Las reinas magas
Día 6. Cuando la Historia Sagrada
es tan machista que los tres Reyes Magos son tíos, y que los doce apóstoles lo
son también, como lo son los romanos y los judíos y lo son los cuatro
evangelistas, titular así, en femenino, va
bien, tal que su aceite de ricino para tanto recalcitrante carroza encorbatao
que no se sabe apretar el nudo hasta donde él mismo se merece. ¡Es que ya está
bien, tío! Y porque alguien hizo el
amago, sólo el amago, de inventar a la Reina Baltasara, hubo que dar
marcha atrás o de lo contrario te barren de la risa los encopetaos, los
inmovilistas que no quieren llevar la igualdad de género ni a sus propios
evangelios. Entonces hubo que decir para arreglarlo, pues claro, que la Baltasara era una mujer
que hacía de Baltasar. ¿O tampoco puede ser, so listos? A ver si no. Es la
igualdad de oportunidades, ¿te enteras? Y lo de “las reinas magas” no es que
cambiemos la historia, que tampoco pasa nada, que es un juego, una
dulcificación para los amargos, pero en este caso es que ellas existen en el teatro
de Gloria Fuertes que representan todos los años unas actrices cántabras.
Resulta que los Reyes Magos se van a la guerra, y sus esposas reinas les suplen
llevando la paz. A ver si te enteras que la igualdad de género lleva la paz,
tú, guerrero encastillado, político de trinchera, tú, sí, tú.
El salón
Día 7. La limpieza
del salón. El salón es la pieza noble de una casa, su espacio representativo,
el ágora familiar. El salón ha sufrido su desgaste con motivo de las fiestas
navideñas, del año viejo y nuevo. Allí, el belén y el árbol, los turrones, los
cavas, las uvas, los reyes. Se han pisado las alfombras, se han restregado los parqués,
se han apelmazado los sofás y ha sonado el claqueteo de los platos de la
vajilla de los días señalados. El salón y los elementos que lo componen han
acusado su valor fungible y evanescente, aunque ello apenas pueda ser
apreciado. Pero las doce uvas que han pasado por los salones de toda España,
han pasado también por su propia biografía. Por la entraña de los contenedores
también pasa el tiempo, además de por sus esqueletos pululantes.
Los cinco salones de Alcalá.
Día 8. Y del salón de mi casa me pasé al día
siguiente a los salones de mi pueblo. Y conté cinco, cinco salones dignos,
históricos, distantes, distintos y distintivos: el Salón de Concilios del
Palacio Arzobispal, el Paraninfo, el Teatro-Salón Cervantes (con su antecedente
teatral del ‘Corral de Comedias’), el Salón de Plenos del Ayuntamiento y el
Salón Noble del Círculo de Contribuyentes. Eran cinco.
Podría haber
incluido en la lista de los salones representativos de la ciudad al salón de
actos de la Universidad
cisneriana, a los de Farmacia, Medicina y al ‘salón inteligente’ del
Politécnico, más capaces, al ‘Aula Magna’ de Económicas y a la ‘Sala de Grado’
de Derecho. También podría haber incluido al episcopal de la ‘Civitas Dei’, al
Salón ‘Cisneros’ del Parador, a la siempre fascinante ‘Aula de Música’ de
Basilios, al espléndido ‘Lope de Vega’ de Caracciolos, al del Colegio de
Abogados, al Salón de los Reyes del Palacete Laredo, al del Arqueológico, al auditorio
Paco de Lucía… Pero no, he contado cinco, la manita, cinco como los cinco lobitos
que tiene la loba, como los cinco cables del pentagrama donde se cuelga toda
clase de música, toda.
Quizás sean el
primero y el último de los cinco salones relacionados los más desconocidos. El
Salón de Concilios tenía su divina techumbre artesonada de traviesas pareadas de
azules marinos y dorados. Ese espacio había sido reordenado por Martín de
Contreras en 1424 y enriquecido por Tavera un siglo después. Su cielo
arquitrabado ardió en 1939 para quedar ahora abovedado de nerviaciones
neogóticas y nudos policromados. Pero la historia incombustible dice que los
cardenales dieron marco a los reyes allí donde el cielo y la tierra se tocaban,
como se tocaban la espada y el báculo. Mucho antes, aquí hasta se preparó la
batalla de las Navas de Tolosa, la ralla roja de las Españas católicas.
El casino de
Alcalá tuvo su precedente en la calle Cervantes 2, bajo la denominación de
‘Casino Mercantil’, inaugurado para las fiestas navideñas de 1890, por lo que
acaba de cumplir 125 años, pasando en Agosto de 1893 a ocupar el edificio
actual con la fachada neomudéjar del arquitecto municipal Martín Pastells y la
nueva denominación de ‘Círculo de Contribuyentes’, del que la Sociedad de Condueños fue
su promotor. El alcalaíno Félix Yuste pintó en 1901 los diez lienzos alegóricos
de la ciudad y Samuel Luna iluminó los frescos del techo en 1906. En este Salón
Noble se trasluce el regusto calmo y decimonónico por enhebrar dignamente el
tiempo de una burguesía local atildada y galdosiana.
José César Álvarez
Puerta de Madrid, 9.1.2016
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