martes, 1 de mayo de 2012

  La Noche en Blanco

     Divertimento, color, espectáculo, brillo, pasión, aglomeraciones, ingenio… Estas fueron algunas de las percepciones observadas en el callejeo de la Noche en Blanco. La magia de la noche complutense prendida en los lugares emblemáticos y en rincones inverosímiles. Ha sido un maremoto cultural que ha inundado la vieja ciudad y ha ahuyentado sus fantasmas de la noche, esos personajes quevedescos que en un revuelo de capas y de becas pululan por entre las columnas de la calle Mayor y por el dédalo de los colegios antañones. Los fantasmas fueron ahuyentados por el estrépito, pero no sustituidos como legado de inspiración de la mágica noche. Fue una fiesta que no venía en el calendario, bien porque no cabía de tan gorda, o simplemente porque los maremotos no vienen en el calendario. Un centenar de escenarios, esparcidos a lo largo de la ciudad de Cervantes. La cuna de Cervantes mecida en su noche larga de risas y llantos. Noche diversa y promiscua de los cigalas y teresas berganzas, de broncos y agudos, arrastrando como única pena la de no ser omnipresentes. Había que apurar la copa honda de la noche alcalaína y decir aquello de “si amanece nos vamos”,´célebre frase que, en su tertulia de la fonda de San Sebastián, acuñó Fernández de Moratín, el famoso escritor que solía hacer noche en Alcalá en la posada de la calle del Tinte.

     Déjame decir, sin embargo, que las noches en blanco las inventaron nuestros hijos. Los jóvenes que lo fueron en la recta final del siglo pasado crearon un conflicto generacional. Se plantaron ante los padres y pidieron la noche para ellos. Ellos durmieron los días final de semana de sus noches de alcohol y decibelios, cuando menos. Pero las noches blancas y sobrecargadas de los jóvenes que pidieron la noche resultaron ser auténticas noches blancas para los padres. ¡Ay de las noches en blanco de las madres de España, las que soportaron la marcha de los hijos que se alistaron en una guerra oscura!

     Otro de los precedentes de la Noche en blanco fue aquella noche del 11 de julio de 2010, cuando el gol de Iniesta lanzó a las gentes de España a las calles mundiales de la noche en blanco y loca de fanfarrias y banderas españolas resucitadas.

     Pero la Noche en Blanco de Alcalá de Henares ha sido un gol del alcalde Bartolo, que ha sacado  a los padres a la noche de los hijos que quedaron. Niños, jóvenes, maduros y mayores, todos sin distinción han compartido la misma noche. Y la Noche en blanco del alcalde Bartolo ha resuelto el conflicto generacional pendiente.

     En la puritana tradición española, salir de noche era cosa de pingos, de pericos y pericones. Hay personas de reducida biografía en sus noches en blanco: la Adoración Nocturna, la procesión del silencio y aquel yuyu de una urgencia sin desenlace fatal a Dios gracias. Y los habitantes de la ciudad vieja, por iniciativa bartolina, se marcharon de pingo a mover su culo de lado a lado.

    Fue una noche en la que los astros institucionales de la ciudad entraron en conjunción: Ayuntamiento, Universidad, Iglesia, Comunidad, Instituto Cervantes… La cola de la Iglesia de Santa María era una larga persistencia por contemplar la remozada Capilla de las Santas Formas. En el patio del Instituto Cervantes se desgranaban sustanciosos cuentos. Y brillaban los tenores líricos de la Plaza de Cervantes, y la comparsa de  personajes célebres infantiles, y la Schola Cantorum apostada en la fachada del Hospital de Antezana, y el pasacalles de vientos tronantes, y los magos e ilusionistas callejeros, y la jocunda antología satírico burlesca de Santa María la Rica,  y en el Paraninfo vibraban las voces de oro de su siglo... Teatros, bailes y conciertos, el cine de terror y esa nocturna caravana ciclista que cruzaba la ciudad por el nuevo carril bici, todo ello no es sino un ligero apunte de las luces de la tumultuosa noche alcalaína.
    
     Y las camisolas de los racinguistas que sacrificaron al Real Madrid en la tarde madrileña celebraban la noche alcalaína.

 Y ese librito para el recuerdo, ese vademécum, como un mosaico en el bolsillo, cargado de noche y luna.

                                                 José César Álvarez
                                                        Puerta de Madrid, 9..4.2011

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