lunes, 23 de abril de 2012

LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN SOCIAL


Por José César Álvarez


(Conferencia ciclo Institución de Estudios Complutenses)



            Título completo: La influencia en la sociedad complutense de los medios de comunicación social  en el último tercio del siglo XX y principios del XXI.

         De entre las revoluciones históricas ninguna tan incisiva como esta última de los medios de comunicación social, al socaire del avance de las nuevas tecnologías.

La información ha sido siempre una herramienta indispensable para el desarrollo del hombre. Los antiguos nómadas, que pretendían abrirse paso en la ignota naturaleza tras nuevos y seguros lugares de acampada, la presencia de una piedra recién movida, de una fruta recién arrancada o las huellas de un fuego apagado o de una pezuña suponían notas informativas de valor para su supervivencia. El propio escenario de su ruta era una carta abierta de información para sus fines.

            El ágora de la sociedad griega, la plaza pública, era ya un foco más desarrollado de información, donde el ciudadano podía enterarse de los servicios que ofrecía el último sofista, el último gimnasta o el último lechero. El ciudadano podía libremente optar por esos servicios y volver al propio ágora informante a crear opinión sobre los servicios del sofista, del gimnasta o del lechero. La información obtenía así el contrapeso de la opinión en el mismo recinto informante. Es lo contrario de lo que hoy ocurre con la presencia todopoderosa de los medios de comunicación, que dejan al informado sobrecogido en una actitud pasiva, sólo contestada testimonialmente en las Cartas al director de los diarios o en las escasas llamadas telefónicas de los radioyentes de algunos programas. Internet puede compensar la interacción perdida entre informante e informado.

            Cuando Platón descubre la dimensión social del hombre en aquella feliz acuñación del  zoon politikón, del hombre como animal social, está planteando la realización del hombre en una interrelación social dentro de un engranaje activo. Cualquier elemento social que retrajera al hombre acia una actitud pasiva dentro de la polis, sería un factor perturbador de su participativa naturaleza social.

            La sociedad actual ha ido modelándose desde aquella ideal sociedad de la ciudad-estado griega. Hoy podemos decir que el hombre actual demanda la información desde los distintos niveles de inserción social en que ha devenido. Después del punto central de la familia, célula primera de la sociedad, se suceden en distintos círculos concéntricos, el Municipio, primer escenario de expansión natural del hombre, después la Región, la Nación, el Continente y el Mundo. Pero por encima de las administraciones inflexibles están los sentimientos individuales y caprichosos de quienes viven delirantes aislacionismos. Hay quien “se siente” vasco y nada más, hay romántico que únicamente “se siente” ciudadano del mundo y nada más, y hay, ya saben, quien tiene por única patria la libertad. Esos “sentimientos”, como son los nacionalismos, requieren también un determinado y exclusivo alimento informativo.

            Desde estos niveles de inserción social, podemos reducir los niveles de información a tres estamentos básicos: el de la información local, nacional e internacional. No se deduce de nada de lo dicho, antes al contrario, que el primero de los niveles, la información local, sea por naturaleza el de menos entidad. Y, sin embargo, en el desarrollo del trabajo que ofrecemos, vamos a asistir al espectáculo de ver reducida la información local al papel de “patito feo” del panorama informativo, víctima de los grandes holdings, a causa de la gran concentración de los medios de comunicación social acaecida en los últimos veinte años, donde el minifundio de la comunicación local es atrapado por y para el poder de un latifundismo que contrae el pluralismo ideológico y empresarial, concediendo al estamento local algunas migajas desde patrones convencionales. Por eso, aquellas localidades que conserven aún algún medio de comunicación artesanal o familiar, todavía sin fagocitar por los grandes depredadores mediáticos, mantienen un inapreciable tesoro como especie autóctona.

            A continuación vamos a hacer tres incursiones, a través de los ámbitos nacional y local, en los tres medios de comunicación social más populares en Alcalá de Henares durante los últimos cuarenta años, como son: Prensa, Radio y Televisión.

La Prensa

            La prensa es un producto perecedero, de corta vida útil. Un diario tiene menos vida que una barra de pan.  Para Ramón Zallo se trata de “una mercancía reproducible, serializada y netamente industrial... un producto con una altísima rotación del ciclo productivo... con una difusión in continuum...” El mercado de la prensa diaria española puede subdividirse en tres grandes segmentos de mercado, el de la información general, el deportivo y el económico. La prensa diaria española alcanzó su década de oro en la de 1990-2000. Desde la reanimación de la prensa española en general con motivo del advenimiento de la democracia, desde 1976, fecha de la aparición de El País, hasta los últimos años de la citada década, se registra una línea ascendente de la venta de diarios, que va desde los 2,2 millones de ejemplares del año 1976 a los 4,3, casi el doble, del año 1998. Otro dato cumbre registrado en esa década es el consumo de 666.000 toneladas de papel por la prensa española en el año 2000. Desde la cumbre de la década áurea, las cifras se precipitan a la baja, registrando en el año 2002 el descenso en la venta de diarios por debajo de la línea psicológica de los 4 millones. El principal causante de este descenso es asignado a la prensa on line, a la irresistible ascensión de los periódicos de Internet. Otros también señalan como origen la aparición de una cierta desgana por la falta de credibilidad, debido al relativismo de datos fundamentales a causa de la confrontación ideológica de los rotativos. El feroz marketing por la venta del número especial de los domingos, hizo que muchos lectores quebraran su fidelidad por “su” cabecera, y, acuciados desde un lado y  otro, optaran por abstenerse. Rota la fidelidad una vez, el vínculo pudo romperse definitivamente con mayor facilidad. Los “especiales” de los domingos se derrumbaron estrepitosamente, lo que supuso un duro golpe para el sector.

 

Datos de interés sobre la prensa española en la citada década son los que ofrece Díaz Nosty (año 2000). Mientras que la Unión Europea arroja un total aproximado de 1140 diarios, España ocuparía el segundo lugar con 140 cabeceras. Sin embargo, en el número de periódicos diarios vendidos (4,3 millones), sólo ocuparía el sexto lugar después del mercado de Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y Holanda, los cuales acaparan el altísimo porcentaje del 77,5 por ciento de la difusión europea.

Según el número de ejemplares vendidos en España, los principales cinco diarios de información general (ediciones diarias superiores a los 200.000 ejemplares) eran El País, El Mundo, ABC, La Vanguardia y El Periódico de Catalunya. Al final de los años noventa la suma de ventas de estos principales matutinos alcanzó la suma del millón y medio de ejemplares por día, lo que equivalía al 34,4 `por ciento del mercado. Los siguientes periódicos de información general más vendidos son de ámbito regional: El Correo Español (130.000 ejemplares), La Voz de Galicia y El Diario Vasco (100.000 ej. cada uno), El Diario de Navarra y El Heraldo de Aragón (66.000 ej. cada uno). Estas diez principales cabeceras de información general obtuvieron durante los años noventa una cuota estable en torno al 45 por ciento de la cuota de mercado.

Prolífica resultó, sin duda, la natalidad de diarios en la pasada década. Durante dicho período surgieron 72 títulos nuevos, lo que supuso un promedio de nacimiento de más de 7 títulos anuales. Pero, si por el contrario, registramos la desaparición de 36 títulos durante ese mismo período, el balance total de la década será el del incremento global de 36 títulos. Los periódicos líderes en estos años se comportan con una difusión estable, salvo en tres casos, cada uno de ellos pertenecientes a los tres tipos de diarios existentes: por parte de los de información general, El Mundo, nacido en 1989, registra una irresistible ascensión colocándose pronto en el segundo lugar de los de su clase; por parte de los diarios deportivos, el  Marca, que alcanza en el año 2000 los 403 mil ejemplares diarios, se sitúa a la cabeza general de toda clase de diarios; y en cuanto a los periódicos especializados en economía, Expansión, perteneciente al Grupo Recoletos, al igual que Marca, alcanza la venta de 62.925 ejemplares al día durante el citado año 2000.

Los resultados en Marzo del 2006 de la AMC/EGM ofrecen un título en ascenso, La Razón, diario colocado en el doceavo lugar de la lista general de diarios –octavo de la específica, adelantado por los cinco líderes y dos regionales, La Voz de Galicia y El Correo–, en la que le preceden, incrustados, cuatro diarios deportivos, que son Marca, primero de la lista general; As, cuarto; El Mundo Deportivo, noveno; y Sport, undécimo. Las diferencias entre El País, líder de información general, y El Mundo se reducen significativamente.

Otro dato que podemos extraer es el del número de lectores. Si la población mayor de 13 años, probable lectora, se estima en torno a los 35 millones de habitantes en España, manteniendo el número de periódicos diarios vendidos en cuatro millones, compensada su baja por los lectores de Internet, tendríamos que 4 multiplicado por 3, que es el número medio de lectores de un ejemplar, nos daría 12 millones de lectores, es decir, un tercio de la población potencialmente lectora, por debajo de la media europea que se sitúa en torno al 50 por ciento. O dicho de otra forma, de tres personas, en España, sólo una lee el periódico. No obstante, en el último Ranking de Medios Impresos de la AMC/EGM, teniendo en cuenta la prensa gratuita editada, sus cálculos globales sitúan en 15.577.000 el número de lectores de diarios por día.

En 1984 empezó un proceso de privatización y desconcentración de la empresa más potente en la materia, que era la cadena de Medios de Comunicación Social del Estado, cuyos medios fueron cayendo en las empresas editoriales mejor situadas. Por lo que la anunciada desconcentración de medios pasó a ser al mismo tiempo el de la concentración, completándose en la activa década de los noventa con una estrategia de absorción de cabeceras locales y regionales para la consolidación de los grandes holdings  de concentración empresarial, que han ido satisfaciendo de forma progresiva su creciente ambición por la conquista de su poder de influencias.

            No es preciso apuntar que el futuro inmediato es el de la prensa on line, un futuro plagado, sin embargo, de incertidumbres. Siempre que ha surgido un nuevo medio de comunicación, se ha apoyado en el anterior. Así, por ejemplo, cuando se inventó la radio, se leía el periódico ante el micrófono, hasta que fue desarrollándose el lenguaje radiofónico y encontrando su específico acomodo. Cuando llegó la televisión, era una radio que se veía por dentro. Pues bien, la prensa on line se encuentra actualmente en ese primer nivel de mímesis, donde se calca la prensa de papel. Es un primer nivel de exploración en la búsqueda de sus auténticos y específicos recursos. Ello, sin embargo, no minimiza en absoluto el ingente desarrollo tecnológico y el expectante panorama mediático que se nos ofrece. Todos los periódicos de papel, en general, tienen su versión on line a la espera de acontecimientos, velando armas. Otras muchas cabeceras han nacido directamente en Internet, otras, las menos, han dejado el papel por la nueva tecnología, e incluso, ha habido las que de la pantalla han pasado al papel. Las posibilidades de los hispanohablantes se extienden a las cabeceras de México, líder en número de publicaciones de este género según la estadística que manejo, seguida de España y después Argentina, Chile y demás prensa on line en español, que, en su conjunto, va reduciendo la diferencia notable ante la explosiva irrupción de cabeceras en inglés.

            La digitalización y el advenimiento de las redes interactivas han supuesto el mayor factor desestabilizador de unos medios de comunicación ya consolidados. El hábito en el consumo de la comunicación está cambiando rápidamente entre los ciudadanos, movidos por esta revolución digital. La incertidumbre actual de la prensa impresa, la incógnita empresarial y los recelos de los periodistas, puede plasmarse en que se aproxima ineluctablemente un incierto momento donde habrán de saltar el río a la otra orilla. Hay quien llama a ese salto el punto de convergencia digital, y hay quien opina que ese salto no habría de darse individualmente, cada cual a su suerte, sino corporativamente. Puede que ese día llegue cuando aparezca en el mercado un soporte flexible, extensible, plurivalente, cómodamente transportable, de cafetería, susceptible de un zapping global. Ese venturoso día, el papel dejará de ser un producto de consumo perecedero de la prensa, se convertirá en un arcaico e infame producto deforestador, baldón de la vieja prensa, y... ese día los bosques sonreirán.

             

Prensa Local

            Asistimos, dentro del espacio acotado del último tercio de siglo, a la muerte del semanario Nuevo Alcalá, que nació como quincenario en 1968, se convierte en semanario en 1961 y ofrece su último número, el 350, con fecha 1 de abril de 1967. En la crónica mediática local, alguien ha apuntado que aquella fue “una larga agonía”, recordando el delgado aspecto de su última etapa, cuando se alojaba discretamente en nuestros buzones. Todo es como uno lo quiera ver. Para mí, sin embargo, fue aquella una larga generosidad de cuatro alcalaínos que hallaron tiempo de entre sus ocupaciones familiares: Francisco Javier García Gutiérrez, Fernando Sancho Huerta (Luis Madrona), José García Saldaña y Francisco Antón. Cumplió una función social en la información local, fue principalmente tribuna literaria, con un inspirado Luis Madrona en sus célebres Bagatelas, y un García Gutiérrez sagaz, de bruñida pluma, expectante en su Rumbo Norte ante el asombroso horizonte que se le abría a la ciudad. Ejerció el semanario de faro y foro alcalainista, asistió al llamado desarrollismo y a la inicial industrialización de la ciudad. Sirvió a muchos de nosotros de plataforma de desahogos periodísticos y literarios, dando la oportunidad a un gran plantel de plumas desperdigadas. In memoriam, viejo y nuevo Alcalá.

            A finales de 1968 nacía Puerta de Madrid. El semanario surgió en los años del aluvión demográfico. que, procedente de los más dispares puntos de España, recaló sobre Alcalá de Henares ante el reclamo de su pujante industrialización. El semanario vivió ese momento, acusó la vorágine de los unos y de los otros y sirvió de cohesionador social de las diferencias acumuladas.

            La relación oficial de sus distintos directores es anecdótica, ya que el periódico recibe el carácter de su editor Sandalio San Román, incisivo editorialista de Puerta en su larga andadura, que llega al número 1966 en 16 de septiembre de 2006. El periódico comenzó imprimiéndose en Guadalajara, para pronto depender de la imprenta de los Talleres Penitenciarios de Alcalá, que usaron sus periódicos predecesores Alcalá y Nuevo Alcalá, pero la amnistía general de 1976 precipita la creación de sus propios talleres de la calle Almagro, que, en principio, comparte el periódico con los penitenciarios para después confeccionarse íntegramente en los propios talleres. Desde mediados de la década de los años ochenta es Gráficas DEHÓN de Torrejón quien se hace cargo de la impresión del periódico. La aparición del papel couché  y su color le confieren hoy un aporte cualitativo como consolidación de la primera revista de Alcalá y su comarca. Su larga trayectoria en el tiempo hace de Puerta de Madrid una publicación pionera en su género. Ha sabido captar fisonomías, puksar la actualidad, analizar circunstancias. Socialmente, Puerta ha ejercido de generoso saco de  opiniones, sensibilidades e ideologías, que sabían de su influencia. Los amplios reportajes fotográficos son uno de los sellos del medio.

            En 1971 había nacido en Torrejón Despunte de la mano de Editora Local y dirigido por Luis Moreno. Aunque surgió desde un fuerte componente local, tuvo después vocación comarcal pasando a Alcalá, Coslada y San Fernando. Supuso entonces una nueva forma de hacer periodismo, insinuante para aquellos días y otras veces abiertamente denunciadora y vindicativa, de tal forma que les supuso algunos expedientes judiciales. Su aparición en los quioscos fue guadanesca, envuelta casi siempre en problemas económicos. La que fue prensa de la izquierda creyó haberle llegado el momento cuando en los ayuntamientos del llamado corredor del Henares, en los municipios citados, triunfa la izquierda en las primeras elecciones municipales de 1976. Dichos ayuntamientos reflotan la postrada publicación con subvenciones de desigual porte. El Ayuntamiento de Alcalá concurre más generosamente y en la última etapa de esa misma legislatura, 1982, en que dirige el periódico Pedro Enrique Gómez desde una redacción central en Alcalá, los restantes ayuntamientos no ven con buenos ojos este centralismo y llegan hasta retirar la subvención comprometida.

            El desenlace definitivo de Despunte merece al menos una doble consideración. Una es la valoración que cada uno quiera hacer de la reflotación del barco hundido de la izquierda de este valle desde una alianza de fondos públicos. Otra consideración es que,`por encima de los lazos ideológicos, por encima o por debajo de la camaradería que parece unirles, surgen celos localistas que pronto les desunen.

            Henares 2000 sale a la calle el 12 de febrero de 1977 y no logró remontar ese mismo año. EDINAR, sociedad que emprendió la aventura, compuesta por ocho alcalaínos, puso la publicación en manos de dos jóvenes profesionales, que lograron un diseño atrayente, casi seductor. Fue aquel un periódico estético en su elaboración, en su ritmo, en sus logotipos, en sus secciones, en su estilo, en su maquetación, y se consideraba también estética la aparición en sus páginas de la izquierda de toda laya... Abel Cádiz, consejero-gerente, accionista y redactor fijo, militaba en la UCD y tenía pretensiones de escribir también en “su” periódico, pero a los profesionales no les pareció estética la UCD, creadora después de la transición española, y los profesionales, tras el número 6, “se tiraron de la borda como ratas” según escribieron después. Fue una publicación mimada, artesanal, que dejó huella, y cuyo estilo primero se dilata de una u otra manera hasta el número 16, en que definitivamente muere.

            Tras la aparición y desaparición de Alcalá hoy durante la segunda legislatura de los ayuntamientos democráticos (1983-87), que fue un boletín municipal de indisimulada propaganda socialista –bastaba con sólo mirar su emplazamiento y el nombramiento de su director–, surgió en Alcalá por aquellas fechas, hacia mediados de los años ochenta, una gran inquietud periodística.  Calle Mayor fue una revista mensual que aportaba vivo color, además  del suplemento joven ALKALÁ, pero su canto de cisne fue servido en el número 7 con motivo de las ferias y fiestas de 1985.

            De aparición simultánea a este último es el Alcalá Deportivo. Semanario del deporte de Alcalá de Henares. Tuvo más larga vida que su coetáneo y murió con el número 58 –de febrero de 1985 a marzo de 1986–  Tuvo por sección fija la página de Calaínos, seudónimo de Pepe Calleja, que aportaba sus recuerdos nostálgicos y fotografías del deporte local, convirtiendo en épica la mirada retrospectiva. Se da la circunstancia insólita de que este semanario deportivo tuvo un suplemento de actualidad local, Alcalá-7, encartado en el deportivo, una vez desaparecida Calle Mayor y como continuidad de la revista fenecida.

           

Con tanta población periodística flotante y con las elecciones generales de junio de 1986 a la vista, pronto surgió Alcalá semanal, donde dejó su impronta el que fuera su joven director Patxi M. López, madera de periodista de la mejor clase, independiente, luchador, constante, con escape literario, fallecido tempranamente. En aquellos sus primeros escarceos, que resultaron últimos, Patxi definía la prensa como contrapoder frente al de los estamentos públicos y resultaba intrépido y provocador, seguidor de aquel periodismo de investigación que empezaba a florecer y sigue floreciendo para bien de la democracia española y de sus instituciones. En el número 26 del 11 de octubre Patxi, como un presagio a bote pronto, se despedía así: “La independencia cuesta mucho dinero y este periódico no lo tiene. La independencia se paga con la muerte”.

Nueva Tribuna fue una publicación  creada y editada por Ignacio Rham y fue un modelo de metamorfosis. Inauguró la saga de los periódicos gratuitos para después entrar en los quioscos, empezó con un formato reducido para después ampliarse, comenzó con un contenido local para hacerse después comarcal, aparee mensual pasando progresivamente a quincenal y a semanal. Duró 161 números de su segunda etapa, a partir de marzo de 1986, pero su plena vida fue desde marzo de 1985 a octubre de 1990

Alhóndiga llegó a 70 números (de noviembre de 1986 a mayo de 1989) y abordó por primera vez la dualidad de contenido que decía el subtítulo: Informativo del Henares y Mercado entre particulares.

            CambiHenares fue el sucesor inmediato que va a desarrollar la misma fórmula del anterior, primero como mercado entre particulares. Pronto alcanzó su penetración en todo el corredor del Henares, incluida Guadalajara, de donde procedía Juan Pablo Mañueco, el director de La crónica del Henares, suplemento de actualidad dentro de CambiHenares, que desde el número 52 (3-3-1989) aparece encartado, después como separata vendida conjuntamente, y después con vida autónoma. Pero esta última etapa sólo le valió 19 números de vida, que expira un 17 de diciembre de 1992. CambiHenares, por su parte, siguió su rutilante estela hasta nuestros días, consolidándose como revista de su especialidad.

            La guía de Alcalá tuvo por nodriza a La Crónica del Henares, donde se encartó primero, pero, desaparecida esta, fue a encartarse a la nodriza madre, CambiHenares. Su temática era la información cultural. El 8 de junio de 1993 se hizo autónoma. En su última etapa pasó a ser quincenal y a ofrecer información local. Su último número fue el 255 de 28 de junio de 1998. Su reaparición tres meses después  produce 31 números llegando hasta finales de febrero del 2000.

            Entre las cabeceras que salieron en aquellos años de tanta inquietud periodística hay que mencionar El Corredor del Henares, que en el 89 y en el 91 hizo intentos de permanecer en los quioscos, pero su etapa más larga, la primera, sólo produjo 14 números.

            Diario de Alcalá vio la luz un 21 de agosto de 1992, en las ferias y fiestas de un año de tantas significaciones. Alcalá de Henares no tenía un equipo de fútbol de primera división, pero tenía un diario como otras grandes ciudades no capitales de provincia, tales como Santiago, Jerez, Vigo y Gijón. Los diarios surgidos en las capitales de provincia han gozado de la expansión provincial y estamental de que carece Alcalá.  Abel Cádiz, hombre capaz de concitar entusiasmos como ya lo había hecho anteriormente en Henares2000, diputado provincial del CDS, conoció a Aurelio Delgado, consejero-delegado de la empresa editora del Diario de Ávila, que controlaba a su vez a Diario de Soria y que va a llegar a ser, en sucesivas ampliaciones de capital, socio mayoritario de Comunicaciones del Henares, de la que va a ser consejero-delegado Abel Cádiz, la empresa editora que lanza a Diario de Alcalá, subsumido en la feliz idea de ser miembro de un trípode o bípode , en los que varía la información local y es común la nacional e internacional.

           

Diario de Alcalá ha ido superando sus vicisitudes y momentos críticos, sus situaciones económicas delicadas y sus enfrentamientos ideológicos en su seno y ha ido adecuando su organigrama funcional y humano adaptándose a las circunstancias. A partir del 27 de marzo de 2001 la empresa editora pasa a ser Prensa Universal y los talleres donde se confecciona dejan de ser los del Diario de Ávila, realizándose su tirada en Integral Press.

Mencionamos seguidamente los suplementos seriados más importantes en sus dilatados catorce años de vida:  Doscientos Mil Impactos, revista de anuncios y mercado entre particulares; La revista de Alcalá. Suplemento dominical de “Diario de Alcalá”; El Corredor con el subtítulo de empresa, finanzas y economía, suplemento mensual en papel sepia, cuyo número encartado de 1 de julio de 2006 dice: Año VIII, nº 105; Motor, Más a mano y Más Deporte.

“Diario de Alcalá, que se subtitula “el primer diario local de la Comunidad de Madrid” ha dimensionado su afán cultural sobre la ciudad en forma de fundaciones y eventos. Pero hay otras dimensiones internas que hacen peligrar su autonomía en esta época de concentraciones y absorciones de medios, donde el holding polankista, ideologizado y generalista, no es ajeno a sus fines.


            De entre el aluvión de publicaciones de prensa gratuita que surgen en la década de los noventa es preciso mencionar por su trayectoria y calidad a Quijotes, “la revista de Alcalá” y de Cristóbal Alba, su creador. En nuestros días mantienen su consolidación Mercado, del grupo Segunda Mano y Global Henares, que se subtitula “el diario de Alcalá y Guadalajara”.

La Radio

Se ha dicho  que la Radio en España mantiene unas peculiaridades que la distinguen de las de su entorno europeo. Las estructuras que surgieron en la posguerra la significaron, ya que el Estado se reserva el monopolio del espacio radioeléctrico, creando su propia red y concediendo licencias para su explotación, lo que produce una solución mixta de radio estatal y privada, eso sí, dependiente informativamente de RNE, en tanto que la BBC inglesa, la RAI italiana, la RTF francesa, y otras, nacieron con una marcada vocación de servicio público. Se habla, pues, de la estatalización de la radio, cuando esta se pone al servicio de un régimen político concreto.

            Con la llegada de la democracia y la constitución del Ente de RTVE la radio española se transforma y culmina su operación con la fusión en 1989 de RNE y RCE, pasando la cadena estatal y comercial de Radio Peninsular a ser Radio 5, y quedando suprimida más tarde Radio 4, excepto para Cataluña.  La nueva RNE de finales de 1989 ofrece una plantilla de 3.415 trabajadores y un presupuesto de explotación de 20.687 MP y seis programaciones distintas, por lo que la convierten en una de las radios públicas más grandes de Europa.

            Como en la democracia lo “nacional” se hace cachos, autonomías, pues la radio estatal también. De donde el criticado oligopolio de la  radio franquista sigue su deriva estatal. La irrupción de las radios autonómicas es un calco del Estado disgregado. De nada sirve la concentración desocupada de los recursos humanos de RNE para esta diáspora radiofónica. Ello ni mentarlo, son recursos centralistas y de lo que se trata es de salvaguardar la peculiaridad autonómica y “la particular sensibilidad” de los pueblos de España. Así es como empezaron a surgir a partir de la década de los ochenta las radios autonómicas.

            Con la llegada de la democracia, bajo ordenación legislativa, se amplia el espacio radioeléctrico a través del “Plan Técnico Transitorio de Servicio Público en Ondas Métricas con Modulación de Frecuencias (FM)” (1979),  pudiendo así las radios privadas hacerse con licencias de emisión. En principio las principales cadenas hubieron de ceder el 25 por ciento de sus acciones al Estado, pero en 1993 el gobierno socialista aprobó la venta de las acciones a las emisoras.

            El tercero de los despropósitos en la peculiar historia de la radio española está a punto de perpetrarse. Para salir de ese oligopolio estatal se conceden licencias de FM en 1981, 1983, 1987 y 1989, pero el pluralismo deseado se quiebra al permitir la ley la concentración por los más poderosos de las emisoras licitadas, apareciendo en esta concentración de emisoras el oligopolio de las empresas editoriales, ajenas al conocimiento del medio radiofónico (Prisa, Prensa Española, Grupo Zeta, Grupo Godó-La Vanguardia, Planeta), persiguiendo de esta forma la creación de conglomerados multimedia. Esta estrategia bien planificada de los grandes  grupos de la comunicación, que concurrían a la obtención de licencias a través de sociedades filiales e interpuestas, dio lugar al nacimiento de las grandes cadenas nacionales privadas. Este resultado imprevisible causó fatales consecuencias: No solamente segó el anunciado pluralismo empresarial e ideológico, sino que apagó la voz localista en beneficio de la información general. Un ejemplo claro de esto último es la decisión tomada por la COPE en la temporada 1984-85, cuyo medio había fichado a Luis del Olmo en 1982, y quien ante la agresiva competencia de la SER con 44 emisoras en cadena, hizo conectar las 45 emisoras “populares” que hasta entonces habían vivido sumidas en un apacible interés local o parroquial. El gran impulso de la radio española durante la década de los ochenta y de los noventa orilló la distintiva voz local, concediéndole solamente una resonancia testimonial dentro del ámbito general nacional.

           

Las dos últimas décadas del siglo pasado producen el balance de tres cadenas privadas y tres procesos distintos: Cadena SER, Onda Cero y la COPE. Fue la SER la cadena pionera y la más beneficiada en la concentración de frecuencias, ya que en 1987 ya disponía de más de 150 emisoras de OM y FM, propias o asociadas, pero el más sustancioso de sus incrementos hertzianos se produce en 1994 con la absorción de la cadena consolidada de Antena 3, voz crítica al gobierno socialista, cuyo Consejo de Ministros autoriza la absorción. En el año 2000 el Tribunal Supremo desestima dicha autorización y posteriormente el Tribunal Constitucional no admite a trámite el recurso ya desestimado. El gobierno del Partido Popular, al inhibirse en la petición de la ejecución de la sentencia, permitió la consolidación hegemónica de la SER.

           

            Onda Cero Radio se constituye en una de las grandes cadenas nacionales privadas por un impulso financiero de la ONCE que teje una tela de araña de emisoras entre asociaciones y compras (Cadena Rato y Asociación de Radio Independiente), consiguiendo distintos acuerdos con otras emisoras, como el habido con las 56 emisoras de Radio Blanca, de tal forma que, diez años después, en 1993, Onda Cero disponía de 84 emisoras, pero su programación podía escucharse a través de 187 estaciones. El grupo mediático de la ONCE entró en pérdidas y la cadena es comprada por Telefónica Media, quien, siguiendo el sistema de alianzas y absorciones, adquiere un papel dominante en el sector radiofónico llegando a emitir en el 2001 a través de 277 emisoras. 

            La COPE, que no puede competir financieramente con estas dos grandes cadenas, no se ve beneficiada en los repartos, pero es que además carece de otras sociedades interpuestas. Y para no perder terreno, lleva a cabo en la década de los noventa un proceso de reducción de costes, regularización del personal y reorientación de su sistema de afiliaciones con sectores próximos ideológicamente, como Prensa Española, Correo, Comunicaciones Regionales, Ondas Charras, Cadena Nova, Diario de Ävila, etc. Los cambios afectan también al accionariado, de tal forma que en 1995 queda distribuido en distintos sectores de la Iglesia, alcanzando el 71 por ciento (Diócesis, Episcopado, Compañía de Jesús, Dominicos), en tanto quedaba el resto en manos laicas.

            El mapa de los distintos grupos, que conforman el oligopolio radiofónico de hecho, es complejo, debido al dinamismo del sector, en lo referente a los cambios en las adjudicaciones, alianzas y concesión de licencias. Una fuente que puede aportar alguna luz en este confuso panorama y que sea exponente de lo que ha ocurrido en estos años en el sector radiofónico, es el censo elaborado por la Sociedad General de Autores, encargada de facturar sus derechos, y que para el año 2000 establece la existencia de 1836 emisoras  (1.047 privadas y 789 públicas), distribuidas de la siguiente manera: RNE 587; Unión Radio (Cadena SER) 405; Onda Cero Radio 220 y COPE 185. Las cifras varían según el tiempo. según la pauta y según la fuente. Así, en un listado convencional de septiembre de 2006 consultado en Internet (Radio España.net), supuestamente actualizado, cuento la relación de emisoras y me dan: SER, 130; Onda Cero, 152 y COPE, 99. Hay que tener en cuenta que todas las cadenas se apoyan en otras cadenas musicales como su continuación, ya en la música comercial o de compañía. Dichas estaciones pueden estar o no presentes en los listados, pero para la Sociedad General de Autores es primordial. Así, por ejemplo, la Cadena SER se extiende musicalmente a  través de 40 principales, de M-80, Radiolé, Radiole Tropical, etc. Onda Cero lo hace con Onda Cero Música y Europa FM, y la COPE  con Cadena 100 y Cadena Dial, ambas con permutas de asociación.

            Los sistemas de control de audiencia en España carecen de fiabilidad y se ha dado el caso continuado de participar en los resultados como juez y parte. Hay valoraciones, no obstante, clamorosas después de los esfuerzos desplegados. La audiencia de la radio convencional en España no está en relación directa con la potencia de los repetidores ni con la cantidad de frecuencias en el aire. Cuestión que se resisten a creer los poderosos del medio. La audiencia es dada por las estrellas de la comunicación y su credibilidad, lo que permite la identificación y adhesión del oyente. La radio en España es peculiar, pero esa peculiaridad no es obra de Franco, como quieren adjudicarla tantos tratadistas como el mal de todas las cosas. Porque su peculiaridad no es siemptre negativa. España difiere de la radio de su entorno europeo por la apabullante audiencia de la radio privada, en contra de la mayoría pública del 72 por ciento en la ARD (Alemania), del 68 por ciento en la BBC (Reino Unido), aunque la RAI (Italia) sea del 46 por ciento, pero muy lejana a la predominancia mayoritaria de la audiencia de la radio privada en España. La promiscuidad de la radio privada es obra exclusiva de la democracia, y su peculiaridad se la da el carácter español. La radio privada española descubre sus horas punta: al acostarse y al levantarse, superando las horas punta de los partes de la radio franquista, las dos y media y las nueve y media de la noche. La nueva radio privada abandona el tufo de los seriales. La voz de la radio privada pierde la dicción clásica, por muchos añorada, y capta sin complejos la voz informal de la calle. La radio europea puede que sea más amable y musical, pero la radio española pasa de la lírica a la dialéctica, es delfín y piraña. Las dos Españas están en su radio.


La radio en Alcalá


            La primera emisora de Alcalá de Henares, que fue pionera en su género, pertenece a la épica de los años veinte con sus vestigios en el cerro de San Juan del Viso y la vieja casa de la calle Empecinado. Pero la primera emisora de los tiempos modernos es la que Antena 3 instala en el año 1981 en el edificio Cuatro Caños de la calle Teniente Ruiz, última planta, emisora que entró en la absorción descrita de la SER, cuyas instalaciones fueron ocupadas por SER Henares antes de su traslado al Paseo de la Estación. La segunda emisora que recala en Alcalá fue de la Cadena Rato, inmediatamente absorbida por Onda Cero, que tuvo sus instalaciones primero en El Gurugú, después en la calle Santa Clara, y ahora en el pasadizo Libreros/San Diego. Además de las licencias que ocupan SER Henares y Onda Cero Alcalá, el tercer indicativo de FM al que tiene derecho Alcalá, le es adjudicado posteriormente a Prensa Española, quien concede la explotación de la frecuencia a la COPE, que emite desde sus estudios de la calle Cervantes entre los años 2002 al 2004, sustituyéndole al año siguiente en el dial y en los estudios una emisora de Punto Radio. La sintonía de RK20, emisora ubicada en Villalbilla, es otra constante de las ondas alcalaínas y de su entorno. Hemos de mencionar también a Radio Actividad en su larga y juvenil andadura y Ágora Alcalá, un ensayo de emisora municipal de la última legislatura socialista.

            Entre la fase de la edad arcaica y la edad moderna de la historia de la radio alcalaína, hay un ínterim por el que nadie se ha interesado nunca. Hacíamos entonces radio en Madrid y pudimos ser  pioneros de una fórmula consistente en comprar espacios con la publicidad del lugar y emitir programas de contenido local desde emisoras de audiencia nacional. Así surgió el programa semanal Puerta de Madrid (1966, José César Álvarez, La Voz de Madrid, después Radiocadena), La cuna de Cervantes (Wenceslao Pérez , Radio Centro), Soportales de Alcalá (José César Álvarez, 1980). Más de diez años estuvo en antena aquel programa magazine de las mañanas de Radio Centro Ancha es Castilla, después Radiocadena Castilla, década de los setenta y más arriba, programa que fue premio Ondas de información local y del que fui corresponsal  durante tan largo tranco. Pero el espacio radiofónico más popular, hay que reconocerlo, dentro de los de este género, Alcalá en las ondas nacionales, fue sin duda Plaza de Cervantes, presentado en las mañanas de los domingos por Daniel Vindel desde Radio España de Madrid.

La mencionada política de proliferación de emisoras convierte la banda de FM en Alcalá en un dial saturado de señales, a veces superpuestas. Uno puede sintonizar sucesivamente hasta cinco SER y cuatro de Onda Cero y de la COPE una y con interferencias. Con cierta racionalidad podemos decir que las emisoras más escuchadas en la ciudad son SER Henares, Onda Cero Alcalá y COPE Guadalajara.

La Televisión


En este año de 2006 se han cumplido los cincuenta años de TVE, el medio siglo de una novedosa neblina, cuyo dominio empezaba a explorarse a tiempo parcial desde los sótanos del Paseo de La Habana de Madrid, una especie de cuevas de Altamira de la televisión española. Hace ahora medio siglo de aquella persistente carta de ajuste que ejercía de obstinado telón, y donde, vencido éste, Jesús Álvarez y Blanca Álvarez fueron sus primeros entretenedores, las caras amables de aquella ventana en blanco y negro, en tanto que David Cuvedo, la voz de plata, ensartaba las noticias de los telediarios con la cauta y la censurada escuela de aquellos días. Pero el plato fuerte de TVE durante su primera vida y adolescencia fue el teatro, aquellas añoradas representaciones dramáticas a cargo de inolvidables intérpretes, que actuaron primero en directo, después en grabación y mucho después en color. Aquellos ciclos de teatro superaron la más exigente antología y sirvieron de barca salvadora de una época a la que se le pueden colocar todas las críticas que se quieran, pero que confirió un sello cultural que hoy brilla por su ausencia. En este sentido podemos considerar la oferta teatral de TVE en aquel momento como una oferta de servicio público. TVE fue también pionera en Europa en la importación de las series de ficción americana.

            Un análisis panorámico y sincrético del momento de la televisión española es el que nos describe Bustamante: “Vista desde el pasado, desde los tres decenios de monopolio estatal televisivo en España, la década 1900-2000 parece la época de la gran transformación televisiva, de la apertura a la competencia y de la proliferación de ofertas de televisión. Pero ya en 1997, apenas consolidado el nuevo sistema televisivo, se abre paso la televisión digital y genera nuevas incertidumbres sobre escenarios inminentes que amenazan a toda la estructura en su conjunto. Por tanto, es probable que la historia futura de la televisión en España contemple esta década como una mera etapa de transición del viejo al nuevo sistema, de la televisión estatal monopolista a la nueva era digital.” Antes de abrir ese balcón sobre el vacío del año 2010, fecha límite  de la televisión analógica, es preciso entender los avatares habidos. Seleccionamos los que creemos momentos críticos del rumbo peculiar de nuestra televisión:

Se le ha acusado a TVE de ser en su origen un medio de régimen autoritario, que carece, por lo tanto, de la evolución que en los años setenta alcanza el medio en  el contexto europeo en cuanto a su gerencia y autonomía y en cuanto a su vocación de servicio público. Otra peculiaridad de TVE ha sido su financiación mixta en su arranque, subvencionada y comercial, lo que supuso que la televisión fuera la escuela del desarrollo de la publicidad en España. Pero, al llegar los tiempos democráticos, el enrevesado Estatuto del Ente Público de RTVE de 1980 no renovó el ausente, dicen, servicio público, sino que la televisión se superestatalizó en televisiones autonómicas, desoyendo el modelo alemán y otros criterios razonables, en una huida sin modelo ni patrón.

El férreo control gubernamental de TVE propició el enfrentamiento con las estaciones autonómicas emergentes. Así, el sector público enfrentado fue menos público, alcanzando entre sí una competencia absurda, en la que se duplican esfuerzos, presupuestos, programaciones, y hasta redes de difusión de la señal. La competencia pasó además al terreno de la publicidad –TVE versus TV.AA–, cuyo incremento natural publicitario durante la década de los ochenta es manta que cubre a todos. Sin embargo, al llegar la década de los noventa, con la salida al mercado de las televisiones privadas, es cuando llega el desnudo, la inanición y la deuda acumulada como derrumbe de un sistema sin sistema. Es entonces cuando asistimos a la degradación de las televisiones públicas, en el momento en que estas entran en dura competencia con las privadas en su lucha por la audiencia y descienden a los niveles más prosaicos de la telebasura, de lo que tendrá la culpa, ya saben, la famosa “herencia histórica”.

Entre 1983 y 1987, el entonces ministro de Hacienda Miguel Boyer, sin debate previo, había retirado la subvención a TVE, habiendo de financiarse casi exclusivamente de su soporte publicitario. En 1993 se restablecieron dichas subvenciones, pero sólo para actividades marginales como RNE, que no tenía publicidad, la televisión internacional, la orquesta y coros de RNE... La resultante fue un endeudamiento progresivo acumulado que en 1.999, a pesar de ser enjugado el déficit por una “generosa” aportación gubernamental de 549.914 MP, siendo director general Pío Cavanillas, acto seguido, en el año 2000 vuelve a dispararse la deuda a 691.776 MP y casi a 800.000 en el año 2001. Una inevitable regularización del personal no llegará hasta 2006.

En Alcalá de Henares la primera televisión que surge es Televico en el año 1988, que emite por cable y llega a emitir por onda. En un archivo del Ayuntamiento se guardan 144 informativos que llegan al año 1992, fecha límite de su existencia. Por aquel año de 1988 irrumpe la historia de Tele Alcalá, una iniciativa gradual de Luis Cebrián, un técnico electrónico instalador de antenas de televisión, cuyas primeras experiencias de radio y de video corresponden a las fiestas del barrio y plaza de San Francisco de Asís, hasta que instala sus estudios de televisión en la calle Encomienda, donde progresiva y artesanalmente va elaborando informativos, tertulias y concursos que captan el interés de los ciudadanos. Hay constancia de la denuncia que ante el Ayuntamiento hace la Dirección General de Telecomunicaciones sobre un emisor pirata, lo que no ejecuta el Ayuntamiento, antes bien colabora, porque es evidente que el “invento” resulta, hace ciudad. En 2002 Localia TV, red del grupo Prisa, compra Tee Alcalá y el juguete se rompe. Localia emitió después en las noches de los miércoles una hora de entrevista con el alcalde o un concejal, con colaboración ciudadana, pero ello también desapareció y la información local se diluye bajo pautas comunes.

La conclusión del último incidente es la misma que la del presente trabajo y, desde luego, supera la figura de que el pez grande se come al chico. Es más. Porque la inserción local no se ve alimentada socialmente en justa paridad con la fuerza de las otras inserciones sociales. Y lo peculiar, lo distintivo y singular, sólo se ve apoyado y subvencionado alegremente en el caso exclusivo de los nacionalismos. 

                                                                                                          J.C.A.

BIBLIOGRAFÍA

BUSTAMANTE, Enrique (coordinador) y varios, Comunicación y cultura en la era digital. Industrias, mercados y diversidad en España. Editorial Gedisa, 2002.
RODA FERNÁNDEZ, Rafael, Medios de comunicación de masas. CIS, 2001.
SÁNCHEZ MOLTÓ, M. Vicente y HUERTA VELAYOS, José Félix, Tres siglos de prensa en Alcalá, 1706-2004. auntamiento de Alcalá de Henares.
DÍAZ, Lorenzo, La Radio Española. Alianza Editorial,  1997.

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