miércoles, 25 de abril de 2012

OJO de buey



La noche de España


     Quedó la noche para la crónica de colores y sonidos. Quedó la noche del once de julio a merced de la riada de alegría desbordante y contagiosa. Quedó la noche entonada de clarines y  bocinas de todo timbre y tono, como cañonería de órgano popular. Quedó la novche de banderas desplegadas y envolventes, a la par que de confesiones públicas: “Yo soy español, español, español…”

Noche de gargantas quebradas, de canciones y decires, de canciones que quieren cantarse y no se saben. Esa de Manolo Escobar,  de la que solo saben  “qué viva España”, mientras tararean su déficit nacional de letras. Hay gritos cocinados, repensados, desde los más canallas como “España entntera se va de borrachera” hasta el más histórico-pedante que oí: “Fuera la Reforma”.

España entera se echó a la calle de su noche estrellada. Todo fluía espontáneo, natural como la corriente misma, sin ideólogos ni jefes de campaña. Lo que había en la calle ¿era sólo por sentirse campeones del mundo o había algomás? Porque pequeñitos dejaba la noche a todos los campeones del mundo que España ha tenido. Pequeños quedaban los componentes de la Selección de Baloncesto, los  atletas y judocas, trialetas y moteros, que son campeones del mundo. “Algo pequeñito” dejaba la noche, como cabezas de alfiler, a Oscar Freire, triple campeón del mundo, a Fernando Alonso y Marta Domínguez, pongo por caso.

¿Es que han reventado esta noche las compuertas de la retención futbolera, los históricos complejos? ¿Tanto fútbol llevábamos dentro? ¿No se habrá añadiddo al fútbol nuestra sed contenida de identidad nacional?
 
El fútbol ha roto todos los diques de contención de la ingeniería antibanderas de España.
La oleada ha barrido a tanto metafísico pálido,  en ayuno de colores y con atracón de nacionalismos y franquismos. Les llevó la ríada a los demacrados y largos tontos del bote.

Aquel hilo de agua de los tiempos de Maricastaña de la fuente blanca que dio nombre a Fuentealbilla, en el secarral manchego, ha devenido en torrentera roja por todas las calles de las noches vivas de España.  Pero en esa noche única tuvo mucho que ver un fuentealbillense, Andrés Iniesta, filigrana y nobleza, quien, como un antiguo soldado de los Tercios Españoles, presentaba heridas de guerra en su cuerpo chaparro.

El fútbol ha heredado la épica de los cantares de gesta y de las glorias militares que configuraron las señas de identidad nacionales. Y los campos de batalla son ahora cuidadas praderas.

José César Álvarez
                                                                                  Puerta de Madrid, 17.7.2010


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