en el Corral de Comedias. Cinco mujeres llenaron el escenario, enojadas, desgarradas, amenazantes. Estaban en su piso de Valladolid, a orillas del Esgueva en su taller de costura, en cuyo fondo se adivina a Cervantes. Son sus hermanas Andrea y Magdalena con sus  respectivas hija e hijastra, Constanza de Ovando e Isabel de Saavedra, hija de Miguel rezan los papeles. Procedente de Esquivias, pero una noche posterior a la anunciada, se presenta Catalina Palacios, esposa de Miguel. El caballero de Santiago Gaspar de Ezpeleta ha aparecido acuchillado cerca de su domicilio. Las ‘cervantas’ están en boca de todo Valladolid y las sospechas de relación bullen entre las propias costureras. Van a ser interrogadas. El taller es una olla a presión.     

domingo, 19 de junio de 2016

Bajos y áticos



Diseño vanguardista de un ático

Bajos y áticos

    

     Se ha propagado recientemente la elección de vivienda que el cardenal Bergoglio, hoy papa Francisco, tenía preparada para su jubilación. Era un piso bajo, sencillo y humilde, del que se ha subrayado su condición de piso bajo, elegido así como símbolo franciscano, que muestra su austeridad doméstica frente a sus hermanos. No quería Jorge Mario Bergoglio estar por encima de nadie y menos en la recta final de su decrépita vida.   



     Dicha valoración de la altitud del espacio sólo puede darse dentro de la vivencia de un intenso mundo simbólico y espiritual. El piso bajo está a ras de tierra, es llano, carece de elevaciones fatuas. Es también el más cómodo, el más accesible. Pero es el que tiene menos luz, el que menos alza, el que menos otea, el que menos mira y es más mirado, el más expuesto. El piso bajo está en las antípodas de las altas predilecciones de los lujosos áticos, tal que el de José Bono con vistas al Retiro, o los dos áticos de la lujosa urbanización de Estepona a nombre de la familia de Bono, o el ático de la hija de Bono en Aravaca, o el sospechoso ático de Ignacio González en Marbella. O los áticos más exóticos de la gente guapa. O los áticos de las terrazas emblemáticas de cualquier ciudad.



     El ático nunca es superado. Es ápice. Vigila sin ser vigilado, husmea sin ser husmeado.

Los bajos no se regalan, los áticos sí. Con el regalo de un ático quedas de buten, resultas para lo que haya de venir. Los áticos son cumbrera y dominio, los bajos son servicio y sometimiento. Los pisos bajos escuchan los pasos de la gente de la calle, los áticos no oyen la calle, son globos aislantes desde donde dominan el kilovático emporio de la ciudad. Las ventanas de los bajos te miran, las de los áticos sólo saben que mirar hacia afuera. En los bajos te cubres, desde los áticos descubres. Bajos y áticos: dos actitudes, dos culturas, dos maneras de ser.



     Trasbordo



     Me pregunta María que cómo se dice si ‘transbordo’ o ‘trasbordo’. Yo le digo que lo segundo. Pasan los días, me reencuentro con María y me dice: “Me han dicho mis nietos, que han consultado el DRAE y que se puede decir de las dos maneras”. Decía Camilo José Cela que cuando había dudas en el idioma, mandaba el oído. Y a mí ‘transbordo’ me chirría.  En principio, ‘tras’ es la traducción de la preposición latina ‘trans’, por lo que podría resultar equivalente una u otra forma como el DRAE indica en muchos casos.



     Así,”trans flumen” en Tito Livio significa “al otro lado del río”. Pero con el tiempo, una y otra forma —trans y tras— , como prefijos castellanos han ido adquiriendo significaciones distintas, pese a su mismo origen. ‘Trans’ ha venido a significar ‘a través de’ como en ‘transporte’, ‘translúcido’, ‘transparente’, ‘transcurrir’, y no tienen equivalentes con ‘tras’. Existe, por el contrario otra familia de palabras con ‘tras’, con el significado clásico de ‘al otro lado’, sin equivalentes con ‘trans’ como son ‘traslado’, ‘traspaso’, ‘trasmano’, ‘trascoro’… Y es a este segundo grupo al que pertenece la palabra en cuestión de María. ‘Trasbordo’ se comporta unívocamente como lo hace ‘traslado’. Me lo dice el oído. “Tras” y ‘trans’ dejaron de ser equivalentes hace tiempo y la Real Academia no se ha enterado. El DRAE tiene que actualizarse para nuestros nietos.


      
Trabajos de amor perdidos



     Es este el título de la comedia extravagante de los comienzos de William Shakespeare que ha sido puesta en escena este pasado fin de semana en el Teatro Salón Cervantes dentro del programa ‘Clásicos en Alcalá’, ofrecido por ‘Fundación Siglo de Oro’ en asociación con SHAKESPEARE GLOBE THEATRE. El elenco de actores fue extraordinario: riqueza de voces, ágiles, entonadas, de movimientos vivos, de vestuario rico, variado. Y bien la música, los efectos, las transiciones. Sólo que faltaba Shakespeare. ¿Dónde estaba? Los firmes apoyos escénicos estaban allí sobre el escenario, pero al autor no se le entendía, no llegaba. Los valores literarios de otra época se adivinaban sin que surtieran efectos. La gente se reía desde la cascarilla bien armada de los actores. Yo sé que hablar en contra de un autor divino es atrevimiento mendaz en el mundo clásico. Pero lo tengo que decir: Shakespeare resultó espeso, inaccesible, aburrido. Creo que el mejor resumen va en el propio título: Trabajos de teatro perdidos. Lo cual no hace afición, sino que la resta. La arqueología literaria no interesa a todos.




Ricardo III’, en versión de Eduardo Vasco, inauguró ‘Clásicos en Alcalá’ y abrió  el más largo fin de semana ‘shakesperiano’ sobre la ciudad cervantina. ‘Ricardo III’ ocupó el Teatro Salón Cervantes el jueves y el viernes, días 9 y 10, sucediéndose en dicho marco ‘Trabajos de amor perdidos’, la comedia del célebre autor inglés que estuvo el sábado y domingo sucesivos, en tanto ‘Arlet’ ocupó el viernes y el sábado, días 9 y 10, el escenario del Corral de Comedias, obra que volverá a reponerse en el TSC el 30 de junio y el 1 de julio en un arrebato shakesperiano sin precedentes. Por el contrario, nuestro Cervantes, el auténtico, el fidedigno, sólo aparece en ‘El retablo de las maravillas’ en un jueves 16 en sesión única. Eso sí, la boca se nos llena de Cervantes en su año cervantino 

José César Álvarez

Puerta de Madrid, 18.6.2016



domingo, 12 de junio de 2016

El monigote



El monigote



     Un grupo de turistas sale de la Casa de Cervantes, y la guía alcalaína, ya en la calle, alecciona a los visitantes de esta manera: “Ahora tenéis tiempo para comer y a las 4 quedamos en la plaza donde el monigote”. Mi buen amigo Fernando Suárez, que transitaba por la calle, se acercó a la guía alcalaína, a la que no estaba vinculado en modo alguno, y, tras escuchar su parlamento, le espetó a la instructora de esta manera: “ Con lo de “el monigote” ¿no habrá querido usted referirse a la estatua de Cervantes?” “Mucho me temo que sí, caballero” le dijo la interpelada. “Pues me parece intolerable” le contestó el transeúnte. “Pues me parece que le vamos a seguir llamando así” remachó la docta dama.



     Yo mismo me gané una bronca descomunal por llamar aquí al monumento del Astrolabio de la plaza de los Santos Niños “la piruleta”. Lo cual no era invento mío. Siempre he creído que el pueblo pone sabiamente el nombre a las cosas por encima de las oficiales. Así, en Madrid a una Venus renacentista traída de Italia y colocada sobre una fuente en la Puerta del Sol, se le llamó ‘la Mariblanca’, y mucho más reciente, la mujer que simboliza a las madres de los hijos emigrantes, apostada en la playa de San Lorenzo de Gijón mirando la lejanía del mar, le han apodado “la mullerona”. Son cariños espontáneos del pueblo, inevitables.



     Pero “el monigote” es una mamarrachada indigna de una ilustradora de nuestro patrimonio. Puede que ese mote pueda estar prendido en algún sector juvenil de la ciudad, pero cuando se pasa a hablar en público hay que reciclar el lenguaje del barrio o de la tribu. Ese apelativo es ofensivo para el significante y el significado del monumento. Sin más.



     Se empieza con la agresión verbal y se acaba arrancando a cuajo el báculo del Arzobispo Carrillo, que lleva desbaculado no sé sabe el tiempo. O se acaba más drásticamente con el monumento de homenaje a Alcalá en el ‘Camino de la Lengua’, el cual se evaporó de los jardines de la plaza de San Diego sin decir oste ni moste. Los monumentos públicos son los símbolos de nuestro patrimonio cultural de los que los representantes municipales deben ser sus custodios y guardianes.



     Félix González Pareja



     Nos ha dejado Félix. Uno más de los que dejan la plaza, el soportal. Uno de los pegados al espinazo viejo de la ciudad, como si fuera el mismo espinazo. Pero el soportal queda y los refugiados se van. Es ley de vida. Hizo Félix en la calle de Cerrajeros las mejores patatas fritas que se recuerdan: crujientes, tersas, finas como capas de cebolla y grandes como obleas. Fue por muchos años la fiesta tronante de nuestros platos.



     Pero además de la sabiduría de los fritos, indubitada, Félix atesoraba conocimientos de nuestra historia, interesantes curiosidades que se han ido con él. Siempre tuvo la cámara fotográfica en ristre. Recuerdo aquella fotografía que me dejó para publicar aquí, aquella de la torre de Santa María, la aislada, cuando su testud ardía como consecuencia de unos fuegos artificiales de Ferias colocados allí mismo. Nada que ver con la actual aguja calada que se inventaron los guardianes de nuestro patrimonio.



     Félix fue uno de los pioneros que estuvo en los albores del desarrollo del cine alcalaíno. Con su cámara de ‘Súper 8’ captó preciosas imágenes de Alcalá, de sus monumentos, de sus fiestas, de sus cerros, de su industria, de la elaboración del vino en las Bodegas Criado… Obtuvo varios premios. Entre ellos el de Quijote de Oro de los ‘Premios Ciudad de AdH’ de cine aficionado por un documental titulado ‘Alcalá: tierra, piedra y hierro’, del que yo era guionista. Recuerdo que grabamos la voz en su magnetofón y de una manera artesanal fue sincronizando voz e imagen  con la precisión y la tenacidad de un titán. Me mostró no hace tanto un interesante documental sobre la personalidad de Don Manuel Palero en que él mismo ponía su voz, sin que tuviera conciencia de lo bien que lo hacía. Seguiremos grabando algún día no sé dónde, amigo Félix.



     El camino de Santiago



     Aparece aquí en una foto el grupo de los seis alcalaínos y sacedonenses (entre los que se encuentra el autor de esta sección), que durante la semana pasada han efectuado el Camino de Santiago, el tramo gallego del ‘camino portugués’, desde Tuy a Santiago, por Porriño, Redondela, Pontevedra, Caldas del Rey, Padrón. Seis etapas distintas, asfaltadas y pedregosas, de subidas y bajadas torturantes, de tórrido sol y calmado paisaje.



     El andndamiaje revestido de la torre oriental de la catedral santiaguina quiere recobrar el albor de la occidental, ya desvestida. La provisionalidad de su fachada en nada minimiza el triunfo clamoroso de su interior. Es la fiesta irrepetible de un pueblo múltiple bajo una misma sonrisa: americanos, alemanes, británicos, coreanos, italianos, polacos, argentinos, brasileños… Es la fila machacada y alegre que busca el abrazo de bronce del santo apóstol, es la cola paciente de la ‘compostela’ que te confiere el título del camino en la lengua de Dios. Es la misa de peregrinos la Babel que camina junta, la congregación prieta de un pueblo cálido, un pueblo que queda en chanclas, llagado y entusiasmado a la vez. Y un botafumeiro cada vez más vigoroso y perfumado, como péndulo inexorable.       



José César Álvarez

Puerta de Madrid, 11.6.2016



domingo, 5 de junio de 2016

Los hijos de Heliodoro Castro



Los hijos de Heliodoro Castro
    
     Me dijo José Félix Huerta que había muerto Antonio Castro Villacañas. Entonces fui y le pisé este trabajo. Me dijo que yo lo tenía que conocer. En efecto, su figura iba unida a un grato recuerdo mío. Allá, en 1972, en la víspera de San Bartolomé, don Antonio ocupaba un destacado lugar en el Paraninfo —cuando el  Paraninfo era sólo un juguete nuestro—, en calidad de mantenedor de los Juegos Florales, dentro de cuya liturgia se entregaban los ‘Premios Ciudad de Alcalá de Henares’. Dichos premios habían comenzado en el año 70 y estuve vinculado a ellos como presentador del acto. Pero aquel año de 1972 me habían concedido el ‘Quijote de oro’ en prosa. Yo no cabía dentro de mí: era mi primer premio literario. Subí a la tribuna en ‘smoking’, como era norma, y leí gran parte de mi ‘Sonatina complutense’, que estaba articulada en tres capítulos: Río, Carretera y Ferrocarril. Me sucedió en la tribuna don Antonio y con una gran capacidad de repentización continuó ampliando la perspectiva lírica por mí esbozada: “He ahí tres líneas separadas, tres modos de ser, tres maneras de transcurrir, tres formas de aventurar, tres puntas para cruzar, tres medios de llegar, tres alientos, tres cuerdas, tres adioses…”  Y allí nos demostró su gran conocimiento y amor a Alcalá. Era hijo firme de su tiempo. Vestía la chaqueta blanca de gala de la Falange.

     Antonio Castro Villacañas había nacido en el año 1925 en Alcalá de Henares. Su padre era maestro nacional. Estudió primaria, bachillerato y la carrera de Derecho en centros públicos de Madrid. Amplió estudios en la Escuela Nacional de Ciencias Políticas de París. Fue profesor de Derecho Administrativo en la Universidad Complutense. Intervino activamente en política desde 1942 hasta 1977. Fue militante y mando nacional del Frente de Juventudes y del SEU hasta 1956. Ejerció la abogacía privada. Desde 1968, fue mando nacional de la Organización Sindical, y llegó a ser Delegado nacional de Prensa y Radio. Por tal razón, fue procurador en Cortes desde 1969 y consejero nacional desde 1974. Propuesto para senador del Reino en 1977, renunció por lealtad a sus principios.
     Ejerció el periodismo político en ‘La Hora’, ‘Juventud’, ‘Arriba’ y ‘Pueblo’, sucesivamente, desde 1945 hasta 1968, con su nombre o con algún seudónimo (Florito, Cañero, Juan de Alcalá, según las secciones y las circunstancias) cuando aquél estaba prohibido. Volvió a ejercerlo en iguales condiciones desde 1977 en ‘El Imparcial’ (como Juan Ruiz) y desde 1981 en ‘El Alcázar’ (como Diego Boscán).Desde 1977 hasta 1990, año en el que se jubila, ejerció en su condición de funcionario público, como inspector general (jurídico) del Ministerio de Obras Públicas.A partir de entonces, colabora en diversas publicaciones, prepara sus memorias y vuelve a la poesía, abandonada en sus años juveniles. Para él la mejor poesía de la lengua española es la ‘Elegía a Ramón Sijé’ de Miguel Hernández..
     Su hermano Demetrio había nacido seis años antes en Huete, a donde estuvo vinculado. Fue doctor en Derecho y periodista, miembro de la División Azul, director fundador y redactor jefe de ‘Arriba’, embajador en Roma, miembro destacado del grupo poético Garcilaso, a quien Alcalá de Henares hubo de influir en aquel falangista, divisionario y poeta, al dedicar a Alcalá estos versos alejandrinos a sus 23 años en el poema aparecido en el nº 46 de ‘Hoja de Campaña’, bajo la firma “Demetrio”:
     “La piedra cisneriana, temblando de reflejos./ Cervantes, hecho bronce, medita sus novelas:/ la plaza le circunda con farolas bordadas, / y hay un ensueño triste de pasado perdido./ Rebrillan los soldados su reciente uniforme./ Y se buscan Colegios Mayores y Abadías./ Sigue sola la ermita del Cristo doctrinero./ Y se añoran Quevedos, Vallejos y Nebrijas.”
     El padre de Demetrio era de familia humilde. Heliodoro Castro, que así se llamaba, trabajó de albañil para pagarse los estudios y se hizo maestro. Ingresó en el cuerpo de Maestros de Prisiones y llegó a ser el primer Inspector General de Enseñanza Penitenciaria. También opositó a catedrático de Historia en Escuela Normal de Magisterio, y aprobó, pero sin plaza, pues la que él había ganado le fue adjudicada por enchufe a un familiar de Romanones, una cacicada típica de la oligarquía de la España de la Restauración. De ahí que Heliodoro apoyara aquel ensayo regeneracionista que fue la Dictadura del general Miguel Primo de Rivera, con la que se comprometió hasta el punto de ser designado alcalde de Alcalá de Henares. Escribió una documentada ‘Guía ilustrada histórico-descriptiva de Alcalá de Henares’ (1929), que ha supuesto un clásico en la materia. Tiene a su nombre una calle que resulta ahora ser el lado oeste del edificio de Pryconsa que da a la Vía Complutense. Tiene esa calle un solo número de vivienda, cuya propiedad bien conozco, y ha sido asimilada fiscalmente a la calle Espada. A don Heliodoro le queda sólo la cartela.
     Descansen en paz los tres, “tres maneras de transcurrir, tres formas de aventurar… tres adioses.”

José César Álvarez,
Puerta de Madrid, 4.6.2016
www.josecesaralvarez.con