miércoles, 25 de abril de 2012

Una cúpula sobre el mar

Una cúpula es un sueño, todo un gozo. Es la plenitud del espacio, la excelencia constructiva. Es cuando el hombre domina y reproduce el universo, el cielo deseado. El arco, la bóveda y la cúpula son elementos hoy comúnmente desahuciados. El arco es el elemento base de la dignidad constructiva. La bóveda es la sucesión finita del arco. Pero la cúpula es el festival infinito del arco. La cúpula es formalmente festiva y reproduce una copa de champán invertida. La cúpula magnifica y propaga el canto, en tanto rompe la palabra, la hace añicos. De ahí que los púlpitos fueran colocados en las iglesias mirando a la nave, salvada la cúpula. La incomunicación de la cúpula, su irracionalidad, hace pensar que no sea obra humana.

            En efecto; el hombre ha renunciado definitivamente a la línea curva. La línea curva está en la naturaleza, está en la copa de los árboles, en las nubes y en las olas, en el horizonte de las montañas... La Tierra es una esfera. Es el hombre quien ha traído la línea recta: la linealidad en los surcos del arado, en las empalizadas, en los ladrillos, en sus hiladas, en la plomada, en el ferrocarril, en los tendidos eléctricos, en los rascacielos... La historia de la desnaturalización del hombre es pareja a la historia y desarrollo de la línea recta. La cúpula, pues, no puede ser obra de hombres, sino de ángeles.

            Por eso, cuando la grúa alzaba días atrás la estructura de la recuperada cúpula de San Juan de la Penitencia, la gente miraba embelesada al cielo. Hasta los niños dejaron de jugar al fútbol por contemplar el espectáculo. Incluso pararon los coches, se detuvieron las mamás con los carritos de la compra, y las “juanas”, monjas afortunadas, henchidas de gozo voltearon las campanas del convento. Una cabezota enorme, rodando por los tejados, espía ahora a los ciudadanos desde un rincón de la plaza.

            La “Ciudad de Dios”, Roma la chica, la Reims española –¡será por títulos!– ha encontrado la continuidad de la línea del cielo y ha superado su truncada existencia. La cúpula de San Juan se une ya a la lista de las espléndidamente recuperadas por la Universidad, la de Mínimos, Caracciolos, también la  elíptica, Trinitarios, Basilios, que se sumaron al largo festival del cielo complutense: la de las Agustinas, la gran señora, la de las Bernardas, con usía por dentro, la esbelta de Jesuitas y su compañera de la capilla de las Santas Formas  –las cuatro hermanas mayores–, Carmelitas de la Imagen y Carmelitas de Afuera, San Pedro, Santa Lucía, San Felipe, Capilla del Oidor, colegio de Málaga, Claras, Catalinas, Salón de Concilios, los Verdes...  Una vez sentada la estructura sobre el sitial truncado, la recuperada cúpula ha mirado en su redor y ha saludado, una a una, a sus antiguas colegas del cielo.

            Apenas desvanecido el efecto de elevación de la cúpula, la radio anuncia que el alcalde de Alcalá, Bartolomé González, va a construir una cúpula sobre el mar. La noticia es sorprendente, inaudita. Este alcalde es un auténtico hijo de Hércules. Yo andaba buscando quiénes iban en el escalafón por encima de los ángeles. No sabía si esta sería obra de titanes o de semidioses, hasta que caí en la cuenta de que la radio no distingue entre mayúsculas y minúsculas, y que lo que la noticia quería decir era que el alcalde iba a construir una cúpula sobre el MAR, que es el Museo Arqueológico Regional. ¡Qué susto, madre!

Se trata del antiguo convento de Dominicos de la Madre de Dios, que presenta una cúpula mochada, y cuya enhiesta imagen de finales del XIX nos la sirvió el archivero pintor Angel María de Barcia. La noticia del alcalde es excelente. Los ángeles seguirán cincelando el cielo complutense.



José César Álvarez
                                                                                  Puerta de Madrid,18.2.2006

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