lunes, 23 de abril de 2012








(INOCENTADA PUBLICADA EN PUERTA DE MADRID)


A la Iglesia Magistral le llegó su hora

“Con los proyectos que tengo en marcha —dice don Inocencio Martín de la Bella— el templo alcanzará el nivel de excelencia que tuvo”

La Iglesia Magistral, hoy catedral, es uno de los tres principales monumentos  de esta ciudad  “patrimonio de la Humanidad”, juntamente con la Universidad y el Palacio Arzobispal. Las tres perlas monumentales del patrimonio complutense , dicho sea para información del laicismo autosuficiente, son obra y  legado de los Arzobispos de Toledo a lo largo  de los ocho siglos de presencia en la ciudad que fue señorío de la mitra toledana. La noticia en este moribundo 2006 ha sido el feliz nacimiento de la ACAIMA, la Asociación ciudadana de Amigos de la Iglesia Magistral de Alcalá, cuyo  primer presidente, que será ratificado en asamblea constituyente, será don Inocencio Martín de la Bella y Munárriz, miembro del Colegio de Notarios de Madrid, donde reside, reconocido investigador histórico y entusiasta de la historia y méritos del primer templo alcalaíno.
           
–En el proceso de rehabilitación de la Iglesia Magistral –nos dice el Sr. Martín de la Bella– se ha llegado a un nivel de flotación básico con el que el templo ha ingresado en la Federación de ciudades catedralicias. Es preciso ahora acometer el nivel de excelencia del que gozó. Está claro que la Iglesia  por sí sola no puede llevarlo a cabo, le hace falta el apoyo de personas e instituciones. La SIM, esto es, la Santa Iglesia Magistral, sufrió el expolio de la Guerra de la Independencia y el de la Guerra Civil, seguido de pavoroso incendio,  donde se dio por liquidado todo el valor acumulado en su interior durante siglos, donde constaba el excelente aporte recibido por parte de los jesuitas expulsos y de los franciscanos del Convento de Santa María de Jesús. Entre el aporte de los jesuitas fueron nada menos que las Santas Formas Incorruptas y una treintena de lámparas de plata que se agenciaron los franceses. Entre el aporte de los franciscanos vino el cuerpo incorrupto de San Diego y el sepulcro de alabastro del Cardenal Alonso Carrillo. Ardieron los cincuenta sitiales del coro alto y los veintidós del bajo, labrados en madera de nogal y de peral, ardieron los dos órganos, entre ellos un magnífico instrumento flamenco, y la excelente obra escultórica de vigarny en el retablo de la capilla mayor, al tiempo que desaparecieron los tapices colgantes, los objetos preciosos del culto y el archivo parroquial y magistral. El fuego y el expolio pueden hacer desaparecer eso y más, pero no pueden aniquilar el alma, la entraña, la historia viva de esta iglesia de excelencias.
         A don Inocencio Martín de la Bella le hago ver que esos entusiasmos complutenses que destila no se llevan ya ni en el propio feudo. Se ha dicho de Alcalá que posee un microclima donde las cosas no inspiran frío ni calor.
         –En efecto –me ataja don Inocencio–, algo de eso debe ocurrir en Alcalá, porque no alcanzo a comprender cómo ha podido transcurrir tanto tiempo en surgir esta Asociación de Amigos de la Magistral o entidad similar. Los Amigos de la Universidad, entidad que conozco y tengo en aprecio, van al lado de una Universidad de Alcalá que también sufrió expolio, pero nunca sufrió el fuego. Hay mucha diferencia, el fuego marca, el fuego lleva ira. Levantarse del fuego cuesta. Los Amigos de la Universidad no arriman su hombro para asuntos de recuperación del patrimonio por tres motivos: uno es porque no tuvieron fuego, otro porque la ciudad fue muy generosa con su Universidad, y, por último, porque papá-EStado todo se lo provee y prevé. Y ese mismo Estado, cuando mita a la Iglesia, dice ser laicista”.
         Son palabras del momento, palabras que se pegan por tener alta la  tele, digo yo. El Sr. Martín de la Bella me habla de Alcalá, dale que dale, en su casa de Madrid. Los alcalaínos que queramos oír hablar de Alcalá vamos a terminar por venir a Madrid.
        

     –Mi idea estrella –me dice de repente el Sr. de la Bella– es realizar la cúpula de la Iglesia Magistral en la ciudad de las cúpulas. No se trata de una recuperación, porque esta cúpula nunca ha existido, es una cúpula “non-nata”, pero que fue diseñada por Antón Egas, según he podido identificar en un cartapacio de trazas del Archivo Histórico Nacional, de cuyos bocetos se ignoraba su correspondencia, pero que puedo probar se refieren a la Iglesia Magistral. Sabemos que los hermanos Egas, Antón y Enrique, son los maestros constructores de la SIM en su traza, decoración, fachada... Antón era el teórico, Enrique estaba más en la obra, pero siempre bajo la mirada del maestro de obras de confianza del Cardenal Cisneros Pedro Gumiel. Nada de extraño tiene, pues, que en la traza del cuerpo principal pergeñara la cúpula, la cual, juntamente con la torre, es el único elemento estructural que les falta a los hermanos Egas  para hacer una copia en pequeño de la catedral de Toledo, como era indicación de Cisneros, quien dejó la construcción de la cúpula y de la torre “para tiempos más airosos”.  La torre comenzó a construirse, ya muerto el Cardenal, a partir de 1531, y la obra duró hasta 1618. La traza de los dos primeros tercios de la torre y dirección de la obra corrieron a cargo de Rodrigo Gil de Hontañón, en tanto el cuerpo de campanas fue obra y traza de Nicolás de Vergara el Mozo. Y, sin embargo, la cúpula quedó sumida en el olvido. La cúpula es un elemento constructivo de excelencia, cuya ejecución corresponde a estos “tiempos airosos” y su emplazamiento no es otro que sobre los cuatro pilares del crucero. De esa forma ahuyentaríamos la penumbra de cabecera del templo. El Cristo volado del artista alcalaíno Casado Suricalday cobraría una especial dimensión bajo la cúpula, y su impacto visual sobre la plaza sería extraordinario. El problema está en que es una cúpula “non nata”, que no se trata por tanto de una recuperación, y los administradores del patrimonio histórico, los que tienen que dar luz verde, tienen un criterio arqueológico, no estético, “solo es bello lo auténtico” vienen a decir. Lucharemos ante ellos para que dejen acabar su obra a Cisneros.  
         –Se ha referido usted, don Inocencio, a la plaza de los Santos Niños. ¿no cree usted que necesita darle una vuelta urbanística a ese espacio? ¿O sus competencias no llegan al entorno?
        
      –Lleva usted razón en su puntualización –contesta el Sr. Martín de la Bella–, pero, ya que habla de entorno, es mi deseo llevarle más atrás, junto a la torre. Allí hay un esquinazo, en cuyo edificio de una planta se alojaba el Centro Obrero Católico. Ha habido que desmantelar el tejado. Y ahora es cuando nos hemos dado cuenta que aquella construcción sobra, que aquel espacio es necesario para la perspectiva visual de la fachada principal de la Magistral. Estamos otra vez ante un criterio estético, difícil de entender. Le contaré a grandes rasgos el proyecto. Dicha construcción, que da a la calle de la Tercia, va a desaparecer definitivamente. Únicamente permanecerá en pie la gran puerta que ahora da acceso al patio y que posteriormente dará acceso a una rampa de aparcamiento subterráneo. Los muros de la casa ahora desmantelada serán trasladados a la derecha del patio que también se integrará en la nueva plaza. El zócalo de sillería, ladrillos y otros elementos serán trasladados poco más atrás sobre terrenos eclesiales y otros cedidos en compensación por el Ayuntamiento, alineando así vestigios de antiguas construcciones que se integran en los jardines de la Huerta de los leones. Total, que esta nueva construcción transportada se desarrollará a través de un callejón que va a dar a los jardines donde estuvo la antigua Casa del Rico Home de Alcalá. Al final de este callejón, y esta es la auténtica primicia, el Ayuntamiento construirá una primorosa puerta mudéjar con reja, que dará acceso a los jardines. Será la reconstrucción de  “la puerta de la novia”, la puerta norte de la Casa del Rico Home, por donde salió vestida de novia en Abril de 1553 la bella princesa de Ëboli para casarse con el príncipe Ruy Gómez de Silva. Aquello supuso un acontecimiento nacional.
        
     –Es de suponer que la novia no estuviera tuerta todavía  –le digo.
         
     –La novia tenía trece años y quitaba el hipo. El propio Felipe II, que asistió a la boda, estaba enamorado de ella hasta las cachas. El rey no debió alcanzar sus favores. Por eso bramaba de celos ante su secretario Antonio Pérez. Fue una mujer especial en su tiempo. Competía con los hombres en la práctica de la esgrima y recibió un puntazo de florete en un ojo, y ni ello escompuso los encantos de la bella tuerta. La casa del Rico Home es la casa o una de las casas de los Mendoza en Alcalá en ese tiempo. Es, pues, la casa almenada de Ana de Mendoza y de la Cerda, princesa de Éboli, donde va a celebrarse la boda, porque la ceremonia es impensable que se celebre en la capilla de la casa. La crónica de Hernaldo del Castillo dice que “la novia salió por la puerta que da a la calle que mira al sur justo”. Se trataría de la calle de Santa Catalina, que no mira al sur justo. Por lo que la trascripción está mal hecha y debemos  leer correctamente de la siguiente manera: “la novia salió por la puerta que da a la calle que mira a San Justo”. Esa es la calle y la puerta que vamos a recuperar, desde donde la perspectiva de la torre de San Justo constituirá una estampa inédita en un entorno ahora abrumado.

–La verdad es que de la torre sólo se ve entera la cara frontal de la fachada.

–¡Claro! Pero hay otro detalle que nos prueba la existencia de esta calle y esta puerta. Dice también la citada crónica que “ por aquesta puerta mora veíase la veleta y la cruz de la iglesia”. Pero ¿qué veleta es ésta? La de la capilla-parroquia de San Pedro no puede ser porque fue inaugurada por Felipe III en 1626 y estamos en 1553.  La torre de San Justo tampoco puede ser porque en esa fecha no está acabada, no llega ni a la mitad de su hechura porque permite al cronista ver la veleta de que se trata. En el eje de la puerta central de la SIM, en el tejado, había un módulo, especie de beata o mansarda, que llevaba veleta, y así figura en algún grabado antiguo. Este módulo no se ha tenido en cuenta en la rehabilitación, y, sin embargo, es un elemento sutil de los Egas, como leve cúspide de una fachada principal que acaba en forma de mastaba y cuyo detalle debe reponerse.

–Y esa “puerta de la novia” que dice va a recuperarse ¿se sabe cómo era?
Laredo la conocía, y además acarreó materiales  de la Casa del Rico Home a su palacete del Paseo de la Estación. La puerta mudéjar que hay en el costado del palacete Laredo, calle Zuloaga, es una espléndida puerta que pasa desapercibida a los alcalaínos y que sin duda está inspirada en la puerta norte de la casa del Rico Home, hoy desaparecida. Ahora la puerta de Laredo servirá de modelo para la nueva. De ambas puertas, de la de Laredo y “la de la novia” habremos de decir lo mismo que de la Universidad Complutense de Madrid se dice en relación con la Universidad de Alcalá: las dos fueron madres y las dos fueron hijas.

–Vamos a entrar, si le parece, don Inocencio, al interior de la Iglesia. ¿Cómo es posible que todavía no posea un retablo que presida, que sea referencia del templo?

–Ha habido un cambio de funciones, y es que donde estaba el retablo de la capilla mayor está ahora el coro. Ese lugar está ocupado por una nueva y espléndida sillería, obra del artista alcalaíno Diego Sáez Galbis. Opino que la sillería debe seguir ocupando ese lugar de privilegio. Lo que vamos a hacer es desmontar la opaca vidriera de San Rafael que ocupa el ventanal frontal sobre la sillería, corregir dicho ventanal haciéndolo ojival y ocupar el hueco un enorme ventanal gótico calado, provisto de un parteluz de doble pie con vistas también a la girola. En el rosetón central destacará la transparencia de las efigies de los Santos Niños, titulares del templo. Otro proyecto que tenemos en cartera y para el que estamos ya buscando subvención es la capilla lateral que vamos a dedicar a las Santas Formas Incorruptas. Todo el muro del fondo y el piso, hasta la reja de acceso, va a quedar revestido de un mármol blanco, inmaculado. Sobre el altar también blanco se colocará un soberbio cuadro de las Santas Formas, obra del gran pintor alcalaíno Manuel Palero. Dos columnas doradas, rematadas de frontón, enmarcarán el cuadro. Será una capilla modernista, porque en el muro lateral derecho un pintor ruso, cuyo nombre no recuerdo, especialista del realismo urbano, pintará una vista aérea de Alcalá, recogiendo la remembranza de la procesión de las Santas Formas a lo largo de la calle Mayor con todo su esplendor de flores y colgaduras. En el paño izquierdo figurará la procesión en su retorno, ahora de cara, por la calle de Santiago en su perspectiva aérea de tejados y fachadas alineadas y reconocibles. Un cartel dirá así: “Santas Formas Incorruptas, memoria de la fe alcalaína”.
         
     –Cambiando de tema, don Inocencio, ¿le parece a usted que el órgano tiene asignado su lugar adecuado?
       
      –Creo que fueron los de Patrimonio quienes asignaron el lugar, “donde antes estaba” dijeron. El coro se había cambiado ya de lugar, pero las autoridades de la cosa son inmutables. La iglesia se mueve, pero ellos no. A estas alturas ya es inútil hablar de su emplazamiento. El órgano está donde está, es un hecho consumado y basta. Hay quien dice que ello produce una descompensación, una asimetría de bulto con respecto al arco gemelo, y no están faltos de razón. Si el templo en su conjunto se desarrolla a través de un canon preestablecido  conforme a la armonía de Vitrubio, un mueble  no debería romper dicha armonía. Yo pienso, es una simple idea, que esa desproporción podría al menos mitigarse con la presencia en el lado contrario de un púlpito con dosel, fabricado en madera y metal, es decir, con analogías de su bulto par.
   
     —La Iglesia de Santa María se hizo famosa por el bautismo de Cervantes, pero a la Magistral no le llegó tanta gloria.

      —La gloria lo fue para Alcalá. que es lo mismo. Pero a esta Iglesia a la que le sale la historia por sus poros no anda manca en bautismos célebres. Aquí fue bautizada Catalina de Aragón, reina de Inglaterra, con la presencia de sus padres los Reyes Católicos; aquí fue bautizado un hijo de doña Juana la Loca, el que fuera emperador de Alemania, Fernando I de Hasburgo, y aquí fue bautizado Antonio de Solís y Ribadeneyra, celebrado escritor del Siglo de Oro, cronista de Indias y dramaturgo, olvidado de los alcalaínos a causa de la larga sombra de Cervantes. Estos datos deben constar en el baptisterio que debe recuperarse en la capilla debajo de la torre.
         
     –Ya, por último, díganos, don Inocencio, otro de los proyectos que va a poner en marcha desde su presidencia en la ACAIMA.
         
     –Nuestra misión va a ser la de dar ideas y proyectos y buscar financiación, para lo que hará falta socios y colaboradores. Pero le hablaré de un proyecto de las tres “bes”, bueno, barato y bonito. Se trata de grabar en las bóvedas del claustro los sonoros nombres de aquellas localidades donde  se extendió la devoción de los Santos Justo y Pastor, agrupados por autonomías y lugares extranjeros, enmarcados en rosetones, todo ello según la investigación del eminente historiador local don José Carlos Canalda Cámara. En el muro se presentará el mapa santiustino, en el que cada autonomía o lugar extranjero tendrá un color, el cual coincidirá con el color de  las letras. Fíjese que la única discusión que el tema ha suscitado es la dirección de las letras.
         
     Al final de la visita, don Inocencio me lleva a un lugar de su casa  y me muestra, adosado a la pared, un panel artístico, especie de retablo, hecho de marquetería e incrustaciones. En la parte superior ondea un título de letras doradas que dice “Santidad Complutense”. El panel consta de tres niveles con tres subtítulos. En cada nivel hay cuatro pequeños óleos con cuatro efigies en cada uno. Dice “Obispos” y se suceden debajo las estampas de San Gregorio, San Marcial, San Asturio y San Mausana. Después dice “Vecindario” y se suceden las pinturas de Justo y Pastor, San Félix de Alcalá, San Julián y San Diego de Alcalá. Finalmente dice “Universidad” e igualmente debajo de sus figuras dice San Ignacio de Loyola, Santo Tomás de Villanueva, San Juan de Ávila y San José de Calasanz. Son en total doce santos, doce óleos de los que dice ser el autor.
       
       —Es usted un artista —le digo.
     
       —Es mi intención donarlo a la Iglesia Magistral. —me contesta.
     
    A don Inocencio Martín de la Bella y Munárriz, con antepasados alcalaínos, de donde le vienen sus fervores complutenses, le cabe la Magistral en su cabeza como a Fraga, dicen, le cabía España. Le digo que lamento no haber traído la cámara para hacerle una foto y le deseo que sus propósitos no se diluyan en la próxima asamblea constituyente de ACAIMA, convocada para el próximo día 28 de diciembre.
                                 
  José César Álvarez
 Puerta de Madrid, 26.12.2006

No hay comentarios:

Publicar un comentario