miércoles, 2 de mayo de 2012

La ley del silencio

     No voy de cine sino de realidades. Aquí hay demasiada gente que se calla a un mismo tiempo. Es una táctica, esta del silencio que cura los excesos. Es el caso de Mourinho, quien manda a su segundo, Karanka, para que le sustituya en las ruedas de prensa. El silencio es una dieta verbal que le recupera a uno de los empachos. La abstinencia de la lengua floja te cura las tripas revueltas. A Mourinho le ha imitado Clemente, pero este no se calla ni en tiempo de ayuno anunciado. Los dos muditos del fútbol español se vieron las caras el pasado fin de semana.  Los silencios de estos astros futboleros tienen mucho de vendetta contra sus críticos. “Si yo me callo tú no vendes periódicos. Pues me callo.”

     Otra cosa es sor María Gómez Valbuena, a quien llaman la monja “roba niños”. Sor María se acogió al silencio declarativo ante el juez. La monja está acusada de haber “regalado” en 1982 una niña a Alejandro Alcalde, la que hoy es su hija adoptiva. Esto ocurrió en una maternidad madrileña de la que sor María era asistenta social. Pero los silencios de la monja “roba niños”, por muy constitucionales que sean, deben llenarse de razones. Nadie puede erigirse en tribunal de los destinos de las vidas humanas, aunque tenga certeza de hacer el bien con sus decisiones. El silencio de sor María es un simple aplazamiento de una verdad aplazada en beneficio propio.    

     Salió Mariano Rajoy por la puerta de atrás del Senado para no hablar y se topó, no obstante, con multitud de obstáculos de micrófonos y cámaras, a las que pagó con su silencio, hasta que alcanzó el seguro burladero de su coche oficial. Era tarde noche, tarde alta de crisis, de mercados y prima de riesgo. Mariano burló con su silencio a toda costa todos los cachivaches de la alta tarde. ¿Siempre ha de hablar un político? ¿Aunque sea con malas noticias? ¿Aunque tenga confirmaciones pendientes? ¿Hablar por hablar? ¿Aunque esté acuciado por haber recaído su padre?  Sin embargo, lo diré, es preferible el silencio, antes que romperle con papeles delante.

     El silencio es el arma fundamental de Cristina Fernández Kichner, presidenta de Argentina, en su crisis con España, por decirlo finamente. La presidenta “roba petróleo”, con las peores malas artes de su caudillismo peronista, quiere quedarse con la empresa española YPF Repsol y sus inversiones multimillonarias, así, con la cara, y contraviniendo los tratados internacionales. La ofensiva diplomática española ha sido firme. El ministro de industria dice que todo está ya decidido. ¿Cuál será el sentido del silencio de la Fernández Kichner? ¿Será que esté considerando la marcha atrás? ¿O estará en el sentido de la amenaza de nuestra vicepresidenta: “las medidas no se anuncian, sino que se adoptan”?

    Nicanor Parra, el poeta chileno galardonado con el Premio Cervantes, guarda silencio. A tiro de una semana del evento no se sabe si el galardonado acudirá al acto del Paraninfo de Alcalá. Es este un silencio comprensible de 97 años, que guarda también silencio de su verdadero nombre, al estilo de los también poetas chilenos Gabriela Mistral y Pablo Neruda.

     Otro distinto es el silencio de Mingote, que podría serlo por haber desaparecido recientemente, pero que lo es por uno de sus chistes que ahora se recuerdan. Un día puso un pie que decía: “Rosendo, querido, no tengo nada que decirte”. Y su espacio estaba en blanco. Contaba que no se lo querían pagar. Era evidente que la mujer de Rosendo decía mucho, hablaba de un tremendo vacío.

     En una escuela de radiofonismo enseñaban que los cuatro elementos que configuran la radio eran: la voz, la música, el efecto radiofónico y el silencio. Hay silencios clamorosos.

     Nuestro rey don Juan Carlos no se calló en Botsuana, sino que se cayó, que no es lo mismo, Lo cual parece un dictado de Miranda Podadera, que son dictados preconstitucionales, que quiere decir dictados “fetén”, de cuando en las escuelas se enseñaba a escribir de verdad. Son modelos anteriores, por supuesto, a la nociva LOGSE de Rubalcaba. No sé por qué siempre el adjetivo “ preconstitucional” ha de significar negatividad como lo quiso hacer la Señorita Trini con el obispo de Alcalá.

     El silencio está formado de unos átomos al vacío de una muy heterogénea composición. Los silencios de Mourinho y de Clemente, de sor María Gómez Valbuena, de Mariano Rajoy, de Cristina Fernández Kichner, de Nicanor Parra, de Mingote, aunque sean compases sinónimos, llevan dentro distinta atomización. Yo también me callo distintamente.

                                                                              José César álvarez    
                                                                  Puerta de Madrid, 21.5.2012

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