miércoles, 13 de noviembre de 2013

Isabel de Castilla y Sira Quiroga

     Dos mujeres para una misma noche, la de los lunes: Isabel la Católica en TVE1 y Sira Quiroga en Antena 3. La historia novelada y la novela historiada. Necesariamente hay que elegir por una de las dos. Los que hemos leído “El tiempo entre costuras” de María Dueñas, elegimos a Sira y gozamos con su reencuentro, pese a su sinóptico recorrido. Perdona, Isabel. 




 María Dueñas creadora de Sira Quiroga

Un personaje vital de la novela es Juan Luis Beigbeder, primer ministro de Asuntos Exteriores de Franco, cuya familia residió en Alcalá, donde fue muy popular. En el capítulo de agradecimientos, la autora reconoce que la fuente por la que conoció la personalidad del político fue en la biografía que encontró en Internet, escrita por José Carlos Canalda Cámara, prolífico colaborador que fue de PUERTA DE MADRID.

     Pero voy de crítica. Por lo general, los actores de hoy no saben decir, no hay dicción. Tengo a la voz como la síntesis expresiva del actor, su condensación interpretativa. Es la voz la inflexión del alma, su oportuno requiebro. Pero las voces no están educadas, no han encontrado siquiera su cauce, su timbre. Y ello no importa hoy a ciertos directores, porque eso es lo espontáneo, lo real, dicen. Ellos huyen de la interpretación sonora porque es práctica perversa. Y, sin embargo, Isabel la Católica no llega tan siquiera a coger el tono fónico de la normalidad, habla con el aliento, se sub-expresa, y la propia Sira, más entonada, en los períodos largos de texto se precipita perdiendo su firmeza y control. No hay dominio de la palabra y hay actores ininteligibles que no repiten toma. El ‘Estudio 1’ de TVE  fue un tiempo irrepetible. Hoy se gana en presupuesto, en vestuario, en escenarios, en ambientación, en imagen, pero se pierde la voz, se pierde la quintaesencia expresiva. 

     Fue muy aireado en su día el juicio que le mereció a un director la prueba de una muchacha para actriz. Dijo después de escucharla: “¡Pero si habla como la propia María Guerrero!” Lo cual decía invirtiendo los valores de la excelencia académica. Hay directores ‘pa tó’.

     Hospital ‘Príncipe de Asturias?





      El Hospital Universitario Príncipe de Asturias cumplirá el 30 de noviembre 26 años. Dispone de 594 camas y de un personal altamente especializado de más de 2.000 profesionales para una población de referencia de 242.281 habitantes que conforman Alcalá de Henares y su entorno de 11 pueblos, una vez desgajado Torrejón de Ardoz y sus pueblos mejor comunicados, aunque la elección pública es libre. En el Hospital de Alcalá se desarrollan 33 especialidades que han alcanzado durante estos 26 años un alto prestigio en su
 función asistencial, docente e investigadora.

     El esqueleto principal del edificio hospitalario lo conforman cuatro altos bloques paralelos e iguales de ladrillo, que posibilitan tres patios interiores de luces. Dichos cuatro bloques quedan unidos entre sí por sus extremos con sendos bloques que propician su función de corredores de comunicación. Uno de los corredores da al Este y el otro al Oeste,  Así es que los pacientes que pueden buscan el sol del Levante o del Poniente. Uno de los pacientes ha elegido esa tarde una de las sillas corridas que mira al Ocaso, una  brasa encendida a la que le cuesta apagarse. El paciente se ha dado cuenta de que el corredor es elegido para la comunicación telefónica. Hay familiares que hacen exhibición de su jerga médica, aunque podría dudarse de su corrección. Los familiares que salen al corredor dan a los suyos noticias buenas y malas. El paciente escucha sin retirar la vista del cárdeno atardecer. Un muchacho, aferrado a un mínimo aparato comunica que su madre se está muriendo. La voz se le quiebra. Después de un largo silencio sólo dice: “Gracias, tío”.

     Los paseos del corredor transcurren por un suelo de terrazo pulido y abrillantado. Son los últimos terrazos de una moda ya periclitada, cuya industria fue muy alcalaína. Un viaje muy distinto –dice el paciente– fue el viaje al quirófano, donde en vez de contar suelos, se cuentan techos. Pasan veloces los lucernarios fluorescentes, los plafones de blanco satinado, los tubos temblones. Cuando las luces dejan de correr, sabes que has llegado a tu destino. Las luminarias entonces se quedan fijas en el techo, frías, geométricamente inexpresivas, incisivas e hirientes.

     Gerardo Diego en el Aula de Música 


 Gerardo Diego

     Enorme resultó la conferencia-concierto de la apertura de curso del Aula de Música de la UAH. Enrique Téllez, director del Aula de Música, nos dijo en la presentación, entre otras, cosas, que la institución que dirige, y por tanto la Universidad de Alcalá, en su acción investigadora, había logrado encontrar tres obras inéditas de Manuel de Falla, que han sido publicadas en su revista especializada ‘Quodlibet’, cuyos dos últimos números monográficos están dedicados al músico gaditano de adopción granadina, cuya presentación se hará el 5 de noviembre.

     Pero esa tarde tocaba Gerardo Diego, y Elena Diego, hija del poeta, nos habló de su padre músico, de la música de su poesía, de aquel niño que cautivado por el ritmo, se encerró en una relojería, y de la fiesta del viaje en el tren, donde el poeta adivinaba que el tren se deslizaba sobre versos pentasílabos, una  obstinación del tren en sus cinco sílabas: Mataporquera, Constantinopla, Ma-ta-por-que-ra… en un ‘ritardando’ final. Gerardo Diego llegó a interpretar al piano a Stravinsky, Bella Bartok y Manuel de Falla, compositores de difícil ejecución. Los dos últimos le dedicaron sendas e importantes partituras, dada su amistad, que también mantuvo con otros compositores de la “nueva música” como Federico Monpou, Oscar Esplá, Joaquín Rodrigo…. 
      
    Sus amigos mjúsicos estuvieron presentes en la obra del concierto, donde la mezzo-soprano Magdalena Llamas, espléndida, se entregó de cuerpo y alma, “esa bruja” –simpática alusión del “maestro” Manuel Vegas Asín en recíproco piropeo–, estuvo acompañada por el embrujo certero del piano de Pablo Mazuecos y de los arcos embrujados de la capilla de los Basilios.

     El final fue de impacto: ‘Ofrenda del Vía Crucis’ de Ángel Oliver, profesor de Música de la UAH, fallecido, con letra de Gerardo Diego, donde el piano golpeaba, deliraba, y la pasional  Magdalena culminaba a voces, allí, frente al Cristo Universitario de los Doctrinos.

                                                               José César Álvarez   
                                                             Puerta de Madrid, 1.11.2013  

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