sábado, 21 de abril de 2012


En el valle de Carranza, tras las huellas de Diego de Haedo, primer biógrafo y coetáneo de Cervantes





Esta es la blasonada fachada de la Escuela de Gramática Latina que en el s. XVI fundara el Arzobispo Haedo en su pueblo de Ahedo, barrio de Carranza, en Vizcaya, por cuya puerta se asoma el autor de este reportaje.



     Hay dos símbolos que alimentan y resumen el alma histórica y cultural de Alcalá de Henares. Uno es: “La Universidad de Alcalá, aula del Siglo de Oro”, y el otro es el de “Alcalá, cuna de Cervantes”. Ambos símbolos son nuestro orgullo, nuestra razón de ser.  Pues bien, tras del segundo símbolo cervantino íbamos, tras de sus fundamentos históricos, cuando emprendímos viaje —mi hijo Javier como chófer y fotógrafo— hacia el valle de Carranza, Vizcaya, pegado a Cantabria y a Ramales de la Victoria, la preciosa villa cántabra que exhibe todavía las cicatrices de las guerras carlistas. Es Carranza el municipio más extenso de su provincia, salpicado de unos cincuenta barrios, al oeste de la comarca de las Encartaciones, y derechos fuimos al barrio de Ahedo, cuya grafía en topónimos y apellidos se muestra caprichosa: Haedo, Ahedo y Aedo.

¿Quién es Diego de Haedo?

     Diego de Haedo, benedictino y abad de Frómista, es quien figura como autor en la portada de la Topografia e Historia General de Argel, que fue editada en 1612, cuatro años antes de la muerte de Cervantes. Este libro quiso ser el grito de socorro y de condena por los sufrimientos y humillaciones de los miles de cautivos españoles en Argel. Se publicó tarde, pero sus desgarrados testimonios quisieron llegar a la conciencia de la España de Felipe II, obsesionado con sus guerras en el norte de Europa, aplazando sine die la presencia de su hermanastro Juan de Austria contra el fortín argelino, que  hubiera sido ayudado desde dentro, como señaló el propio Cervantes, por la ingente población esclava. Era entonces Argel una populosa urbe de 150.000 habitantes, mayor que Roma y Palermo.

     En este libro, la Topographia, se narra el heroico comportamiento de Cervantes para con sus compañeros de cautiverio, sus intentos  de escapada,  y para los alcalaínos, principalmente, supone una joya de incalculable valor cuando en el folio 185 se refiere a Cervantes como hidalgo principal de Alcalá de Henares, alusión a la que echó el ojo en 1752 el también benedictino Fray Martín Sarmiento y mandó propagar su descubrimiento. Tan tardíamente fue su descubrimiento que dejó huella en la cultura nacional como un misterio irresoluto. Sólo después de este descubrimiento pudo venir el de la partida de bautismo, que ahora celebramos como fiesta local. Después vendría la orgía documental alcalaína de los papeles de la Orden Trinitaria, redentora de cautivos y libertadora de Miguel de Cervantes en Argel. Pero la referencia del llamado libro de Haedo es capital, es un hallazgo feliz y el fundamento de la intricada historia del descubrimiento de la patria de Cervantes, que, aprovecho para decir, narro en mi libro La disputada cuna de Cervantes,2005.
   
     Fray Diego de Haedo tuvo un tío homónimo, el Arzobispo Diego de Haedo, que había sido fiscal del Santo Oficio en Castilla e incoador del famoso expediente a fray Luis de León, entre otros. Fue Inquisidor de Aragón, obispo de Agrigento y Arzobispo de Palermo. Fray Diego fue nombrado coadjutor de su tío en Palermo, y, según el Padre Sarmiento, el tío pujó sin éxito por la continuidad en el cargo de su sobrino homónimo. El  Arzobispo levantó casa a los Haedo en Ahedo y allí mismo creó una escuela de Gramática Latina y Seminario, que tuvo vigencia hasta mediado el siglo XVIII. Nos retratamos en su fachada blasonada de tres arcos. La sillería de dependencias anejas fue retirada para provecho privado. Los latines de Haedo yacen en Ahedo desconsoladoramente arruinados  y esparcidos.

     El cronista

     Javier de Ahedo es cronista del valle de Carranza y nos recibe en el jardín de su casa en el barrio de Las Bárcenas. Javier es un economista al que le tira el rollo de la historia de su preciosa tierra vizcaína. Lo sabe todo sobre sus antepasados los Haedo. Nos hace saber, ya de entrada, que fray Diego de Haedo no está enterrado aquí, pese a la información de un alto cervantista, y cuya foto de su tumba buscaba.
    
     Hace diez años, Javier organizó un encuentro universal en Ahedo, barrio de Carranza, de todos los Haedo, los Ahedo y los Aedo del mundo, que es lo mismo, aunque escrito de modo distinto. Vinieron de Uruguay, Méjico, Argentina, Francia, Suiza,,, y de los lugares más inverosímiles. Con ese motivo, Javier  -nos dice-recompuso la lápida dedicada al Padre Haedo con motivo del III Centenario del Quijote y que se había  desplomado y roto desde su emplazamiento anterior. Dicha lápida conmemorativa fue reemplazada, hecha añicos, tal que un puzzle, en el frente de la reformada casa de los Haedo, cuya planta baja es hoy vaquería. Dice así  la recompuesta lápida:
    
Fue hijo de esta casa el benedictino Fray Diego de Haedo, Abad de Frómista, Autor de la  Topografía e Historia General de Argel, Primer panegirista de Cervantes. Colocóse esta lápida para conmemorar el Tercer Centenario del  Quijote y perpetuar el nombre de quien refirió  las vicisitudes sufridas por el creador de este libro inmortal, mientras fue prisionero de los argelinos. 1905.

     Este texto fue redactado por D. Carmelo  Echegaray, presidente que fue de la Diputación de Guipúzcoa y Gobernador Civil de Vizcaya.


¿Quién es el verdadero autor de la Topographia?

     Es la Topographia e Historia General de Argel una obra críptica, misteriosa y singular, de cuyo autor Emilio Sola, un  estudioso de la obra, ha escrito que “es un notable prosista, muy buen narrador y uno de los maestros clásicos del Siglo de Oro más singulares y valiosos…”. Pero el lío cervantino está servido a la hora de fijar  el verdadero autor de tan singular libro. Tenemos en principio que la portada lleva tras el título la preposición “por” de la autoría, es decir “por fray Diego de Haedo”. Sin embargo, en la Dedicatoria, el fraile se dirige a su tío al que envía y devuelve “los borrones” que él recibió y a los que él solamente ha dado la “última forma”.Por estas expresiones, por otra parte muy retóricas y poco claras, ha habido cervantistas como Francisco de Navarrete, que han adjudicado la autoría del libro al arzobispo Diego de Haedo, teniendo como punto de partida unos “apuntamientos” de los propios cautivos.  Hoy, sin embargo, se considera  que el verdadero autor de la parte más creativa, como son los Diálogos, es el benedictino cordobés Antonio de Sosa, compañero de cautiverio de Cervantes, a quien tiene en alta estima, en tanto se deja la puerta abierta de su autoría sobre la parte descriptiva inicial. Entre los interlocutores de los tres Diálogos el único que está presente en todos ellos es Antonio de Sosa. Otros interlocutores importantes, cautivos en Argel, que cuentan sus experiencias, son Antonio González de Torres y el capitán Jerónimo Ramírez, de quien sabemos también que es natural de Alcalá de Henares  por el “Memorial de cautivos de la Orden de la Santísima Trinidad,1580.

     Pues bien, para acabar de arreglar este asunto de la autoría del libro de Haedo, fue el cervantista norteamericano Daniel Eisemberg y dijo que el verdadero autor no es otro que el propio Miguel de Cervantes. Para ello lleva a cabo un exhaustivo estudio lingüístico comparativo entre los textos del supuesto Sosa y Cervantes, así como un proceso comparativo entre los momentos más crípticos y singulares aparecidos en los prólogos del Quijote, Novelas Ejemplares y Persiles, comparados con los que aparecen en la Dedicatoria de la Topographia. Los resultados producen perplejidad.

     Debemos también pensar que Cervantes sale muy bien parado en el libro al narrar allí sus heroicidades e intentos de fuga “con gran riesgo de su vida, la cual cuatro veces estuvo a pique de perderla empalado, enganchado o abrasado vivo, por cosas que intentó para librar a muchos”, Todo lo cual necesitaba en el fondo airear para así contrarrestar las maledicencias que sobre él había propalado el clérigo renegado Blanco de Paz.

     Sólo permítanme un pequeño detalle sobre la marcha, puede que sin importancia, en el nivel del lenguaje comparativo entre Sosa y Cervantes y a favor de la tesis de Eisemberg. Nosotros cuando escribimos evitamos las repeticiones de palabras próximas. Pero la repetición es una figura de dicción que ambos (¿) autores manejan. Conocida es la mención del Quijote en que alude a Alcalá: “…la gran cuesta Zulema, cerca de la gran Compluto” donde se produce la repetición de “gran”. Y en la Topographia, justo después de la frase más arriba entrecomillada, leo: “hoy fuera el día en que Argel fuera christiana” con repetición de “fuera”. Y a decir verdad, tales repeticiones no son recursos muy comunes. Pero aquí lo son. Dejemos, pues, la tesis de Eisemberg como una alta probabilidad de ser cierta y vale.

 Epítome

     Esta palabrita, que significa resumen, figura como titular de una de las cinco partes del libro. Y nuestro epítome, aquí y ahora, en torno al día de Cervantes, el que aquí nace, es  el de valorar positivamente, desde la perspectiva alcalaína, la figura de Fray Diego de Haedo, sea o no el verdadero autor de la Topographia. Él fue quien le dio al libro la última forma y quien lo llevó a la imprenta. Y la referencia a Cervantes como “hidalgo principal de Alcalá de Henares” fue la pepita de oro de su origen, primera piedra del cervantismo, por lo que  reproducimos aquí un extracto originario de tan feliz momento del Diálogo de Mártires. Dicha alusión alcalaína lleva el aval, puede que el sello personal, del paisano de Cervantes allí presente, Jerónimo Ramírez. El libro de Haedo, como se le conoce, no entra en crisis ni se le relativiza, a pesar de sus vaivenes de autoría. Será siempre un clásico de afectos profundos.

     Javier Ahedo, nuestro anfitrión, ha recibido fotocopiado el libro en el que se especula con la hipótesis de que  Cervantes nació en Cervantes, provincia de Zamora, y le noto subyugado. Ahora que llega la feria del libro en Alcalá,  tendré la oportunidad de enviarle mi libro y,  así, brindarle la ocasión  de congraciarse con su antepasado. La evidencia no ofrece dudas, y, cuando esto ocurre,  resulta una tarea muy fácil para el autor.                
                                                  José César Álvarez,     
                                       Puerta de Madrid, 9.10.2014



















Esta es la remozada casa de los Haedo en Ahedo, en cuya parte baja se aprecia la lápida a que aquí se alude, colocada en 1905, con motivo de celebrarse el IIIº Centenario del Quijote.



Este es el momento feliz de la Topografía de Argel  (1612) del Padre Haedo, folio 185, donde por primera vez Sarmiento en 1752, descubre que Cervantes es hidalgo principal de Alcalá de Henares

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