sábado, 21 de abril de 2012

La partida bautismal de Cervantes y sus momentos.

El famoso documento estrena este año lavado de cara.

El Libro I de Bautismos de Santa María la Mayor, que custodia el Exxmo. Ayuntamiento, ese libro que es tesoro de nuestro patrimonio cultural, donde aparecen registrados los bautismos de Miguel de Cervantes y de cuatro de sus seis hermanos, ha sido objeto de restauración por técnicos competentes. Se trató, principalmente, de devolver a su estado original un librillo que había sido cosido por error en una ocasión anterior, de tal forma que el famoso folio 192 vuelto ocupaba el lado contrario que le correspondía.  También se ha  extirpado de la propia partida cervantina el “Miguel” marginal de letra posterior, un grafismo polizón que rompía la originalidad documental.  De esto precisamente trataremos aquí, al tiempo que aprovechamos la coyuntura para recolocar algunos datos trastocados.

El descubrimiento 

Gregorio Mayáns, el brillante polígrafo del siglo XVIII, había recibido  del gobierno ilustrado de la época llevara a cabo una edición modélica cervantina, que incluyera la vida de Cervantes, superando la que había escrito para la famosa edición londinense de lord Carteret. Una vez que el Padre Sarmiento había propalado por aquellas fechas que Cervantes había nacido en Alcalá de Henares, según había hallado en el libro de Haedo, los interesados miraron para Alcalá. Manuel Martínez Pingarrón, bibliotecario real y colaborador de Mayáns en la magna empresa, escribe a Santiago Gómez Falcón, Abad de la Iglesia Magistral, para que buscara en Alcalá la fe bautismal que confirmara la patria cervantina. El Abad Falcón, que “es amigo, i antiguo, i erudito” —diría Pingarrón en carta a Mayáns— tardó mes y medio en contestarle, satisfaciendo plenamente al amigo en su petición.

El Abad Santiago Gómez Falcón es, pues, el descubridor de la partida bautismal de Cervantes, según se prueba en la carta a Martínez Pingarón, que figura en el Archivo mayansiano de Valencia y que reproduce el cervantista valenciano Juan Antonio Pellicer, destinos ambos a los que fue a parar la documentación de la empresa cervantina que se fue al traste por causa de la destitución del Marqués de la Ensenada. 

Pero dicha correspondencia agrega la salsa de otros detalles. Estamos en el siglo XVIII, un siglo de envidias e insidias que se filtran hasta el mismo despacho parroquial de Santa María la Mayor de Alcalá de Henares. El Abad Falcón, que ha buscado sin éxito en su cohabitada parroquia de San Pedro, ha obtenido un resultado pleno en Santa María. Es el día 18 de julio de 1752 y está transcribiendo la partida. En el despacho hay un curioso, el Sr. Baeza, recaudador de Impuestos Decimales, quien espía al Abad. Cuando éste abandona el despacho con su certificación en regla, lee en la tablilla donde figuran los trabajos del día siguiente la petición de esa misma certificación.

El curioso en cuestión es un emisario de Agustín de Montiano y Luyando, director de la Academia de la Historia y numerario de la de la Lengua, quien obtendrá al día siguiente, 19 de julio, la certificación  a su nombre, pero con una treta miserable: la certificación llevaba la fecha del 19 de junio, documento que firmó inadvertidamente (?) el párroco Sebastián García Calvo. Fue así como Montiano se le adelantó a Pingarrón en un mes.

Y fue así como Montiano, el anticervantista, el defensor del Quijote de Avellaneda frente al de Cervantes, el difamador de Mayáns y los cervantistas, el predicador de la verosimilitud literaria, se llevó el honor histórico de haber descubierto la partida bautismal de Cervantes. Pero los que vareamos esta página de la historia, queremos recomponer la intrahistoria local a favor del Abad Falcón, el que soportó el vahído de un “eureka” íntimo e intransferible. El propio Padre Sarmiento, enemigo de Mayáns y su entorno, dijo que Montiano había sido el primero en esa liza “aunque utilizando las malas artes”.

Su movilidad

Duramte una parte de los años veinte y treinta del siglo pasado, el Libro I de Bautismos de la Parroquia de Santa María estuvo expuesto en la Capilla del Oidor sobre un facistol con protección de luna y tela metálica, abierto por  el folio 192 vuelto.

El 16 de julio de 1936, ante el cariz que toman los acontecimientos, el párroco de Santa María César Manero mete el libro de Bautismos en una caja de cartón y sale a la plaza para asegurarlo rápido en la casa de don Pedro, un conocido sacerdote escolapio que iba allí a decir misa y que estaba de vacaciones en casa de su hermano, a cuatro pasos de la parroquia, calle Cerrajeros, 8. Salió el párroco con el bulto y en la misma plaza de Cervantes se encontró con el hermano de don Pedro, Juan Raboso, el anfitrión,  a quien, muy nervioso, entregó el paquete. No había llegado el bulto a la casa destinataria  cuando se oyó un disparo. El Libro se había salvado, pero el párroco, no. Don César cayó abatido ante la puerta del Ayuntamiento.

Durante la guerra civil el libro tuvo distintos escondites. Era un objeto religioso y por tanto comprometido. Hasta que Juan, el destinatario responsable, con la colaboración de un hojalatero vecino, pone el libro en el pozo dentro de una caja de conservas bien sellada.

Concluída la guerra civil, ni la iglesia ni sus emisarios permanecen en pie, por lo que se producen titubeos en el camino que debe seguir el libro. Estuvo en manos del capellán don Manuel Cervantes, entre otros, y entra, por fin al Ayuntamiento siendo alcalde don Tomás García Hidalgo, que lo fue entre los años 43 y 45 según me dice su nieta Gema.

En Enero de 1947 recibe el libro doña Asunción Zamorano para arreglarle algunos desperfectos de su azarosa salida.

El 3 de octubre de 1947 le fue entregado el libro al entonces Abad, don José Utrera, con motivo  de los distintos actos que habían de celebrarse con motivo del IV Centenario del bautismo de Cervantes. Aunque el Abad representaba la propiedad irrefutable de la Iglesia sobre el libro, como el período de cesión temporal se dilatara, voces de los Plenos municipales de aquel entonces mostraron su nerviosismo.

El 1 de julio de 1959, siendo Abad don Francisco Herrero, la Iglesia hizo valer sus derechos, pasando el libro a los Archivos de la parroquia de Santa María, que se había trasladado a la iglesia de Jesuitas.

El 13 de febrero de 1976, Manuel Palero, al término de su largo período como párroco de Santa María, retorna al Ayuntamiento el preciado libro. Pepe García Saldaña, funcionario municipal, en calidad de Depositario, es el receptor agraciado, remedando a su padre alcalde Tomas García. En este caso, lo hace el Depositario como responsable de la Caja de Seguridad.

Palero, por su parte, fue criticado en sectores eclesiales porque representaba el reverso de la acción integradora del Abad Herrero. Palero calla, pero hay que reconocer también que el mundo clerical de aquellos días, gran parte, no pasaba precisamente por el cervantismo. Toda la tradición eclesial complutense quedaba relegada a una vicaría vallecana y taranconense. Palero quiso asegurar el libro fuera de aquel marasmo relativista.

Honda y clara

Nos perdemos en localismos superfluos cuando estamos ante una página universal. Nos perdemos ante un libro que no se pierde, que nos encuentra. Se pierden nuestros adversarios cervantinos que quieren serlo cuando la niegan sin razones, por si algo les llega, de tanto como da esta tinta escriturada, tinta de bruma y de bríos, honda y clara.

Por todo eso hemos de mostrar la partida cervantina con transparencia absoluta, la mínima sombra se agranda cono penumbra. Hemos de mostrarla y explicarla, porque no se entiende fácilmente. La transcripción completa de la partida en los valores escriturales actuales no se logró hasta finales del siglo XIX.

Sus caras

Está claro que sólo tiene una cara, porque una es la partida bautismal de Cervantes. Una es, pero nadie está exento de una verruga o una cicatriz. Y la partida ha sufrido una de cada.

Vamos a fijarnos primeramente en la versión que señalamos como FIGURA 1. Podemos apreciar que en el margen izquierdo aparece un “Miguel” rotundo, anacrónico, postizo. Y lo que es más grave: el final del segundo renglón del cuerpo escritural acaba en “Mi” (+ rstos) La erosión se ha llevado a “guel”. Casi nada.  Es medio mundo Hemos perdido en el camino medio nombre y aquí nadie se ha enterado. Es un “guel” sincrético, breve.

Menos mal que siempre nos queda la versión histórica, FIGURA 2, sin cicatriz ni verruga, fotografiada o transcrita por todo el orbe cervantino, la historia que pasa por el Abad Falcón, Montiano, Pellicer, Ríos, Navarrete, León Máinez, Pérez Pastor, Francisco Marín, Alonso Cortés, Astrana Marín…  Esta versión histórica es la que se recomienda reproducir, tal como lo hizo el Ayuntamiento para la celebración del 450º Aniversario  del nacimiento de Cervantes.

En la nueva versión, FIGURA 3, quiere desaparecer el intruso grafismo marginal –que sólo se atenúa–, y, gracias  a la tecnología, en el CD que  me proporciona el Ayuntamiento, fija el histórico manuscrito sobre un fondo “barrido”.

Puntualizaciones

Dicho lo que antecede, quiero hacer tres puntualizaciones que considero de interés:

1) La FIGURA 1 es una reproducción manuscrita, una réplica de la original. La originales del Bachiller Serrano, de Coria, el cura que bautizó a Cervantes y que extiende la fe bautismal. No es sólo suya la firma, como han dicho algunos, ya que lo precisa al referir que son testigos el sacristán “e yo que le bapticé”. Esta copia mimética, es obra de mi buen amigo Tomás Andrés Perdigón. Es una auténtica obra de arte que se reproduce en muchos trabajos cervantinos como auténtica. Podríamos decir que Tomás es un artista y un falsario a la vez,  pero lo segundo les corresponde más bien a los que la usan como buena. Hoy día en que se hila muy fino y se sospecha del mínimo celaje, nos hace falta rigor. Es que, además, hasta un ciego como es el caso, provisto de potente lupa, descubre diferencias formales, de calibre y de correspondencia con líneas contiguas. No podemos editar despliegues polícromos sobre falsías. Lo cual digo sin acritud alguna, recordando lo que Leandro Rodríguez, pontífice cervantino del zamorano Cervantes escribió con mordaz ironía, cuando el conserje del Ayuntamiento de los años setenta le hizo saber que la partida que allí se expendía era una copia a plumilla. El conserje lo anunciaba como obra de arte, pero el zamorano lo tomó como una falsificación en toda regla.

2) ¿Cuándo sufre la partida los daños? La partida-copia de la FIG. 1 pudo ser ejecutada, según el autor, en el año 50, y recoge ya el doble accidente. Es decir que el copista Tomás Andrés nos hace de notario del doble accidente: el “Miguel” marginal y extraño, y la erosión del “guel” sincrético de final de línea. El segundo es causa del primero. Pero es que en el tomo I de Astrana Marín, la foto del Libro abierto, que aquí reproducimos y que puede datarse en el 44, también presenta los accidentes referidos (+Miguel–guel).No así en la foto aislada de la partida, FIGURA 2, que es la histórica, y,  por tanto, ejecutada con anterioridad. Lo cual nos lleva a pensar que el nombre intruso allí manuscrito lo fue por mano vulgar en la que debió caer el libro en la posguerra.,

3) Ahora que se ha borrado o atenuado el borrón del “Miguel” marginal, atribuido sin fundamento al Abad don Francisco Herrero, he de precisar, según lo probado antes, que en el año 44 no había aterrizado ni por asomo  don Francisco Herrero en Alcalá, y que no tuvo el Libro en su poder hasta 1959. Pero es que ese infundio repugna a su talla y sensibilidad humanística, de la que me honro como antiguo discípulo.

La partida como símbolo culminante
                                                                                 
La partida bautismal de Cervantes fue el culmen de una investigación y es el símbolo preclaro de la cuna cervantina. Pero no es la prueba aislada de su nacimiento. Para ello está toda la documentación relativa al rescate de Argel y a las Órdenes Trinitaria y Mercedaria, donde abunda el “nacido en…”,  “vezino de…”,  “madre y hermana de…” Documentación que uno ha publicado y que urge airear por todo lo que está cayendo.  En esta plaza hay que “servir” toda la documentación natal y familiar como se hace en Stradford-on-Avon, conjugando el rigor del pasado con las nuevas tecnologías.

Es nuestro símbolo patrimonial. Fue Cisneros quien puso en práctica estos registros parroquiales. Por eso la tenemos. Es honda y clara, pozo y espejo de nuestras dimensiones. Mirándola bien no caben disputas.



FIGURA 1.
Versión accidentada. Réplica de la partida bautismal de Cervantes, obra de Tomás Andrés Perdigón 


FIGURA 2. Versión histórica, la registrada por los grandes cervantistas. Luis Astrana Marín la trans­cribe así con valores paleográficos: "domingo nueve dias del mes de otubre Año del señor de mill/e qnis. e quarenta e siete años fue baptizado miguel/hijo de Rodrigo de gervantes e su mugar doña le­onor fue I ron sus conpadres Ju.º pardo baptizole El R.do señor br.e/seRano Cura de nra. señora ts.º Baltasar vazqz sacrista I e yo q. le baptize e firme de mj nobre 11 El bachillr. SeRano" (Firmado y ru­bricado) 



FIGURA 3. Es la versión actual de la partida bautismal después de su reciente  “limpieza”

                                                                     José César Álvarez
                                     Puerta de Madrid, 2.10.2010

                                                   

ANEXO



donde se ofrece la FIG.  3. Es esta la versión que nos ha cedido la Comisión de Cultura del Excmo. Ayuntamiento, la que llamamos la versión “limpia”, en principio la partida aislada y posteriormente el conocido folio 192 vuelto.





















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