miércoles, 2 de mayo de 2012

Nacimiento vivo

     Un niño largo y barbado nos ha nacido en una noche cerrada, en la que los reyes perdieron su estrella.

     Han nacido ministros en el frío de este portal profundo de la crisis, y ha estallado el grito glorioso de “Hosanna in excelsis Deo”, después de tan tediosa e inútil espera y de un cambio de cuna de lentitud exasperante bajo la inclemencia de este invierno. ¡Hosanna!

     Ha nacido un niño Urdangarín sordo que ha desvencijado a porrazos su portal, dejando a su familia en la intemperie.

     Entre un buey y una mula han nacido los niños de Amaiur y Sortu con la mirada fría y un llanto inaudito y monocorde, que pretende acabar con todas las paciencias de la noche.

     A los alcalaínos nos ha nacido el puente Zulema, que es la nueva pieza que adornará este año el río de nuestro nacimiento.

     El patriarca San José ha alumbrado un libro gordo y hermoso en este diciembre fecundo. Hablo de nuestro patriarca de las letras Francisco Javier García Gutiérrez, quien, entre imágenes y palabras –qué imágenes, qué palabras– perfila el ancho paisaje del belén alcalaíno. En este bello belén de García y de Masats hay montes con río y noches, albas y soles.

     En el portal de Belén de este año está el niño Bartolomé González, envuelto en los pañales blancos de forro rojo, rematados con la cruz de los cruzados y el emblema isabelino, en calidad de naciente caballero de honor de la Orden de Isabel la Católica.

     En el portal de Belén de Elena Valenciano hay una niña en el pesebre, como no podía ser de otra manera, no hay pastores y las zagalas “la” llevan requesón, manteca y miel, en tanto se vislumbran a lo lejos las Reinas Magas con la rompiente figura de la Baltasara.
    
     En el belén de los alcalaínos, porque así lo gritaron, este año estarán y no estarán los niños Ruth y José, los hermanitos cordobeses desaparecidos en el frío de una noche sin paz.       

     En el portal de Belén siempre revolotea un angelito negro y patizambo con la barriguita hinchada, y este año revolotearán también los angelitos del naufragio de Java, en Indonesia, víctimas de la sobrecarga de su levedad.

     En mi nacimiento no hay “caganer”, porque no, y sobre los lirios de la margen de mi río quedan tendidas tres camisitas blancas, tres prendas como gotas de un rocío de triunfos. Pero mi belén se hace este año más profundamente blanco, y los picos de sus montañas adquieren la blancura de los oblatos mártires que han sido beatificados y que duermen bajo el manto de tierra de este belén.

      Si no nos hacemos niños, no nacemos ni renacemos. Dios se hace Niño todos los diciembres de todos los años. Ahora le toca y nos toca. Ell Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.  

                                                                                  José César Álvarez
                                                                                  Puerta de Madrid, 24.12.2011

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