sábado, 21 de abril de 2012

250 AÑOS DEL DESCUBRIMIENTO DE LA PATRIA DE CERVANTES.







Los literatos y eruditos españoles del siglo XVIII se lamentan hacia los años cuarenta de no saber a esas alturas cuál sea la patria de Cervantes, cuando su fama hierve al otro lado de los Pirineos. La publicación del Quijote de lord Carteret en Londres, 1738, fue todo un éxito, un lujo editorial que produce envidia entre los españoles. Dicha edición inglesa ha ido acompañada  de la Vida de Miguel de Cervantes, de don Gregorio Mayáns i Siscar, “el Néstor de las letras españolas del siglo XVIII” según expresión de Menéndez y Pelayo. En dicha obra Mayáns dice: “…entre tanto, tengo por cierto que la patria de Cervantes fue Madrid”. El polígrafo valenciano se basa en los versos del Viaje al Parnaso: “Adiós dije a la humilde choza mía, adiós Madrid…, hoy de mi patria y de mí mismo salgo”.
           
El fallo –y falla- de Mayáns fue el pistoletazo de los eruditos del siglo en busca de la verdadera cuna de Cervantes, un motivo de enconos y rivalidades. Las patrias apócrifas de Cervantes se multiplican. La polémica de la cuna de Cervantes, en la época, no consiste sólo en un prurito localista –Alcalá no figura como parte en la polémica. Nada sabe, nada dice, y a ella buscan­­-, es mucho más, es el punto de arranque de un movimiento de erudición y de investigación  ilustrada, conocido con el nombre de cervantismo.
           
“Por los años de 1748”, Juan de Iriarte, bibliotecario de Su Majestad, envía al sabio benedictino fray Martín Sarmiento la famosa Relación de los cautivos de Argel rescatados en 1580, que ha encontrado en la Biblioteca Real, en cuyo núm. 29 figura: “Miguel de Cervantes, de edad treinta y un años, natural de Alcalá de Henares”. El hallazgo necesita la confirmación moral e intelectual de fray Martín, quien se sabe está dedicado a ello. Pero el benedictino calla prudentemente. El hallazgo es lacónico y por aquel entonces se está divulgando la partida de un Miguel de Cervantes de Alcázar de San Juan. Sigue investigando. Pero en la primavera de 1752 se produce el hallazgo, que él narra sin darlo importancia y como fruto de la casualidad. Había obtenido el libro Topographia e Historia General de Argel (1612), del P. Haedo, y en la misma librería lo abre por la pag. 185 donde aparece el segundo diálogo de Mártires, donde al cautivo Miguel de Cervantes se le llama “caballero principal de Alcalá de Henares”.

Dice Sarmiento que tuvo ese libro en sus manos en la biblioteca del convento de Madrid en 1717 y dejó de leerlo porque no le interesaba gran cosa al desconocer las fuentes de su autor. Pero ahora ya sabe que el Padre Diego Haedo se ha servido de los apuntamientos de Antonio de Sosa, un compañero de cautiverio de Cervantes, buen escritor –alguien dirá con argumentos estilísticos que es el propio Cervantes–, quien aporta descripciones y diálogos entre cautivos que exaltan el heroísmo y la crueldad de los genízaros musulmanes durante el tiempo de Argel. Estos escritos, por cierto, le fueron facilitados a su autor por un tío homónimo suyo, que era Arzobispo de Palermo cuando pertenecía a España. Todos ellos eran monjes benedictinos: Sarmiento, Sosa, tío y sobrino. Dice Sarmiento que, después del hallazgo, releyó el relato del cautivo en el Quijote con la complicidad de estar viendo la imagen disfrazada del propio Cervantes.

“Así que tropecé con la noticia de la verdadera patria de Cervantes –dice Sarmiento, empeñado en escribir para sí mismo y para un reducido círculo de amigos y eruditos- la comuniqué, y con franqueza al librero Francisco Manuel de Mena, que viene a mi celda con frecuencia. Señalele el libro y el folio 185 de Haedo. Encarguele que esparciese esa noticia de que Alcalá era la patria de Cervantes en la Real Biblioteca y en otros congresos de literatos. Mi fin era para que, si  alguno quisiese tratar ese punto, buscase antes en Alcalá la fee de bautismo de Cervantes. Creo que algunos hicieron la diligencia pero el que más se esmeró en hacerla ha sido D. Agustín de Montiano y Luyando,  Secretario de Su Majestad y de la Cámara de Gracia y Justicia, y Director Perpetuo de la Real Academia de la Historia, etc. Este discreto y erudito caballero solicitó que en Alcalá se buscase la fee de bautismo. Buscose, se halló, y se le remitió. Y habiéndola copiado, la imprimió, a la letra, en la página 10 de su tomo Discurso sobre las Tragedias Españolas y la Tragedia Athaulpha”.

Por otra parte, el también biliotecario Martinez Pingarrón se ha enterado de la noticia en casa del librero Mena. Es colaborador de don Gregorio Mayáns en la empresa cervantina que éste ha recibido del Marqués de la Ensenada para emular e incluso superar la edición de lord Carteret, empresa que quedaría desbaratada por la caída del marqués. Pingarrón le dice en carta a Mayáns que pedirá al Abad de Alcalá, Santiago Gómez Falcón, “que es mui amigo mio, i antiguo, i erudito” me envie la certificación de bautismo. En esta carrera por el botín gana Montiano, que obtiene la certificación de bautismo con fecha 19 de junio de 1752, en tanto el amigo del Abad, Martinez de Pingarrón la obtiene con fecha 18 de julio.

No se mereció Montiano pasar a la historia con ese botín, adquirido con malas artes a través del Recaudador de Rentas Decimales. No se lo mereció quien dijo que el Quijote de Avellaneda era superior al de Cervantes "por el sacrosanto principio de la verosimilitud". No se lo mereció el que motejó a un caballero como fue don Gregorio Mayáns de "austral", el “rojo” de aquellos días, perdedor de la Guerra de Sucesión. No se lo mereció el que conspiró contra la fundación de la Academia de la Lengua Valenciana, por la que luchó Mayáns.
           
Pero volviendo a Sarmiento, hemos de decir que hasta 1761 no se pone a escribir su obra cervantina “Noticia de la verdadera patria…”  y siempre para su reducido núcleo,  ya que está ocupado en otras cosas. Concretamente, cuando descubre la patria de Cervantes está escribiendo Sobre el animal Cebra que se criaba en España por encargo del Conde de Maceda el Tuerto, y en uno de sus márgenes hace la anotación del descubrimiento de la patria de Cervantes.

            Hoy se pone en cuestión la fecha arriba referida en que Juan de Iriarte comunica el hallazgo de la Relación de cautivos a Sarmiento. Si ello fuera así, el descubridor de la patria de Cervantes sería Juan de Iriarte, lo cual consta en la obra cervantina de Antonio Pellicer. Pero esa fecha fue aportada por el sobrino de aquel, Bernardo de Iriarte, en una polémica en la que se lamenta de no haber sido citado su tío ni por Sarmiento ni por Montiano. La vaga referencia de Bernardo “por los años de 1748”, año en que viene a Madrid y tiene 13 años, carece de consistencia. Por eso dice J. L. Pensado:
“Esta vaguedad cronológica contrasta con la precisión del relato de Sarmiento: fecha de su hallazgo: primavera de 1752, testigo y propalador: el librero Mena, destinatarios: La Real Biblioteca y los círculos literarios”.

Por lo que la aparición de la relación pudo incluso ser posterior y ser confirmación del hallazgo de Sarmiento. ¿Por qué, entonces, el benedictino no menciona a Iriarte como menciona a Montiano? ¿Por qué su tío, que publicaba, no protesta de ello en vida, cuando se le reconoce como descubridor a Sarmiento?  Martinez de Pingarrón dice en carta a Mayáns ver en casa de Mena, tomando apuntes, a un amigo suyo bibliotecario, que no puede ser otro que Juan de Iriarte. Si él hubiera tenido ya la noticia, incluso hubiera buscado ya la partida en Alcalá. Todo lo cual va en contra de lo tradicionalmente publicado por los cervantistas.

Que no, que EL Cervantes de Alcalá no nace entre un buey y una mula, que no, que renace entre cebras en la primavera de 1752, hace ahora exactamente 250 años, y su alumbramiento conoce varón: Fray Martín Sarmiento, natural de Villafranca del Bierzo, aunque vivió en Pontevedra, donde como tal le consideran y la Xunta ahora le publica. Sarmiento merece el homenaje de Alcalá en este 250 aniversario del descubrimiento de la patria de Cervantes, por lo que nos gustaría ver en las fiestas de Cervantes, las de Octubre, las nuestras, al alcalde de Villafranca del Bierzo entre nosotros. Que patria se paga con patria.

José César Álvarez,                                                              Puerta de Madrid, 20.4.2002

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