martes, 25 de marzo de 2014

“El hombre sabio tiene aquí sus complacencias”



“El hombre sabio tiene aquí sus complacencias”

     Esto se escribió aquí, en Alcalá de Henares, hace justo doscientos años. Era un escrito a las altas instancias del Estado, firmado por los alcaldes constitucionales don Juan Francisco Zaldias y don Juan Antonio Bayón. La noticia corrió como reguero de pólvora: “¡se llevan la Universidad a Madrid!”. Al principio todos son rumores de esquina, pero que acaban siendo realidad. La realidad tardó veintidós años en decantarse.

     El rumor bronco comenzó en abril de 1814. Los rumores broncos cumplen también centenario. La alarma cundió por todos los intersticios de la ciudad. Con carácter de urgencia se reúnen, juntas, las dos corporaciones institucionales de la ciudad: el Ayuntamiento y la Universidad. Está en peligro el propio ser de la ciudad, su alma cisneriana. Después, cada institución por separado, según acuerdo, elevan la protesta a la superioridad. Ambos escritos llevan fecha 20 de abril de 1814. El del Ayuntamiento lleva también la firma de los regidores: Pedro Ortiz, Joaquín Ibarra, Manuel Oñoro… Y remata la larga lista el secretario y notario don Esteban Azaña. No tienen abuela. Quieren detener la hecatombe que se les viene encima mediante la exaltación de la ciudad cisneriana:

     Los pueblos de la comarca, y aun las provincias del continente, no son menos interesados en la conservación de nuestra Academia….
   
      No puede haber sitio más proporcionado para el estudio de las letras que el que presenta esta ciudad quieta y pacífica. La hermosura del cielo que la preside, el delicioso murmullo de los arroyos que la rodean, y el campo justamente laudable… todo convida y contribuye grandemente a la literatura.

     Uno duda si merece la pena conservar esa literatura. Pero ¡es mala suerte! Ahora que habían ahuyentado la guerra, la maldita francesada;  ahora que habían recobrado el sueño perdido en la noche más negra, la del 21 de abril de 1813 –tan cerca y tan lejos–, la noche tremenda de la humillación, la noche de sus mujeres forzadas, de sus sagrarios profanados, de sus despensas desguarnecidas; ahora se les viene encima este mal viento. Ahora que la muchachada de todas las Españas ha vuelto y llena las aulas y bulle en las calles, entra en los figones, visita a sastres, zurcidoras, horneros, sangradores… ahora les meten este aire de costado. Por eso siguen redactando, contumaces, los que claman por la literatura complutense, desde luego decadente:
     
     El hombre sabio tiene aquí unas complacencias tan puras, que no turban la paz de su alma; y el juicioso escolar preferirá los encantos de esta vida inocente al ruidoso movimiento de la corte…

     La Universidad, además de los argumentos ambientales y morales, los va a presentarde orden histórico y retórico.  El escrito que elevó, por su parte al Congreso el claustro universitario, estaba firmado por su rector Dr. Tomás López de Rego; el Dr. José Ruperto de Molina, deán en Teología; el Dr. Manuel Morales Segoviano, deán en Jurisprudencia; y el de Medicina Dr. Domingo Díez. 


     
     Mas no es por delito, lisonjeémonos, sino por conveniencia (!)

El sitio de Alcalá fue entre otros muchos elegido por el Arzobispo don Gonzalo, que con privilegios del rey don Sancho el Bravo fundó aquí los primeros estudios, los cuales luego renovó Carrillo y últimamente formalizó Cisneros.

    “La alegría de este terreno y su campiña deliciosa, el cielo claro y despejado de nieblas, el clima saludable y la amenidad del vecino río, gritaban que esta era la habitación más apta para las Musas” decían citando a Alvar Gómez, biógrafo del Cardenal Cisneros.

    Y refieren del mismo autor, los detalles de esta misma controversia, suscitada en la Universidad de Alcalá a la muerte de Cisneros. Los encontronazos sangrientos entre escolares y alcalaínos fue tan aguerrida que se planteó sacar de Alcalá la Universidad. Para facilitar el tránsito, los monjes jerónimos de Lupiana, estaban dispuestos a pagar por el Colegio Mayor lo que fuese para convertirlo en su monasterio. La Universidad iría a Madrid o Guadalajara, “las que presumen ser las antiguas Mantua y Caraca, confinantes con Compluto”. Pero ni por oriente ni occidente hubo razones sólidas para mover la Academia Complutense. En aquella ocasión, el gobernador de Madrid se opuso a recibir a la “sangrante estudiantina”.

    El decadente discurso universitario de abril de 1814 dice poco en su favor. Defienden su Universidad como “asilo de la expuesta juventud”. Y a falta de discurso propio, actualizan el de Alvar Gómez y el del Gobernador, de hace doscientos años. Citan la superada rivalidad entre estudiantes y complutenses, trocada desde entonces por “una concordia que se cree eterna”. Y hacen valer en su viejo refrito “los edificios y establecimientos, que son otras tantas prendas e hipotecas de perpetuidad”.



 
        
     Ello tuvo sus consecuencias. Alcalá se opuso al movimiento liberal que la quería ‘mover’, “convirtiéndose en una de las ciudades más absolutistas de la Nación”

  José César Álvarez    
                                                                    Puerta de Madrid, 29.3.

miércoles, 19 de marzo de 2014

La autoinmolación y el suicidio



La autoinmolación y el suicidio

     La inmolación tiene connotaciones religiosas, y ha sido desarrollada por las tres religiones principales  –judeo-cristiana, mahometana y budista–, aunque bajo pautas y derivaciones bien distintas.

     Los judíos como el patriarca Abraham ofrendaban a Dios el sacrificio de un carnero o de una paloma, y sólo para probar su fe, Dios le pidió el sacrificio de su propio hijo, que no llegó a cumplirse. Por lo que en el judeo-cristianismo no se justifica la inmolación humana, y la autoinmolación es un pecado del hombre, al ser suplantado Dios como único dueño de la propia vida.

     Hay que reconocer que este mismo fondo ‘pacifista’, con matices distintos, subyace en las otras religiones, la budista y la mahometana, pero, sin embargo, se han encontrado resquicios fundamentalistas que justificaron la autoinmolación, dentro del entorno budista, y el terrorismo suicida, una especia de co-inmolación junto apóstatas e infieles, en el caso islamista.
  La autoinmolación ‘a lo bonzo’ tiene su origen en la ola de suicidios de monjes budistas o bonzos, que se produjo a principios de los años 60 como protesta contra el régimen tiránico de Vietnam del Sur. El primero fue Tic Luang Duc, monje budista vietnamita que se suicidó quemándose en una zona muy concurrida de Saigón el 11 de junio de 1963. El método sería posteriormente repetido por otras muchas personas a modo de protesta, normalmente de carácter político.

Aquel monje budista se consumía por las llamas, sin emitir ningún tipo de señal que advirtiera de su dolor. Tras su muerte, y de acuerdo con la tradición, la comunidad incineró sus restos, pero su corazón permaneció intacto. Así pues, se le consideró sagrado y fue puesto bajo el cuidado del Banco Nacional de Vietnam.

     La autoinmolación tiene poco que ver con el suicidio. “Las tendencias suicidas casi nunca conducen a la autoinmolación” dice Michael Biggs, uno de los pocos sociólogos que han estudiado el fenómeno sistemáticamente. La autoinmolación supone una renuncia sobrehumana a los instintos más básicos de conservación en un estado de prevalencia sobre los congéneres del entorno. Podríamos decir, en términos generales, que mientras la autoinmolación es una valentía, el suicidio es una cobardía. La autoinmolación es una deliberada, determinada y dolorosa forma expresiva de protesta individual. Bajo ciertas circunstancias, el gesto de un autoinmolado individual es suficiente para encender movimientos sociales a gran escala.

     La autoinmolación de Thich Quàng Dúc desencadenó una masiva protesta, que resultó en el derrocamiento del régimen de Ngô Dình Diem en Vietnam del Sur. Solo 6 años más tarde, Jan Palach, un estudiante de filosofía checo, se prendió fuego en protesta por el aplastamiento de la Unión Soviética en la Primavera de Praga. Las 51 inmolaciones tibetanas de los cinco últimos años contra el dominio chino tienen el pelibro de ser una rutina sin efectos. En diciembre de 2010, Mohamed Bouazizi, un joven vendedor callejero tunecino, encendió un cerillo que no solo lo hizo arder hasta la muerte, sino que puso a todo el mundo árabe en llamas; todavía estamos presenciando las consecuencias de su acto.





La autoinmolación a lo bonzo es una violencia física que termina en sí mismo pero cuya repercusión puede ser impredecible. Supone una sobrehumana superación de los instintos de conservación y de los valores de belleza de la vida.


 
          Pero el procedimiento ‘a lo bonzo’ fue práctica importada a Túnez, como a tantas culturas. Los islamistas fundamentalistas han teñido los suicidios terroristas de su yihadismo. Su suicidio no es pasivo sino reactivo. Su inmolación no es la de un universo ‘solitario-enfrentado’, como los bonzos, donde la violencia acaba en sí mismo; sino la de un universo ‘presencialmente confrontado”, donde la violencia contra el apóstata o infiel justifica su acción. Dios les promete bienaventuranzas a quienes mueren en el combate. Serán mártires por la causa de la ‘yihad’, alcanzando la recompensa del ‘Jamán’, el  Paraíso de las Huríes: 

     “Los que teman a Alá estarán, en cambio, en lugar seguro, entre jardines y fuentes, vestidos de satén y de brocado, unos enfrente de otros. Así será. Y les daremos por esposas a huríes de grandes ojos. Pedirán allí en seguridad, toda clase de frutas” (Corán 44: 51-55)






Los teóricos del yihadismo sostienen en su base que las sociedades occidentales son hostiles al islamismo por naturaleza.


 


                                 Bandera de la Yihad con la shahāda o profesión de fe islámica


      Así, la serie de atentados del 11S contra las Torres Gemelas fue una ‘confrontación presencial’, entre infieles y frente a infieles, como en numerosos atentados en los conflictos de Israel, Irak o Afganistán. Dicha práctica yihadista no se dio, sin embargo en el piso de Leganés, relacionado con el 11M. Uno teme por el paraíso fallido de aquellos islamistas, autoinmolados en un piso vacío en un supuesto suicidio colectivo. Por lo que lamentablemente no gozarán de las hauríes de ojos grandes.
   

              José César Álvare    
                                                       Puerta de Madrid, 22.3.2014

domingo, 9 de marzo de 2014

La ciudad dual (una réplica de ‘todo a dos’)


                                                               


 LA CIUDAD DUAL
                                           (una réplica de 'todo a dos')

     Sr. J.C.A: Lo que usted escribe sobre Manuel Azaña no vale. Usted distingue entre el Azaña escritor y el Azaña político, y se queda sólamente con el primero. Eso no vale, eso es descoyuntar un personaje. O se queda con todo o lo deja. Si la manzana está  medio podrida, es sólo una manzana, no dos. No sea usted miserable y tire toda la manzana a la basura. C.R.N.

     En plena cuaresma de mis austeridades cognitivas y literarias, he recibido este ‘emilio’ de un  lector que podría ser Cirineo por sus iniciales, aunque a mí no me ayude a llevar la cruz, sino a ponérmela. Yo nunca hablé de manzanas, pero, en este tiempo de ayuno, limpiaré la parte afectada de la manzana que llegó a mi plato y comeré la parte sana. No estamos para hacer dispendios. Siento no seguir las instrucciones. Y es que las manzanas se aprovechan siempre, no sólo en los tiempos de tribulación. Es cuestión de educación.

     Hoy no voy de Azaña, aunque alguien quiera. Hoy quiero contestar a mi Cirineo desde el paisaje de esta ciudad dual que es Alcalá de Henares y sin poderlo evitar. Es ciudad dual en su propia denominación. 





 










    



 Sr. Cirineo, la que fue Complutum y Al Qalat, ella, tiene dos patronos: los Santos Niños, que a su vez son dos, Justo y Pastor, y la Virgen del Val, que es réplica de la original. La actual ciudad está partida en dos por las vías férreas, que aquí son de dos raíles cada una, y  está colgada a las orillas de la carretera A-2. Su Ayuntamiento antiguo mantiene en su fachada dos puertas pareadas, su iglesia Magistral-Catedral, dos naves laterales; su iglesia de Santa María, antes Jesuítas, luce dos espléndidas cúpulas; la fachada de la Universidad, dos colosos; y al colegio de Málaga le flanquean dos torreones, como al de Aragón y al del Rey. Su antigua Vía romana Emérita-Cesaraugusta, hoy Úrsulas y Colegios, alinea un lenguaje dual de cipreses pareados; su plaza Mayor, dos paseos de plátanos abovedados de doble hilera y su calle Mayor, dos soportales con pilastras de piedra. Entre sus antiguos colegios universitarios están San Pedro y San Pablo, San Felipe y Santiago, Santas Justa y Rufina, San Cosme y San Damián, San Ciriaco y Santa Paula, los Carmelitas Calzados y Descalzos y el hospital de San Lucas y San Nicolás.



    

 














    Sr. Cirineo, en esta ciudad desde donde le escribo, nació Miguel de Cervantes Saavedra, de padre y madre, como todos, en el número 2 de la calle de la Imagen, pero su citado apellido es doble, sí, sí, como el padre. Fue soldado y fue poeta; tuvo aquí dos casas, la que se conoce y la que no se conoce, y fueron suyos don Quijote y Sancho en dos partes, la del hidalgo y la del caballero, y Rucio y Rocinante, Rinconete y Cortadillo, Persiles y Sigismunda, Cipión y Berganza, Cardenio y Luscinda, Tirsi y Damón, Las dos doncellas y La española inglesa.

     La ciudad desde donde le escribo, villa entonces, fue Universidad del Renacimiento y del Barroco, y herederas de ella son dos: la Complutense de Madrid y la Universidad de Alcalá, que “las dos son madres y las dos son hijas”. En aquella lejana y originariaUniversidad se enseñaba la filosofía aristotélico-tomista, como la teoría hilemórfica de la materia y la forma, del cuerpo y el alma, y las del acto y la potencia, de la esencia y existencia, de la substancia y accidente… 

    Como usted ve, la ciudad desde donde le escribo tiene una larga existencia dual, que va desde la época de los dos cónsules romanos hasta la de los dos papas, también romanos. Y fue Manuel Azaña y Díaz y nació aquí, en la ciudad dual. Y fue escritor y fue político. ¿Pasa algo?
        
     Yo no sé si usted, Sr. CRN, está a favor o en contra de Azaña; yo no sé si uste viene o si usted va; yo no sé si le he contestado o no le he contestado. Pero no me importa. Doblemente no me importa.
      

José César Álvarez
                                                 Puerta de Madrid, 15.3.2014        

Diez años de ‘conspiración’ y de agujeros negros del 11M




Diez años de ‘conspiración’
y de agujeros negros del 11M

     La ‘teoría de la conspiración’ es la sibilina denominación con la que los partidarios de la versión oficial del 11M han venido calificando estos 10 años a los críticos. Y porque los segundos proclaman querer saber toda la verdad sobre el mayor atentado de Europa, los conspicuos sabedores de la verdad, motejan a los otros de “extrema derecha” y de “conspiranoicos. Eso sí, ellos sí pueden salirse de la sentencia oficial y dar un pequeñito giro hacia los ‘suicidas’de Leganés –aparcados lógicamente por el Tribunal Supremo– y así cubrir alguno de los muchos agujeros de ‘su’ versión oficial. Ellos, sí.

     Pero se da la mordaz paradoja de que los acuñadores de la teoría de la conspiración y de ese lindo vocablo de ‘conspiranoico’ son la propia conspiración. Son ellos quienes lanzan el salibazo de su propio especimen. Son ellos, los autores de la joya terminológica, los que el día infausto de hace diez años radiaban la presencia de suicidas islamistas en los trenes,  con descripción de las capas de ropa interior. Son ellos los que hace diez años iban por delante de los acontecimientos, marcando los tiempos a un gobierno del PP, desbordado por la precipitación a la que les sometían los verdaderos autores de la conspiración. Son ellos los gabilondos que borraron de los archivos aquellos nefandos programas radiofónicos, paradigmas conspiranoicos.         

     Después de diez años esta sigue siendo la única verdad oficial de la justicia de este injusto país: Yamal Zougan es el único condenado como cooperador directo en los atentados del 11M. Esa es la única pena carcelaria por 192 muertos y 1.500 heridos de un atentado tan complejo y sofisticado. En Zugan se reúne toda la autoría intelectual y material del atentado.
Y, sin embargo, se da de nuevo otra mordad paradoja: las rumanas que le identificaron como viajero de uno de aquellos trenes se enfrentan a la sentencia de un juicio por falso testimonio, repleto de flagrantes contradicciones y sabrosas indemnizaciones. Todo apunta a que ni las rumanas ni Zougan pisaran aquellos trenes.

     Ante este insólito panorama, ¿quiénes son más consecuentes con la realidad oficial, los genuinos ‘conspiradores’, dueños de su magra verdad, o los insultados como ‘conspiranoicos’ que piden una verdad que no ven?

     La verdad puede ser de origen yihadista –¿por qué no?–, pero coherente. Un mes antes de cumplirse este décimo aniversario del 11M –¡qué casualidad!– ha salido un libro de cuyo nombre no quiero acordarme, donde la autoría es yihadista. En su progresismo de alta investigación, “a cuyas fuentes no pueden llegar todos” –dicen sus propagandistas–, hace concesiones a los del otro lado: la decisión del atentado fue tomada en Karachi, Pakistán, en 2001, como venganza por haber sido desbaratada en Valencia una célula de Al Qaeda, antes de la guerra de Irak, nada que ver, por tanto, con la reacción de la izquierda en aquellos días. Pero el asesor de Zapatero sobre antiterrorismo en sus dos primeros años de gobierno, autor del libro, dice que la fecha del atentado es elegida antes de que se fijara la fecha de las elecciones, día 14 de marzo de 2004. Y eso es pedir la ingenuidad del limbo y carece de total credibilidad. Las intenciones del atentado, vinieran de donde vinieran, tenían como objetivo el día electoral, y el ínterin estaba medido para cambiar el voto y no dar opción a ulteriores contrareacciones. 

     Pero hay más. La teoría que debe explicar el 11M debe encajar en todos sus bordes y en todos sus vanos. Al asesor de Zapatero se le olvida justificar los agujeros negros del 11M, que la investigación privada de editoriales y medios de comunicación ha descubierto clamorosamente frente al silencio del Estado y la obstrucción de la Justicia que lo considera “caso juzgado”. Siempre la iniciativa privada en el ápice de nuestras libertades. Y han sido muchos los agujeros encontrados: el lavado con acetona de los trenes siniestrados y la estupefacta destrucción del cuerpo del delito; la falsificación y desaparición de los análisis y tomas de los explosivos por los Tedax; la invención de la mochila de Vallecas, no encontrada entre los efectos recogidos en los trenes, provista de una metralla de que carecieron las víctimas; los objetos aparecidos en la furgoneta Renault Kangoo de Alcalá de Henares, anteriormente inspeccionada y vacía; la inverosímil aparición posterior de la Skoda Flabia, etc.      
   
     La verdad del 11M debe explicarnos por qué ciertos miembros de nuestra policía, ahí colocada para nuestra seguridad, consiguieron en aquellos días borrar y manipular las pruebas procesales, en aparente complicidad con los autores del crimen. Y esto no es conspiración. Es constatación empírica y privada que ya no se puede marginar. La verdad del 11M, todavía pendiente, no puede ser una fábula oriental exenta de la servidumbre de sus pozos negros.
    
     Los muertos de tan horrible masacre seguirán sin acabar de enterrar, en tanto no les cubra el sudario de la Verdad y de la Justicia.
             



 

Hace ahora 10 años. Son dos de los cuatro malditos trenes de aquella mañana.  Con el sueño a rastras y el tiempo en los talones, la gente trabajadora buscaba su puesto de trabajo en la gran ciudad y encontraba la muerte en el camino. De los cuatro trenes de la muerte, tres nacían en Alcalá, y otro pasaba, paraba y cargaba. Cuatro trenes de bancada pública, donde pudimos ir todos pero sólo iban ellos.


  

—————————————————————————————————————————----       “La verdad del 11M, todavía pendiente, no puede ser una fábula oriental, exenta de la servidumbre de sus pozos negros”
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                                                                  José César Álvarez
                                                                  Puerta de Madrid, 8 .3.2014