lunes, 23 de abril de 2012



Se espera que muchos alcalaínos acudan el próximo miércoles28 de septiembre al concierto de su obra en la catedral de Palencia

Rodríguez de Hita,

el “Bach español” redescubierto



                                                Libro de las chirimias


     La ocasión lo merece. Rodríguez de Hita es un músico de la tierra. Es un músico barroco, ilustrado y ol­vidado. Quien mejor lo conoce, el musicólogo Albert Recasséns dice de él que es "uno de los más grandes genios de la música española de todos los tiempos". Nació en Valverde de Alcalá y se formó musicalmen­te en Alcalá de Henares, en el Colegio de Seises y en la Iglesia Magistral, de donde fue maestro de capi­lla, y después lo fue de la catedral de Palencia, donde residió veinte años, antes de venir a Madrid junto al rey. El concierto del próximo miércoles 28 en Palencia estará a cargo del grupo musical internacional "Viana Consort", con instrumentos originarios, y versará sobre obras contenidas en el "Libro de las chi­rimías", auténtico tesoro de la música barroca, que se conserva en la catedral de Palencia y del que es au­tor el seise de Alcalá. El concierto está patrocinado por Caja Duero, y para su grabación posterior en CD ha colaborado el Ayuntamiento de Alcalá, además de los ayuntamientos de Palencia, Madrid y Valverde.

El paisano.

     Victoriano García Puebla está agitado, una pizca de orgullo y otra de nervios. El día de la ver­dad se aproxima ineluctable en el calendario. El 28 de septiembre es el día del concierto estelar de su "ídolo" Rodríguez de Hita, el "Bach español" redescubierto, na­tural de Valverde de Alcalá, su pueblo. En Valverde nada se sa­bía, ni rastro del músico. Victoria­no, que es joyero, ha encontrado su tesoro. Este músico es una mina. Todo empezó casualmente, hace unos pocos años, cuando le llega a Victoriano un CD musical, editado con motivo de la promo­ción de la capitalidad cultural de Madrid. De una de las obras que presenta el CD es autor un tal Ro­dríguez de Hita, "natural de Val­verde de Alcalá". Desde aquel día a Victoriano se le abrieron los po­ros del terruño y no se le han ce­rrado todavía. El orgullo acendra­do de su patria chica se le agran­da a medida que va conociendo las auténticas dimensiones de la talla de Rodríguez de Hita, vícti­ma del olvido más injusto. Va de aquí para allá recabando noticias de su paisano, hasta que en la ca­tedral de Palencia se encuentra con un catalán que está redactan­do su tesis doctoral sobre el músi­co de Valverde. Albert Recasséns llevaba diez años estudiando al músico barroco. De Rodríguez de Hita lo sabía todo. Victoriano descubre al descubridor, y por el catalán descubre a su paisano. Al­bert viene a Alcalá. Ambos, victo­riano y Albert, por paisanaje y por erudición, respectivamente, los dos al alimón se constituyen en padrinos del renacimiento de An­tonio Rodríguez de Hita. Ya son dos. Uno más, que los hay, y se­rán ejército.
Pero Victoriano no se detiene aquí. Además de buscar sucesivos patrocinios para sucesivos con­ciertos y grabaciones sobre el Li­bro de las Chirimías, que contiene 75 composiciones, es intención suya constituir una Fundación en torno a la figura del compositor barroco. El tema lo habían tratado los dos padrinos con la entonces consejera de Cultura de la Comu­nidad de Madrid Alicia Moreno Espert, ahora en el Ayuntamiento de Madrid, de quien Victoriano dice que no pierde la pista. La Fundación estaría radicada en Al­calá, pero en Valverde ya han echado el ojo a una casa. "Que si en Alcalá está la casa de Cervan­tes -dice-, en Valverde estará la de Rodríguez de Hita".

El erudito

     Como decimos, la labor de in­vestigación científica del músico de Valverde ha corrido a cargo del Dr. Albert Recassens Barberá, quien en principio redactó una te­sina sobre Rodríguez de Hita y, diez años después, defiende su te­sis doctoral en la propia Universi­dad Católica de Lovaina sobre el mismo tema. "Se pretende -nos dice Albert- rescatar una de las obras más importantes del Barro­co español, conocido por El libro de las chirimías. Se trata de una colección única por cuanto es uno de los pocos manuscritos con mú­sica instrumental para uso religio­so (las procesiones en la catedral de Palencia) que se conservan en España. Además, contiene fugas y piezas imitativas para diversos instrumentos de viento, escritos en todas las tonalidades, una au­téntica proeza compositiva, simi­lar a lo 'que hizo Johann Sebas­tiann Bach con El clave bien temperado o El arte de la fuga. En este caso, sin embargo -sigue di­ciendo Recassens-, el autor no es un genio de la música alemana sino una de las grandes figuras de la música española".

El grupo musical

     El conjunto Viana Consort (Es­paña, Francia, Alemania, Suiza) está especializado en recupera­ciones del repertorio sacro espa­ñol del Renacimiento y del Barro­co. Utiliza únicamente instrumen­tos de época y criterios históricos de interpretación. Está integrado por solistas de altísimo nivel, pro­venientes de Suiza, Francia, Ale­mania y Países Bajos. Está forma­do por dos oboes, dos trompas, alto (sacabuche o bajón alto), ba­jón violón, archilaúd, es decir, ocho músicos más el director.

     Antonio Rodríguez de Hita (1722-1787) es hijo de un maes­tro de niños de Corpa, Marcos Rodríguez, proveniente del sur de Palencia, quien se casa con Fran­cisca de Hita, una moza de Val­verde de Alcalá, donde nace. A los 10 años está en el Colegio de Seises de la Iglesia Magistral de Alcalá de Henares, ubicado en la calle del mismo nombre, frente al insigne templo al que los seises servían musicalmente. Allí estudia Gramática y Música con Francisco Moratilla y pudo bene­ficiarse didácticamente del trata­do que escribió el antiguo orga­nista de la Magistral Andrés Lo­rente, El porqué de la música (Al­calá, 1672). A la muerte del maes­tro de capilla de la Iglesia Magis­tral tiene Antonio 16 años y es nombrado provisionalmente ma­estro de capilla, y meses después se le confirma oficialmente, no conociéndose un caso de precoci­dad semejante. Don Rafael Sanz de Diego, el canónigo penitencia­rio de la Magistral, a quien tantos alcalaínos conocimos y tratamos, escribió una biografía sobre el seise de Alcalá, que lamenta­blemente no conocemos sino por referencias de otros.
En 1744 R. de Hita gana las oposiciones de maestro de capi­lla de la catedral de Palencia, donde es ordenado sacerdote tres años después, completando allí los estudios eclesiásticos de Alca­lá. En 1765 accedió a maestro de capilla del monasterio de la En­carnación de Madrid, de patrona­to regio, por lo que era un puesto codiciado por los músicos de la época. A los tres años de su estan­cia en Madrid, dentro del gobier­no ilustrado del conde de Aranda, se produce el episódico paso de Rodríguez de Hita a la composi­ción músico-teatral en colabora­ción con don Ramón de la Cruz. La colaboración del músico y del literato produce tres zarzuelas:
Sriseida. Las segadoras de Valle­cas y Scipión en Cartagena.
     
     Hita fue un compositor prolífi­co del que se conservan unas 300 obras. Fue un adelantado a su tiempo, defendiendo incluso las disonancias. Frente a un siglo ex­cesivamente normativo que trata­ba de racionalizar la creatividad artística, Hita se subleva contra la norma que condiciona la libertad artística y dirá que la música es todo aquello que es agradable al oído. En el Diapasón instructivo (1757) que dedica a sus discípu­los, profesores que han de dedi­carse a la "noble profesión (de la) música", no sólo trata de formar­los en la armonía y en los secretos del contrapunto, sino en su ver­tiente humana. Y así dice: 


     Si el buen padre ha de ser ma­estro que enseñe: el buen Maestro ha de ser padre que dirija: v así no extrañéis mezcle estos puntos quien como uno y otro os ama. Más quiero hombre más y Músico menos, que hombre menos y Mú­sico más, pero la consonancia de uno con otro estará en que seas ni más ni menos.
En realidad, el músico barroco resucitado ya obtuvo de Alcalá su homenaje, al dedicarle una de las plazas más armónicas de la ciu­dad, con bulliciosa fuente central. Es aquella plaza donde convergen las avenidas de Juan de Austria y Lope de Figueroa. Así lo dice el callejero, porque falta la rotula­ción que yo no veo, lo cual no se­ría de extrañar, por otra parte.

     Escuchando a Recassens, dijo algo que me hizo pensar. A la pre­gunta de por qué ocurren estos ca­sos de injusto olvido y redescu­brimiento de auténticas figuras, el erudito catalán contestó sin com­plejos diciendo que eso nos pasa porque España no hizo su revolu­ción española, como se hizo la francesa, ya que la Ilustración re­sultó ser en España un movimien­to fallido. Tenemos pendiente, pues, el acto histórico de reafir­mación nacional. Nos hemos di­luido en dimes y diretes periféri­cos, cuando no ultramarinos, cuando no en guerras civiles, y se nos ha olvidado sacar del baúl las alhajas heredadas y orear nues­tros auténticos valores patrimo­niales. Ni ganas que hemos teni­do. Ahora va alguien como Victo­riano, escarba y escarba, y se en­cuentra un tesoro.
Parece ser que el próximo miér­coles, en Palencia, resurgirán los brillos perdidos en el baúl de la historia.
José César Álvarez
  1.  Puerta de Madrid, 24.9.2005


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