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Iluminada
Estaba yo en las
playas de Cantabria haciendo pozos para mis nietos, cuando un amigo me leyó por
teléfono una carta publicada en este Semanario, que me dirigía Iluminada. Fue
entonces cuando hube de sacudirme la arena de la playa y retomar los trebejos
de la escritura. Con Iluminada había yo adquirido el compromiso de mandarle mi
letra del himno nacional. La recuerdo bien. Estaba a mi lado en el acto del 11-M
del Paseo de la Estación. Sonaba
un violín, puede que dos haciendo melodía densa. Era el Himno Nacional de
España, interpretado al final del acto. Me recordaban los últimos violines de
la orquesta del Titanic. El barco se hundía y el mar se iba tragando músico a
músico, quedaban tres, dos violines, uno, que mantenían la estabilidad sobre la
cubierta y alargaban la melodía. Así me pareció el himno nacional del último
11-M del Paseo de la Estación,
un himno agónico de una España agónica, dentro de un 11-M que lleva la pendiente
trágica de su plataforma y cuyas notas emocionadas recogíamos para salvarlas de
su hundimiento. Era la melodía emocionante del Himno Nacional, la sola melodía,
sin terceras ni quintas, sin punteos de acordes ni de arpegios, la cara limpia
sin afeites ni teñidos.
Allí estaba ella,
Iluminada. Al terminar la melodía densa del himno nacional, una mujer a mi lado
me recobraba la realidad con un VIVA A ESPAÑA claro y preciso, natural, sin un adarme
de militarismo, sin el descerrajamiento agudo de las últimas sílabas en ‘a’, con
el que alguien hacía chunga imitando decía a Millán Astray. Si imitación o no, ese ‘viva a España’ de arenga chusca yo se
la he oído interpretar en la SER
a Eduardo Haro Tecglen, a quien, no sé
si por esa habilidad, le concedió el ayuntamiento de Alcalá en 2002 el “Premio Ciudad
de Alcalá de Henares de las Artes y las Letras”.
Era la voz limpia
y natural de Iluminada, a la que le contestó con ganas un ‘viva’ unísono de toda
la concurrencia que allí se congregaba en torno al monumento a las víctimas de
los trenes en el aniversario de aquel día tan aciago y tan ignoto. La mujer de
la voz clara, Iluminada, tiene luz
propia, y, pese al nombre, alumbró a tres vástagos de la Guardia Civil. Y yo felicité a
la mujer de la voz clara, la que ahora me felicita a mí por un premio literario
que tendrá que esperar para leer, a la vez que me recuerda, entre otras cosas.
mi compromiso adquirido.
Precisamente,
hace un par de fechas, escuchaba yo en alguna TV del mediodía las razones de un
joven autor, que proponía en su libro el rescate del sentimiento patriótico por
parte de la izquierda española, dentro de la que él se incluía. La bandera y el
himno, decía, no son otros, son los que son. Su familia decía ser francesa,
somos medio franceses, y allí el himno nacional es aceptado igualmente por los
unos y los otros. Reconocía que la letra antigua de ‘La Marsellesa’ es
aberrante para hoy, salta la sangre por todas partes. Es el levantamiento del
pueblo contra la Tiranía,
es el grito destemplado del pueblo, mientras que en el Himno Nacional, decía,
ocurría lo contrario: la derecha se había apropiado en exclusiva del Himno. Y
las razones que apuntaba para el retorno de la izquierda al sentimiento
patriótico perdido es el aataque a la derecha, la casta menos patriótica que
vendió a Gibraltar y soportó a los Borbones.
Decía que en su
familia, cuando jugaban al fútbol España y Francia, escuchaban con naturalidad
el himno francés, pero que al llegar el himno español no le reconocían, y se
levantaban de frente al televisor, se paseaban por la cocina buscando cualquier
nimiedad, dando tregua a su aplazado patriotismo, el que ahora un ‘franco-español’
propone recuperar con el ejemplo francés y con las razones históricas contra el
antipatriotismo de la derecha. Yo creo que tienen un buen cacao en la cabeza y
que les queda todavía muchas vueltas que dar por la cocina.
Ahí va,
Iluminada, mi letra del Himno Nacional, enviada con franqueza y afecto,
desprovista de empanadas mentales. Es una letra abreviada, es decir, una
versión apropiada para competiciones deportivas y otros eventos. Es una estrofa
con ‘bis’ de sus dos partes, tal como normalmente se interpreta musicalmente.
Dice así:
Canto a España, que es
piel de toro y tierra brava del honor, un sol que yoheredé.
¡Madre España! se ven
por tu bandera ríos de pasión, de oro el corazón:
Diste tu lengua y tu
sangre y tu fe al mundo que a tu andar se duplicó a tus pies.
Juntos tus hijos con
paso tenaz, tras cumbre y sed vencer, el cielo han de tocar.
José César Álvarez
Puerta de Madrid, 22
de julio de 2015
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