lunes, 23 de abril de 2012

OJO de buey




EL ANUNCIADO ADIÓS DEL PRIMERO DE LOS MANOLOS

Va Manolo Gala, dieciocho años le contemplan, y dice que dirá adiós. Ello es noticia porque se marcha el primero de los manolos de la Trinidad Santa Complutense, constituida, como se sabe, por el Alcalde, el Rector y el Obispo. En la TSC –no confundir con el Teatro Salón Cervantes-, se han sucedido tres manolos, tres. Pero en el principio sólo era Manolo Gala, todo lo demás vino después. Con él empezaron los largos días de la creación. Levantó las sombras de los pajares militares para hacerlos aulas, ahuyentó la incuria, separó la noche de los días y sosegó  el alterado sueño alcalaíno. Y dijo que se hicieran los Trinitarios y se hicieron, y los Caracciolos, y los Basilios, y los Jesuítas, y los Mínimos y los Carmelitas Calzados y el colegio de León  y la marabunda.

La trayectoria de Manolo Gala está forjada de grandes, de colosales parábolas, que van desde  la investigación punta al respeto por las Humaniidades, desde el pragmatismo amplio y moderno del Politécnico a la minuciosidad de las molduras barrocas de Caracciolos, desde el ecumenismo de las tres religiones al guiño con los Zapatero.  Qué me importan a mí las viviendas  del “campus” donde dicen que dicen, qué me importan si Manolo nos ha redimido. Manolo primero y la teología de la salvación. Tantas han sido las cúpulas, bóvedas y bovedillas remodeladas por  su mano curva, salvadas al fin,  que bien se le puede pasar por alto un despacho a Alfonso Guerra.

Manolo, el lago, te falta el lago, ese de la maqueta. Los días que te restan podrían ser los días del lago. Hazme el lago, Manolo, que vienen los de la tiza. Rugen las entrañas del campus desde que se lo anunciaste.  Los ricos veneros del “campus” han experimentado con tu anuncio el mismo efecto de excitación que las glándulas salivales de los perros de Pavlov. Por ti rugen sus entrañas los acuíferos.

Y si el lago puede ahogarte, Manolo, hazme al menos el monumento a la Universidad de Alcalá en la plaza de San Diego. No te dejaron hacer en esta plaza el proyecto del italiano aquel, pero el monumento te dejan, te lo digo.  En mi monumento va de protagonista Nebrija, que yo sé que te va, con cartela de Erasmo de Rotterdam y un gran libro-símbolo de información y homenaje. Es el monumento apropiado. Si tú no lo haces, nadie lo hará.

Tus enemigos dijeron de ti  lo mismo que de “Huracán” Ureña dijeron los curitas “progres”: que habías puesto tu pasión en las piedras olvidando el espíritu de tu misión”. ¡Pero si antes de vosotros dos no había nada en vuestro redor!  Y como si la piedra, por ser pesada, no fuera ella misma espíritu. Que yo sepa las piedras aportan valores tales como la dignidad, la liturgia, la convivencia, la solidaridad, la comunicación, el encuentro… O como si la forma no fuera fondo y pudieran disociarse ambos, tal como enseñaban los antiguos preceptistas.

Me he referido a Monseñor Ureña, Manolo segundo, primer Obispo  complutense de los tiempos que corren. Le sucedió Manuel Peinado, Manolo tercero, alcalde y ciclista, quien debe chupar rueda en la carrera de la piedra a los manolos que le precedieron en la TSC. Manuel Peinado, sin embargo, no se apea de la burra, cree todavía a pie juntillas que su entrada en la alcaldía se debe a iniciativas políticas de pactos y programas. Que no, que Peinado fue alcalde porque tocaba Manolo.

Eso sí,  en el principio sólo era Manolo Gala.

                                                                       .
José César Álvarez
                                                                                                                      Puerta de Madrid,


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