lunes, 23 de abril de 2012

OJO de buey


Complutense, tres veces.

     Tres veces, en efecto,  he paladeado con adversos y aviesos sabores la expresión “complutense” o “de Compluto” en los últimos días. “Complutense” es el gentilicio culto de alcalaíno, apenas identificado fuera  de la ciudad.

       1.- La Universidad Complutense

     ¿Desde dónde habría que hacerlo? ¿Desde dónde habría que decirle a la Universidad Complutense que silenciara, al menos por respeto, su origen complutense, en tanto fuera pasto de las profanaciones de los lugares sagrados? O mejor, queremos que se nos devuelva ese “complutense” acuñado por el Cardenal franciscano, bajo bula del papa Alejandro VI en 1499. Que nos lo devuelvan juntamente con su botín, que ello ha dejado de ser timbre de gloria y sólo es fardo de ignominias. Saquemos su nombre, siquiera sea su nombre, niña de los ojos de Cisneros, obra eclesial impoluta, de las garras impías y sacrílegas de esos universitarios jacobinos que se desnudan sobre los altares, que en el propio templo de la palabra arrasan la libre expresión y embadurnan de pintadas los ámbitos nobles. Acciones todas que quedan impunes por la  gracia berzal de tan berzosa huerta. Venga a nosotros tu nombre, que es el nuestro. Y dánoslo hoy mejor que mañana, amén.

     2.-El Obispo complutense

     A Alcalá de Henares le ha caído en suerte la pluma prolífica e incansable de mi amigo Antonio Marchamalo. A la calidad de su incisiva pluma hay que añadir su cultivada preparación intelectual. El sábado enriqueció su rica producción editorial con la presentación de la “Historia de la ermita… del Cristo Universitario de los Doctrinos…”. Pues bien, fue Antonio y, al dar lectura a sus ágiles y bien trabadas líneas, se dirigió al Obispo com,plutense, deteniéndose improvisadamente un momento para glosar la eufonía histórica del término, acuciado por su sensibilidad. Y es que “obispo complutense”,  es una voz del siglo IV que retumba con el efecto de una formidable cántara.
     Antonio Marchamalo fue presentado a su vez por otro amigo, Ramón González Navarro, siempre perspicaz y brillante. Ya es un clásico en la ciudad la presencia del excelente binomio de Antonio y Ramón, de Ramón y Antonio, tanto monta. Ambos constituyen una briosa yunta que acarrea excelencias complutenses.

     3.-El complutense Tirsi

     He replicado a la Sección cultural del Diario ABC contra la quijotesca y alucinante pretensión de la “corriente cervantina leonesa”, ya conocida y allí aireada, de querer ser patria de Cervantes y del Quijote, todo a la vez. Entre los puntos que rebatía era el de presentar a Damón aisladamente, como laguna interesada. Tirsi y Damón, sin embargo, son pareja inseparable entre los personajes de La Galatea, primera novela de Cervantes, donde en su alegoría pastoril retrata a sus amigos poetas y maestros Francisco de Figueroa y Pedro Laínez, respectivamente. Y de ellos dice Cervantes por boca de la pastora Teolinda:

–Si los oídos no me engañan, hermosas pastoras, yo creo que tenemos hoy en vuestras riberas a los dos famosos y nombrados poetas Tirsi y Damón, naturales de mi patria, a lo menos Tirsi, que en la famosa Compluto, villa fundada en las riberas de nuestro Henares, fue nacido, y Damón, su íntimo y perfecto amigo, si no estoy mal informada de las montañas de León tiene su origen

            He sugerido a los “leoneses” que, en favor de sus tesis, trasladen esta bucólica escena al pueblo leonés de Compludo, calco de Compluto, cuyos mártires Justo y Pastor son también titulares de su iglesia, la cual visité cuando hice el Camino de Santiago, y donde no faltará algún topónimo parecido a Henares. Todo puede reconstruirse, y si hiciera falta, podría encontrarse hasta un manuscrito del propio Cervantes. Como suena.

                                                                                       José César Álvarez
Puerta de Madrid, marzo.2011

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