sábado, 26 de mayo de 2012


MIS AMIGOS AL AYUNTAMIENTO

Quisiera haber escrito en este encabezamiento una frase de un autor muysonoro que dijera: “El mejor criterio  que sobre una persona puedas obtener es la impresión primera, la más lejana en el tiempo, ya que la capacidad en el arte de encubrir es menor.” O una máxima india que dijera: “Los ríos so más genuinos cuanto más te acerques a su nacimiento”. Quizás co citas o sin ellas algo ha bullido en mi subconsciente al rememorar, por puro deleite, las figuras juveniles de tres hombres que ocupan lugares destacados de responsabilidad en las primeras elecciones democráticas de esta ciudad al Ayuntamiento,por los tres partidos mayoritarios: Olegario Fontecha (1-UCD), Heliodoro Ceballos (1-PCE) Y Arsenio Lope Huerta (2-PSOE)

     OLE: Voleibol

     Jugaba Olegario Fontecha a este deporte cuando todavía se llamaba balón bolea. Recuerdo que mi hermana me invitó a presenciar un partido de su ídolo en la Laboral, donde Fontecha estudiaba, y pude comprobar que su nombre era coreado ya bravamente por el público. Ole era un auténtico gigante en el campo de juego, donde se desarbolaba y se descoyuntaba para agradar a sus incondicionales. No se puede decir que los movimientos de su cuerpo fueran armónicos, sino que trataba de llegar como fuera allí donde el cuerpo se resistía, rozando casi la pirueta imposible. Evitaba los mates del contrario en posturas inverosímiles que arrancaban el refrendo ovacional del respetable. Ole buscaba la eficacia, no el aplauso. Quizás por ello yo no puedo ser objetivo, porque comocí a Ole juntamente con sus “fans”, asociado a ellos.

     Su juego puede resumirse así: Saque terrorífico, no elude la subida a la red, antes bien busca allí al contrario en el rebote, sus mates son irrefutables, palmeando a terreno de nadie.

     Un jugador de voleibol no tiene un puesto fijo en el campo, sino que a cada paso van corriéndose los puestos, pasando por todos ellos de manera rotativa. Así es como todo voleibolista es un comodín. O jugador completo. Pasan del ala derecha al centro y del centro a la izquierda. Después en orden inverso: izquierda, centro, derecha. Este carácter rotativo del jugador de voleibol entraña la ausencia de inmovilismo. al contrario que en otros deportes o concepciones de juego. Por ejemplo, en el fútbol, un jugador puede ser etiquetado como defensa derecho o extremo izquierda, pero el voleibolista carece de definición geográfica, ya que contiene y resume todas.

     Era el voleibolista Ole estudiant e el último curso de su ingeniría técnica,  cuando el que suscribe estaba allí también en su primer año de docencia. Uno era nuevo y educado y llamaba de usted, claro está, a sus superiores. Estaba yo un día con el Sr. Vicerrector, cuando llegó Fontecha, a la sazón presidente del Consejo intercolegial de Alumnos de la Universidad Laboral, y saludó al superior pinchándole con un dedo en la barriga. Supe después que Fontecha, precursor de nuevos tiempos, tuteaba al subsecretario, al ministro y al ‘sursum corda’. El dedo índice de Fontecha vino a desarmar las rígidas estructuras jerárquicas de mi caletre, todo mi universo.

     Su saque, su presidencia y su dedo índice le conferían una cierta aureola de ‘enfant terrible’.

     HELIO: Fútbol

     Como en una nebulosa lejana veo a Heliodoro Ceballos en la demarcación de extremo izquierda, a la que ya en tan bisoña edad tenía querencia. No es que brillara en esta especialidad a gran altura, pero cumplía con holgura. Había en él cierta clarividencia en la jugada, algo de elegancia en el regate e ideas claras en la concepción del juego. Ideas, sin embargo, que tenían el incierto marchamo de no materializarse en cuanto le marcara un defensa medianamente duro. Pero, eso sí, apuntaba maneras. De ahí que Helio amara el desmarque, el hueco, pegado a la banda. La verdad, correoso no lo era, y evitaba el fragor de las “melés”, de los encontronazos  en el remate.

     Ceballos me viene envuelto en la nebulosa a la vez que en la sotana de seminarista. En el seminario, la práctica del fútbol en chándal fue una ‘apertura’ posterior a la época a que me refiero. Yo estoy seguro que Ceballos se siente muy orgulloso de haber jugado con sotana. Y este cronista, para realizar esta crónica, y no por otro motivo, hubo de permanecer ocho años a su lado, también de sotana. Comprendan ustedes la laboriosidad de esta crónica deportiva, realizada commo enviado especial

     Sobre la sotana nos anudábamos el fajín rojo. Recuerdo que el fajín de Heliodoro estaba un tanto desteñido. Yo creo ver en e fajín de Helio la razón fundamental de esa vitola de ‘independiente’ que se nos ha colocado, porque, a decir verdad, rojo rojo del todo no lo era.

     Hay, sin embargo una cuestión que no he digerido todavía, es su nombramiento como inspector. Este fue su primer cargo. El inspector era una especie de subalterno del prefecto de disciplina, y había de alternar difícilmente su condición de compañero y superior. Hay que decir, sin embargo, que Ceballos no fue tridentino en un recinto tridentino. Le faltó siempre el ademán.

     Nació el futbolista Helio en Priego de Córdoba, ciudad natal del primer presidente de la segunda República, don Niceto Alcalá Zamora, y creció, vivió y se desarrolló en Alcalá de Henares, ciudad natal del segundo presidente de la misma República. Felicísima coincidencia que podría marcar su estilo de juego.

     Los balcones de su infancia y adolescencia miraban a la plaza de Cervantes y se daba de bruces con la montonera arrumbada de las piedras de Santa María. Esas piedras blancas de tan negro suceso deben pesar en su retina de alguna manera.

     CURRO: Baloncesto

     El número uno en esta especialidad es, sin duda, Arsenio Lope Huerta. Su palmarés lo dice: cinco veces campeón de España junior y subcampeón de Europa. Solamente le ganó Rusia, pero Curro se ganó a Rusia. Me explicaré: una veces por España, otras por Rusia, sus equipos se retiraban de la competición para evitar enfrentarse, pero aquel año en que Curro es alistado en el primer equipo del Real Madrid para viajar a Rusia, catapún, va Rusia y se nos abre.

     Iba Curro para ministro de Asuntos Exteriores por lo menos, cuando se nos queda en el número dos de su equipo local. Jugaba Curro, que era Arsenio, en el Real Madrid, de ala en su merenguísimo equipo y cuando venía a Alcalá a jugar co los suyos lo hacía de base.  En efecto había que distribuir juego, enseñar lo que él bien conocía, ordenar racionalmente las jugadas, y, claro, Arsenio, que era Curro en Alcalá, era base en su complutensísimo equipo local.

   La noticia ha sido ésta: Curro aquí ya no juega de base, ahora vuelve a ser el Arsenio que Juega de ala.

     Pero mi mayor admiración por Curro fue el día –ahí es nada laapertura de Rusia– en que escuché su nombre pronunciado por vez primera a través de los circuitos microfónicos nacionales por la dicción de Matías Prats. Acometíó el gran locutor el nombre de Arsenio con una gran apertura bucal implosiva en la primera letra-del alfabeto, dando un gran vuelo linguoalveolar a su llegada a la ‘r’, a la que los lingüistas llaman coda o posición silábica postnuclear, y al llegar a su conjunción con la "s" eran ya sólo violines lo que se oía. Y quedaba todavía "enio".

     Tengo idea de que corrí con Curro por el ‘prao’ de Camarma, cuando niños. Y cuando consiguió la altura que ahora tiene venía Curro a la plaza a a acomplejarnos con su olor a Emilianos y a Sevillanos.

José CésarÁlvarez
Puerta de Madrid, 31.3.1979

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